La crisis económica de 2008 provocó un terremoto en todo el mundo, pero especialmente en aquellos países donde el estado no protegió a sus ciudadanos. En EEUU, por ejemplo, muchísimas personas vieron cómo tenían que abandonar sus casas al no poder pagarlas lo que provocó un aumento considerable de una comunidad nómada que vive en caravanas y viaja por todo el país en busca de trabajos precarios para sobrevivir. Las empresas, además, se aprovechan de estos ciudadanos, que en su mayor parte pertenecen a una población mayor que deberían pensar en jubilarse en vez de en trabajar en almacenes de Amazon para subsistir.
Una comunidad a la que nadie ha mirado. Son los expulsados del sistema, los olvidados que ahora ha rescatado el cine gracias a la mirada de la cineasta Chloé Zhao, que ha dirigido una de las películas del año en Nomadland -que llega este viernes a las salas-. Zhao, que ya demostró su sensibilidad y su capacidad de mirar sin juzgar a la América profunda en The Rider, adapta el ensayo periodístico del mismo nombre de Jessica Bruder, y pone a Frances McDormand en el centro del relato como una mujer que al perder a su trabajo y a su marido vende todo y se lanza a la carretera con su caravana.
McDormand es el verdadero motor del filme, ya que cuando leyó la obra supo que había que hacer la película. Fue ella la que pensó en Zhao, y la elección no pudo ser mejor. Juntas han parido un filme que puede hacer historia en los próximos Oscar. Es la gran favorita, y Zhao no parece tener rival en la categoría de Mejor Dirección, donde se convertiría en la primera asiática en ganarlo y en la segunda mujer en lograrlo tras Kathryn Bigelow.
La actriz es la única profesional en la película junto a David Strathairn, mientras que el resto de personas son nómadas reales que se encontraron durante el rodaje y cuyas historias enriquecieron un filme que tiene una sensibilidad única. Nomadland ha sido comparada con Las uvas de la ira, otro relato sobre los expulsados por EEUU. La directora califica la comparación como “un honor”, pero cree que eso demuestra que “América es un país muy joven” y “que la situación económica en la que se encuentran aquellos personajes reverbera en los de la película e incluso ahora, cuando han pasado diez años de la época en la que se desarrolla Nomadland ves que en 2021 estamos viviendo una nueva versión de todo esto”.
Uno de los grandes logros de Zhao, y algo que ya estaba en The Rider, es su forma de mirar a los ojos de la gente que retrata. No hay condescendencia y saca la dignidad de todos ellos. Son víctimas pero no les pone sólo como seres sufrientes. Algo que ella reconoce en una entrevista con EL ESPAÑOL, donde subraya la importancia de “no sentir pena cuando vas a una comunidad”. “Da igual que sea una reserva en Dakota del Sur o la comunidad nómada que encima sufre una terrible situación económica. Tienes que mostrar su lucha, pero tienes que mostrar la dignidad humana, eso es muy importante y me encanta que lo reconozcas, porque para mí todo el mundo es un héroe de su propio viaje”, apunta y deja claro que su máxima es que “cuando puedes celebrar la dignidad humana, tienes que hacerlo, porque eso también nos hace creer que el mundo es un sitio mejor donde vivir”.
Cuando puedes celebrar la dignidad humana, tienes que hacerlo, porque eso también nos hace creer que el mundo es un sitio mejor donde vivir
Aunque la crítica ha sido casi unánime y ha ganado todos los premios previos al Oscar, hay quien acusa a Zhao de no ser suficientemente explícita en su retrato, que cuesta encontrar la crítica al sistema que expulsa a estas personas, algo que ella explica así: “Cuando hago películas, espero que el público saque cosas diferentes dependiendo de quién la vea. Hay gente que cree que es una película política y otros que piensan que no lo suficiente, y me parece bien que piensen así, porque lo importante es generar conversación. Yo no quiero hacer cosas de un sólo sentido que te digan lo que tienes que pensar”.
“Para mí, cada fotograma de la película muestra los efectos secundarios de la economía capitalista para la generación mas mayor, que es una generación que no contribuye a la economía en la forma que el sistema necesita, y se convierten en desechables para ellos, y eso está en todos los fotogramas del filme. Algunos necesitarán una voz más alta para sentirse cómodos, pero no es como yo cuento historias”, zanja Chloé Zhao.
Dentro de menos de dos meses se confirmará si Zhao hace historia, y aunque todos lo demos por hecho y se le pregunte por ello deja claro que “no he ganado todavía, sólo estoy nominada, no asumamos cosas…”. Su nominación es la muestra de que algo “está cambiando, era una cuestión de tiempo que viéramos más diversidad en el tipo de historias que se cuentan, porque no siempre depende de quién la cuente, sino de la historia que se cuenta. Yo creo en el Ying y el Yang, y ese equilibrio se tiene que lograr. Ha costado mucho llegar hasta aquí, pero creo que sí que está cambiando”, dice la directora que no duda en decir que la verdadera heroína ese día será su compañera Emerald Fennell, que está nominada en la categoría de dirección por su ópera prima, Una joven prometedora, otro peliculón que demuestra la importancia de darles voz a las mujeres.