Por mucho que se queje la gente, este año las ocho películas nominadas al premio Oscar al Mejor filme son estupendas. Pero aquí ya hemos nombrado sus virtudes, así que vamos a sacar nuestro lado más ‘hater’ para sacar lo peor de todas ellas. Mandemos a la hoguera a las candidatas, seamos unos cascarrabias y veamos todo lo negativo de las ocho candidatas al Oscar.
'Nomadland'
La persona que decidió que Ludovico Einaudi pusiera música a Nomadland debería ser detenida y juzgada. La banda sonora del compositor es lo opuesto al estilo de la directora Chloé Zhao. La intimidad de su cámara y de su propuesta choca de bruces con esa música intrusiva y sentimentaloide. Einaudi te mete el dedo en el ojo para que te emociones si no lo habías hecho ya. La gran favorita para la victoria ofrece, además, una critica tibia y cobarde a la sociedad de EEUU. No señala a los culpables y un poco más y acaba patrocinada por Amazon, que dejó rodar en sus almacenes cuando su modelo de economía es uno de los culpables de la situación en la que se encuentran muchos de estos nómadas.
'Una joven prometedora'
Comedia negra, género adolescente, romántico, 'rape and revenge'… Una mezcla tan arriesgada que a veces se hace bola. Un popurrí de referencias mal batidas. Cine posmoderno que mezcla los colores pastel y la música pop para esta venganza feminista. Un tercer acto que se pierde y que termina con el final menos empoderador. Hay que dar todo un salto de fe para creerse la culminación de la venganza de Cassie.
'Mank'
El homenaje de Fincher al cine de los 40 y a Ciudadano Kane acaba convirtiéndose en una imitación. Los quemados, las lentes, los cortes, la música… acaba siendo el mejor imitador del mundo, pero sin alma. Fincher es tan perfeccionista que acaba resultando gélido. Todo es frío y el espectador acaba sin importarle lo que le pase al pobre Mank. Las referencias al cine clásico son tan constantes y apabullantes que parece que el director esté queriendo dejar en ridículo al público medio que no pillará ni la mitad de guiños y acabará mareado.
'Minari'
La película moñitas del año. Un cuento bienintencionado, mono y de buen corazón de una familia coreana que se muda a EEUU para emprender una vida mejor. Parece que se va a atrever a criticar al sueño americano, pero acaba siendo una loa a la cultura del esfuerzo. Da igual todo lo malo que les pase, siempre tendrán una nueva posibilidad si se quieren mucho… Un mensaje tan optimista que empalaga.
'Judas y el mesías negro'
Un thriller de gangsters que vale más por atreverse a denunciar que el FBI mató a Fred Hampton que por sus méritos cinematográficos. Todo es correcto, todo está en su sitio… y ya. La trampa que han hecho en las categorías interpretativas es de traca. Ni Lakeith Steinfield ni Danie Kaluuya deberían competir como secundarios, los dos son protagonistas y han acabado acaparando una categoría en la que no deberían estar. Un clásico timo de los Oscar.
'El juicio de los 7 de Chicago'
Sorkin siendo Sorkin. Ese es el resumen de El juicio de los 7 de Chicago. El guionista más celebrity de Hollywood no se separa ni un milímetro de lo que se espera de él. Todos los personajes hablan como personajes de Sorkin, con un coeficiente intelectual de 130 y a la velocidad del rayo mientras un montaje paralelo nos trenza varias escenas dando la sensación de ritmo frenético. Su escena final nos muestra su peor versión, la idealista moñas que quiere emocionar al espectador con un discurso facilón.
'Sound of metal'
Una película que otro año los académicos directamente ni hubieran visto. Un filme correcto, lleno de buenas intenciones y con una gran interpretación que no es más que un drama de superación que hemos visto mil veces. En un año con estrenos potentes y sin covid, el filme de Darius Mader hubiera sufrido para conseguir la nominación de Ahmed, pero este año es la sorpresa con seis candidaturas.
'El padre'
La enésima adaptación teatral en forma de película que engaña a los Oscar. Al menos ha sido El padre y no el ladrillo de La madre del blues. Sí, Anthony Hopkins está pletórico, pero una vez pasa el efecto sorpresa del tono de thriller no es más que un dramón sobre el alzheimer con una escena final que se pasa de efectista y dramática.