Hay un cambio evidente en Disney y Pixar que pasa por ser conscientes de una falta de diversidad que afectaba a sus equipos creativos (donde históricamente no ha habido ni mujeres ni personas racializadas) y a las historias que contaban. La sociedad ha cambiado, y la industria del cine debe acompañar esos cambios. Así que, Disney, que antes que nada es una empresa inteligente y resolutiva, decidió poner cartas en el asunto pronto. La prueba se empieza a ver en los últimos años de forma evidente, con mujeres a los mandos y con historias que por primera vez miran a otras partes del mundo.
Lo hemos visto en Luca, en Raya y el último dragón, y ahora en Encanto -que sigue en cines pero que llega en forma de regalo navideño a Disney+ el 24 de diciembre-, en la que Disney se fija en América Latina para construir un musical colorido, brillante, emotivo y realmente bonito. Concretamente se fijan en Colombia, de donde es la familia protagonista, los Madrigal. Un núcleo familiar que huyó de la violencia del país y acabó construyendo su propio hogar con una casa central que es mágica, y reacciona como un miembro más. Todas las personas de la familia tienen un don… menos la pobre Mirabel, una protagonista que, de primeras, rompe el aspecto canónico de las protagonistas de Disney. Es latina, no es guapa, ni alta, ni delgada. Es una mujer real.
El conflicto surgirá cuando Mirabel tiene una visión que anuncia que la magia de la familia se acaba e intentará solucionarlo, pero sin la confianza de nadie. Una historia de superación clásica que no innova en esa parte, pero sí en todo lo que la rodea. Primero por apostar por el universo colombiano, que retrata con cariño y visualmente de forma apabullannte. Segundo, porque el espíritu colombiano se traslada también a la trama.
La fundación de la familia surge por el desplazamiento forzado que sufrieron miles de familias en Colombia. La película no lo sugiera, sino que lo aborda y la resolución del conflicto tiene que ver con ello. Además, esto se materializa en un momento que queda para la historia de Disney. Esa rememoración del pasado trágico a ritmo de la canción Dos Oruguitas es una de las escenas más bonitas de 2021, y la canción de Lin-Manuel Miranda cantada por Sebastián Yatra debería ganar el Oscar este año.
Aquí está el otro gran acierto de Encanto, en su excelente banda sonora que la convierte en un musical que apuesta por los ritmos latinos con gracia, acierto y mucha magia. Las canciones escritas por Lin-Manuel Miranda son un disfrute y la película es mucho mejor que otros muchos musicales llegados este año. No apuesta sólo por la música típica colombiana, pero sí bebe de ella para enriquecer sus composiciones. Hay canciones que beben del pop, otras con partes rapeadas, las clásicas baladas Disney… todas funcionan y todas van acompañadas de una cuidada puesta en escena animada. Alguna bebe incluso de grandes éxitos de la casa, como ese Surface Pressure que recuerda a las musas de Hércules. También destaca el espectacular We don’t talk about Bruno.
También hay que destacar la apuesta porque todo el doblaje (al menos en versión original) sean actores colombianos. No hay un acento forzado, tampoco escondido. Hablan con son ellos, apostando por la naturalización de los acentos y de las formas de hablar, además de incorporar palabras españolas.
Puede que Encanto no sea una de las obras maestras de Disney, al final su apuesta por el amor familiar ya la habíamos visto antes y no hay grandes novedades, pero sí que es una de las que confirman que están en la buena dirección cuando al mirar a otras culturas no se instaura el simple postureo, sino que consiguen trasladar parte de la historia y del imaginario popular de un sitio y contagiar su magia. Una preciosa apuesta para ver con toda la familia estas navidades.
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