¿Son gais Luca y Alberto? Desde el estreno de Luca en Disney+ el pasado viernes, la película de Pixar ha provocado un apasionado debate en las redes sociales, incapaces de ponerse de acuerdo en si la condición de monstruos marinos que deben ocultar los protagonistas es, en realidad, una alegoría de la homosexualidad. Basándonos en lo que se verbaliza, la respuesta es simple: no. Su subtexto es más complicado.
Los protagonistas de Luca son dos niños que disfrutan de un verano que cambia sus vidas para siempre, mientras ocultan a todos los que están a su alrededor cuál es su verdadera naturaleza. La premisa y las primeras imágenes que Pixar lanzó el pasado año hicieron saltar las alarmas entre aquellos que habían sentido que Disney había jugado con sus expectativas con la sexualidad de Elsa en Frozen y su secuela.
La versión oficial de Disney tiró por tierra las esperanzas de los que esperaban encontrar al primer personaje LGTBI en una de sus historias. El director Enrico Casarosa explicó a Entertainment Weekly que “tenía muchas ganas de hablar sobre una amistad [entre dos niños] antes de que vinieran novios y novias para complicar las cosas”, insistiendo en que la relación entre los protagonistas era “platónica”. Eso no quiere decir que no sean gais. Tampoco que no lo sean. Simplemente Luca no va de eso, al menos en la superficie.
Sin embargo, es difícil no fijarse en lo que esconden algunas escenas clave en esta historia de iniciación. La secuencia en la que Luca, aterrorizado de la reacción que puedan tener los habitantes del pueblo cuando descubran su verdad, se une a estos cuando ven que Alberto es en realidad un monstruo. El protagonista acaba llamando a su mejor amigo aquello que no quiere que le llamen a él.
Más escenas refuerzan las teorías de aquellos que, como Mulder en Expediente X, quieren creer. Varios personajes dejan caer lo que la película parece no atreverse a decir en alto. Esa madre que habla de su preocupación porque Luca elija quedarse a vivir en un mundo hostil, hasta que la abuela da la clave. “Habrá personas que nunca lo aceptarán. Pero otras sí, y parece que ha sabido encontrar a las buenas”. Poco antes, el cazador que vivía por y para cazar monstruos marinos llegaba a su propia moraleja, zanjando que “no sois unos monstruos, sois Luca y Alberto”.
Hay otra escena que el propio director destacó a SERIES & MÁS como el momento que realmente resume de qué habla Luca. Esas dos ancianas que deciden salir del armario (como monstruos marinos) cuando se dan cuenta de que el pueblo en el que viven por fin está preparado y dispuesto a aceptar su verdadera identidad. Es demasiado tentador imaginarse a las dos mujeres como las Elisa y Marcela de Porto Rosso.
Que una película evite deletrear un subtexto no quiere decir que este no sea real. Años después del estreno de X-Men, el director Bryan Synger reconoció que la cinta de superhéroes hablaba indirectamente de la discriminación de la sociedad contra los homosexuales. En su segunda parte, uno de los personajes (Iceman, gay en los cómics) directamente salía del armario (como mutante) ante su familia.
No es el único caso. Gore Vidal, guionista de Ben-Hur, confesó en 1995 que la relación entre Messala y el protagonista estaba marcada por una relación íntima que habían mantenido en su infancia. "Tenías que ser muy bueno a la hora de proyectar subtextos sin decir una palabra sobre ellos", explicaba en el documental El celuloide oculto, donde también confirmaba que el director William Wyler estaba en la misma página. Quizás haya que esperar unos años a que Enrico Casarosa vuelva a hablar de Luca sin la presión de tener al gigante Disney detrás.
Más allá de las interpretaciones a las que da pie el subtexto de la historia de Alberto y Luca, sería un error contraproducente que la comunidad LGTBIQ+ aceptara la última cinta de Pixar como canon en materia de representación. Viene a la mente uno de los momentos más memorables de La red social, de David Fincher. En mitad de una declaración jurada, Mark Zuckerberg explica al hombre que le denuncia que “si hubieras inventado Facebook, habrías inventado Facebook”. Las magistrales palabras de Aaron Sorkin vuelven a ser válidas aquí.
Si Luca fuera una película gay, sería una película gay. Los espectadores que ansían verse representados en la pantalla no deberían celebrar una historia que no quiere o siente que no puede dar el paso que, irónicamente, sí dan sus protagonistas en la ficción. Este mismo año, Los Mitchell contra las máquinas tenía como protagonista a una adolescente lesbiana. La realidad es que solo había una frase y un pin con los colores de la bandera del colectivo para dejarlo claro, mientras su hermano pequeño tenía un interés romántico con una presencia mucho más subrayada en la trama.
Mientras los guiños a la comunidad LGTBIQ+ sean concesiones que los grandes estudios pueden eliminar para poder estrenar las películas en mercados más conservadores, no hay medallas para nadie en Hollywood. Tampoco para aquellos que demuestran no haber entendido nada cuando confunden creer que dos niños pueden ser gais con sexualizar la infancia. Todavía nos queda mucho por hacer.