Con la falta de divisas extranjeras y reservas de oro tras la Guerra Civil, el aperturismo convirtió a España en un gran plató de cine. Figuras como la del productor Samuel Bronston facilitaron el rodaje de grandes películas utilizando el patrimonio arquitectónico español como parte de los impresionantes sets de rodajes de la época. Generando además un gran impacto económico en la malograda España de Franco. Con una enorme movilización tanto del ejército como de los miles de extras disponibles en cada ciudad, España atrajo la inversión extranjera, generalmente utilizando actores y productores italianos como intermediarios.
De esta forma, Chinchón ha sido Cádiz, Macao e incluso Jerusalén, una suerte de transmutación que solo el cine podría facilitar. Por su plaza han pasado Cantinflas, Orson Welles o Claudia Cardinale entre muchos otros. En las décadas de 1950 y 1960, este pueblo a 50 kilómetros de Madrid se convirtió en el escenario habitual de grandes producciones de Hollywood. Su icónica plaza, así como su cercanía con Madrid y las amplias llanuras que rodean al pueblo, lo convirtieron en un lugar excepcional para que el cine obrase su magia.
El último en llegar a esta localidad madrileña ha sido Wes Anderson que rodará allí su nueva película, de la que todavía no se cuenta con mucha información, pero en la que ya sabemos que participarán Tilda Swinton, Bill Murray, Tom Hanks o Scarlett Johansson, entre otros. El director de Moonrise Kingdom ya ha mandado levantar nuevos escenarios donde antes había solo campos de cultivo, de nuevo conjurando la magia del cine. Sin embargo, a pesar de su amplia historia como plató, no es difícil preguntarnos: ¿Qué ha visto Wes Anderson en Chinchón?
Las mil vidas de Chinchón
El camino que separa Chinchón de Colmenar de Oreja forma parte del páramo que se extiende por el sureste de la Comunidad de Madrid hacia Castilla La Mancha. Las grandes extensiones de terreno, allanado y trasformado por el hombre en campos de cultivo, ha favorecido la creación de escenarios cinematográficos.
En el año 1961, Nicholas Ray comandaba un ejército de extras que debían ascender los cerros pelados del municipio hacia un joven Jesucristo, interpretado por Jeffrey Hunter. El equipo de Rey de Reyes escogió Chinchón como localización del Sermón de la Montaña, convirtiendo durante varios días los campos meridionales del pueblo en el Monte Eremos.
Es en esta zona donde se erigen ahora entre meloneras y olivares una estación de ferrocarril y un desierto, creados ad hoc para la nueva producción de Anderson. Al mismo tiempo que se han levantado grandes paneles que bloquean la vista de los pueblos circundantes. El secretismo que rodea a su nueva película no permite a nadie acercarse, utilizando personal de seguridad para evitar cualquier intrusión.
El amor por la estética que el director arrastra desde sus primeros trabajos es ampliamente conocido. En esta nueva cinta intentará recrear un paisaje desértico que recuerda a Monument Valley, en Estados Unidos. La empresa encargada de la producción, Indian Paintbrush, es ya una habitual en los proyectos del estadounidense. La meticulosidad por la recreación de estos 'dioramas', con tonos pastel y una sensación de irrealidad armoniosa, se puede apreciar en las imágenes que algunos han podido tomar desde los campos adyacentes.
Una plaza de cine
En 1956, Chinchón fue México con todos sus habitantes volcados en la corrida de toros de La vuelta al mundo en 80 días con Michael Anderson y John Farrow a la dirección. Cantinflas toreó durante horas una vaquilla y el torero Luis Miguel Dominguín actuó como matador en la propia película. A los 6.500 extras que abarrotaron la plaza se les añadieron otros 3.500 de pueblos cercanos, todo para dar la sensación de monumentalidad que sus directores buscaban. Engalanando las terrazas que rodean la plaza con mantillas y abalorios.
Las casi 10.000 personas que participaron en el rodaje, no solo lo agilizaron, sino que facilitaron tanto la producción que, en agradecimiento, el propio Dominguín preparó una capea en la que también toreó Cantinflas para disfrute de todos los extras.
A estos rodajes habría que sumarles los de Henry Hathaway en El maravilloso mundo del circo, que utilizó de nuevo su Plaza Mayor como escenario para varias de sus escenas, inmortalizando a Claudia Cardinale en uno de los descansos de la película, junto a la silla del propio Bronston, el magnate cinematográfico con sede en Las Matas que facilitó la llegada de Hollywood a nuestro país. John Wayne y Rita Hayworth se dejaron ver paseando por las calles del pueblo, a pesar de su mala relación durante una grabación en la que Hayworth se presentaba tarde en sus escenas, en ocasiones olvidando sus propias líneas.
La primera vez que Orson Welles pisó Chinchón fue durante el rodaje de Campadas a medianoche, una adaptación de su propia obra de teatro. El inmortal director decidió utilizar el pueblo como escenario de la película, junto con Fernando Rey y Jeanne Moreau. Fue durante esta época que Welles se enamoró del municipio, llegando a decir las malas lenguas que fue en Chinchón donde el director quería ser enterrado, no Ronda, donde descansan sus cenizas desde 1986.
En el año 1968, la volvería a visitar la localidad madrileña para recrear entre sus calles la ciudad de Macao. Las vigas de madera se llenaron de farolillos y carteles con caracteres chinos. Se buscó a todos los camareros posibles de restaurantes asiáticos en Madrid para que hiciesen de extras, y así Chinchón acabó siendo Macao para todas las escenas en exteriores de Una historia inmortal, una adaptación de un relato de Karen Blixen, autora de Memorias de África.
Wes Anderson en Chinchón
En el año 1992, el arquitecto Salvador Pérez de Arroyo, propuso a la municipalidad pintar la plaza de color azul, el tono con el que fue decorada en el siglo XVII. Se llevó a cabo un referéndum en el que participaron todos los habitantes de la localidad, escogiendo el verde como opción definitiva. Una decisión que buscaba atraer aún más el turismo a la zona, dándole un cariz de "cuento de hadas", como recogía la prensa de la época.
Coincidencias a aparte, los colores pastel tan habituales en la gama cromática de las películas del director, su gusto por la simetría y el horror vacui en sus películas, casan perfectamente con la estética que su plaza tiene desde mediados de los años 90. Aunque todavía resulta un misterio saber qué hará del pueblo a través de la cámara.
Anderson ha dicho en varias ocasiones que su intención durante los rodajes es la de crear un clima de familiaridad, intentar que todo el mundo pueda vivir y dormir en el mismo sitio. Una idea que parece le llevó, en parte, a elegir Chinchón como escenario de su película. Todo el elenco artístico y técnico se alojará en el Parador hasta el 1 de diciembre, conviviendo en el antiguo monasterio reconvertido en hotel en 1982.
Se estima que esta nueva producción deje unos tres millones de euros en el pueblo, una cifra aproximada, pero que se repartirá entre los negocios de la zona, los extras que ya están siendo contratados, así como los servicios de restauración y los pagos en señal de compensación a los dueños de los campos escogidos para las localizaciones.
Entre el pueblo y el set que se levanta a uno kilómetros de Chinchón, se ha construido una carretera que facilitará el transporte del equipo hasta la zona. Quién sabe si esos mismos decorados podrán ser disfrutados en un futuro por los turistas, prolongando aún más la relación entre la gran pantalla y la localidad madrileña.