La llegada de la cocina a la televisión en forma de realities, concursos de talento y programas como Pesadilla en la cocina, nos ha mostrado a unos chefs gritones, maleducados, que creen que la única forma de imponerse es a base de malas formas. Pero ¿es real esa imagen que se da de lo que ocurre dentro de las cuatro paredes de un restaurante? Para acercarnos de una forma inmersiva y casi física a la verdad de las cocinas llega Hierve, la película de Philip Barantini que llega este miércoles a Filmin.
Una película basada en su corto que con un virtuoso plano secuencia nos mete de lleno en el frenesí del día más bullicioso de una cocina de un chef de prestigio con una vida persona que se tambalea. Una hoya que estuvo nominada en los premios del cine independiente británico y que cuenta con Stephen Graham como protagonista de un reparto coral para ofrecer una mirada poliédrica que funciona como espejo de la sociedad que se mueve fuera del restaurante.
¿Hierve fue primero un corto que ahora ha pasado a ser un largometraje, por qué decidió contar esta historia en forma de largo?
La idea original fue siempre hacer un largometraje, porque yo trabajé como chef durante 12 años. 15 en una cocina y 12 como chef, y vi cosas muy interesantes que pensé que podían ser buen material para un drama. Siempre tuve la idea de hacer algo sobre este tema cuando decidí ser director, pero pensé que sería mejor si primero hacíamos un corto para ver cómo lo recibía la gente, si les gustaba o les interesaba. Fue un corto de 20 minutos que ya era todo en plano secuencia. El corto estuvo en muchos festivales, ganó varios premios, y ahí dije, probemos a hacer el largo. Había ideas sobre como alargar la historia, que fuera en una noche, y también quise hacerla en un plano secuencia porque es muy visceral y pone al espectador en el viaje del protagonista durante una hora y media. Les metes en ese restaurante tan bullicioso.
Es una experiencia inmersiva.
Sí. Había muchos retos y cosas que hablar antes que decidir definitivamente que queríamos rodarlo así. Ha habido ya otras películas rodadas en plano secuencia, como Victoria o El arca rusa, pero todas tienen cortes escondidos en montaje, y yo no quería hacer eso, quería que fuera realmente un plano secuencia.
En un restaurante también está el racismo del día a día, que para mí como hombre blanco, era importarme reeducarme y hacer una investigación sobre este tema
¿No hay ningún corte ni ningún trucaje?
No, no, ninguno. Y era muy importante hacerlo así, porque quería que fuera inmersivo, y creo que teníamos que encontrar la forma de hacerlo en una sola toma. Primero buscamos la localización, porque en el corto era otra y aquí buscamos un restaurante real, no un decorado.
¿Y cómo fue para los actores rodar toda la película en un sólo plano secuencia?
Lo hicimos como si fuera un baile, con una coreografía que ensayamos durante tres semanas. El rodaje en sí iba a ser de cuatro días y cada día íbamos a grabarlo dos veces, así que al final íbamos a tener ocho películas, porque la idea era cada día rodarlo una vez. Esto fue en marzo de 2020, antes de que lleváramos mascarillas y empezara toda la pandemia. Ensayamos durante tres semanas y ya trajimos a los actores y fue un baile, donde los diálogos eran muchas veces improvisados.
Los ensayos acabaron un viernes y teníamos el fin de semana libre y el plan era rodar de lunes a jueves. Lo hicimos dos veces el lunes, estuvo bien, así que teníamos ya dos tomas enteras buenas, pero en mi cabeza la idea era que teníamos otras seis oportunidades para hacerlo bien, pero ese día, a las 3 de la mañana, me llamaron los productores y me dijeron: “mañana es nuestro último día, lo del covid es muy serio y vamos a entrar en un confinamiento en cualquier momento”. Estábamos todos muy asustados, fue muy tenso, así que rodamos finalmente al día siguiente, hicimos otras dos tomas, y la tercera fue la que usamos.
La cocina de la película es una metáfora del mundo de fuera que nunca vemos, el capitalismo salvaje, la precariedad, el racismo, las redes sociales…
Sí, es que un restaurante es como un punto de fusión. Nunca sabes lo que te vas a encontrar, quién puede entrar por la puerta. Pero el propio personal lo es. En una cocina o en un restaurante trabaja gente de todo el mundo, y eso había que mostrarlo. Quería poner un espejo sobre la realidad, y otro espejo el espejo en el microcosmos de la vida de estas personas. Todo el mundo tiene dos máscaras, la privada y la que enseñamos a la gente, y quería hablar de eso. Nadie es perfecto. La película muestra como una cocina es como el punto de ebullición de la sociedad. Está el racismo del día a día, que para mí como hombre blanco, era importarme reeducarme y hacer una investigación sobre este tema. Cuando decidí hacer la película vi que era importante hablar de eso, así que escribí el personaje de Andrea, la camarera. Cuando tuve a la actriz, me senté con ella a tomar un café y estuvimos cuatro horas hablando y ella me contó cosas que había vivido o que le habían pasado a sus amigas y para mí fue muy importante, porque nunca he experimentado eso y tenía que contar esas cosas, pero contarlas bien.
Ahora hay muchos chefs en la televisión como Jamie Oliver, y aquí en España otros como Chicote, que destacan por sus gritos y sus formas de tratar a la gente en una cocina. No sé si estas actitudes se dan en el mundo de los chefs o son una performance que se ha hecho popular.
Creo que es una mezcla de las dos cosas. Cuando yo trabajé en la cocina, empecé desde abajo, lavando platos, y luego me convertí en chef, y sí que experimenté que muchos chefs fritaban mucho y unos cuantos colegas acabaron muy quemados, es algo que pasa, pero creo que es mucho menos común ahora, porque muchos restaurantes y establecimientos tienen un equipo que tiene en cuenta la salud mental, el tema de las adicciones… hay más ayuda con estos temas ahora que cuando to trabajaba al principio, pero sí que hay chefs que gritan, que son volátiles. Depende del restaurante.
En las cocinas trabajé con chefs que no eran agradables y cuando alguien es agresivo yo no trabajo duro para ellos. En ese momento me dije a mí mismo que si me convertía en chef nunca trataría así a la gente
Has mencionado la salud mental, que ahora es un tema que, después de la pandemia, se ha puesto en el foco. Creo que la película habla también sobre eso, de cómo la salud mental se pone en peligro en ciertos ambientes de trabajo.
Sí, claro. Una de las razones para hacer esta película es que yo he tenido mis propias luchas con las adicciones y la salud mental cuando trabajé en el mundo de la cocina. Ahora estoy sobrio desde hace seis años, mi vida ha cambiado, uno de los motivos de hacer Hierve es poner luz ahí, y que la gente pueda decir, “ostras, es que soy yo”, porque hay mucha gente que tiene problemas de adicción, de salud mental, y yo quería decirles que estoy aquí para ti.
Con el tema de la salud mental, o con el suicidio, pasa que nunca sabes qué hay detrás de una persona. Es lo que decía antes de las dos máscaras, una puede mostrar una vida perfecta, pero no sabes que hay detrás, puede ser otra historia y quería mostrar que estás solo, todo el mundo pasa experiencias como estas, y más en estos días. Esta película se rodó antes de la pandemia, y ahora hemos vivido este periodo tan duro en nuestras vidas que la ha hecho casi más relevante de lo que nunca pensamos no sólo para la gente que trabaja en un restaurante, sino en cualquier industria en la que hay presión, y creo que incluso en el cine pasa lo mismo.
¿Se parece la profesión de chef a la de director de cine?
Honestamente, es muy similar. No pensaba que fuera a ser así cuando empecé a trabajar. En las cocinas trabajé con chefs que no eran agradables y cuando alguien es agresivo yo no trabajo duro para ellos. En ese momento me dije a mí mismo que si me convertía en chef nunca trataría así a la gente, y cuando lo logré decidí que mi equipo tenía que estar contento, que podían confiar en mí, que podían contarme sus problemas, traer ideas para platos, noches temáticas… era algo colaborativo, y ese aspecto lo he traído como director, porque es lo mismo, tú eres el centro del equipo, pero hay que ser un equipo y que la gente de alrededor tenga confianza en ti, me dé su opinión e ideas, porque somos una familia y tenemos que hacer juntos la mejor película que podamos.
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