Tras una escena inicial en la que seguimos a Emily mientras le inocula racismo a uno de sus pequeños alumnos, El club del odio, la impresionante y polarizante película que estrena Filmin, nos lleva hasta una iglesia en la que la profesora se encuentra con un grupo de mujeres que se ha reunido por primera vez para exponer en conjunto sus ideas.
Podría ser un club de lectura. O la reunión vecinal para organizar un evento para recaudar fondos, pero el verdadero objetivo de la cita se revela en cuanto Emily le quita el papel de aluminio a la tarta casera que ha llevado para el ágape. Una esvástica queda al descubierto justo antes de que veamos en la pizarra las palabras: Hijas por la Unidad Aria. Momento en el que descubrimos que no es casualidad que todas sean blancas.
En la reunión, estas "Karens" neonazis se sienten en un espacio seguro para decir en voz alta comentarios e insultos racistas sin sentirse juzgadas. Pueden decir que el antirracismo sí existe, que están viviendo una "guerra multicultural", que la raza blanca está en peligro y también que son superiores.
No solo pueden expresarse libremente, se les agradece que lo hagan. Son blancas y están orgullosas de serlo. Formar parte de esa comunidad las hace sentirse poderosas e invencibles y será lo que desencadene la terrorífica secuencia del segundo y tercer acto.
A diferencia de otras películas de terror social que han abordado el racismo en los últimos años, la ópera prima de Beth Araújo no asume el punto de vista de quienes lo sufren. Sus protagonistas son un grupo de mujeres supremacistas blancas y las veremos perpetrar acciones terribles en tiempo real en un inmersivo, angustiante y escalofriante plano secuencia.
La amenaza de la fácil propagación del mensaje de la extrema derecha, repleto de consignas xenófobas, homófobas, tránsfobas y misóginas que aseguran que la raza blanca está en peligro de extinción e incitan a la violencia se materializa en esta asfixiante película. Pero el verdadero terror, es que los monstruos más peligrosos de esta ideología no son los que más gritan, los que llevan las capuchas blancas del Ku Klux Klan, las Karens que llaman al 911 con falsas acusaciones ni los que asaltan con violencia el Capitolio de los Estados Unidos.
Los monstruos de El club del odio, y lo que denuncia la cineasta de la vida real, son mujeres que, como en el título original de la película, son "Soft & Quiet": delicadas, dóciles y silenciosas. Una actitud que las hace parecer inofensivas y con la que pueden propagar su mensaje en redes sociales sin hacer ruido ni llamar la atención de los grandes medios de comunicación.
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Como hizo Phyllis Schlafly en la década de los 60, tal como vimos en la serie Mrs. America. A las mujeres del movimiento feminista le parecieron que sus tácticas eran inofensivas, y hasta ridículas, pero la estrategia ultraconservadora demostró ser altamente efectiva desde el inicio, con un mensaje unificado y sencillo y la apropiación positiva de símbolos del ama de casa tradicional para inspirar a su público potencial.
Muchas de ellas son influencers y promueven el movimiento conocido como #Tradwife, un término que acuña el concepto "esposa tradicional", y defiende el estilo de vida del ama de casa y madre de los años 50, dedicada a las tareas del hogar, ansiosa por tener una familia numerosa, defensora de los roles de género patriarcales y orgullosamente sumisa a su marido.
De Araújo dice que al investigar este movimiento mientras escribía el guion encontró que la mayoría de esas influencers son mujeres jóvenes con educación superior, que nunca suben el tono de voz, y son elegantes y hermosas, por lo que se convertían en un referente aspiracional para quienes las seguían. Emily es una representación de esas mujeres reales y puede verse el efecto que causa entre sus compañeras de grupo.
Pueden ser "soft & quiet", pero están organizadas, sus tácticas son sumamente peligrosas y su estrategia es a largo plazo. Y eso da mucho miedo, porque las protagonistas de El club del odio son propietarias de tiendas locales, profesoras infantiles, mujeres respetadas por la sociedad y de diferentes clases sociales. Mujeres que son vecinas, familiares, colegas, profesoras de los hijos de alguien y se esconden tras una sonrisa mientras reparten tartas caseras envenenadas.
El club del odio es intensa, escalofriante, cada vez más opresiva y profundamente incómoda, a pesar de dejar muchas de sus acciones más atroces fuera de plano. Es difícil de ver, pero quizá de eso se trata.
'El club del odio' está disponible en Filmin.