La pandemia ha puesto una lupa en nuestras debilidades. Una luz sobre los más débiles, los más abandonados. Aquellos a los que nunca miramos, menos cuando ocurre algo. El coronavirus se ha cebado con nuestros mayores. Sobre todo, aquellos que estaban en residencias, lejos de sus familias. Somos una sociedad que abandona a sus padres y abuelos cuando molestan. Pagamos a alguien para que les cuide y dejamos de mirar atrás. Es la única forma de avanzar. El ritmo del día a día hace que, casi nadie, pueda permitirse tener a su cargo a quienes antes cuidaron de ellos. Una cruel paradoja del mundo en el que vivimos.
Es curioso que una película rodada justo antes de la pandemia, pero que se estrena ahora, aporte tanta claridad sobre este asunto. Se llama El agente topo, y es una joya chilena -con producción española- que opta al Oscar como Mejor documental. Un filme con alma de película de espías que coloca la cámara en torno a Sergio, un hombre de 80 años contratado por una agencia de investigación como imposible James Bond para ver qué ocurre en las residencias de ancianos chilenas.
Allí llega él, cargado con un carisma que ni las estrellas de Hollywood, y lo que hace es enamorar a todas las personas que se encuentra, también a los espectadores que caen rendidos a la naturalidad y a la emoción de todo lo que ven. El agente topo no quiere denunciar las malas praxis en las residencias. Al revés, encuentra una donde todos se comportan a la perfección, y lo que ahí descubrimos es que nosotros somos los que hemos abandonado a los nuestros. Que una llamada al mes no es suficiente. Que una visita al trimestre es una vergüenza, y que en estas comunidades algunos se hunden, pero otros forman unas relaciones hermosas y llenas de verdad. Una película que toca y deja tocado.
Todo lo que vemos en El agente topo es real, aunque su apuesta por un documental diferente hace que haya quien dude, pero como cuenta su directora, Maite Alberdi, la idea era “hacer un documental con aire de cine negro sobre las residencias, pero cuando encontramos al protagonista me hizo cambiar el foco, lo importante no es la película de detectives, sino la emoción de lo que encuentra. Partimos de un filme noir, pero es un documental sobre la soledad de las personas en la tercera edad”. Sergio no es un actor, sino que realmente se presentó a un anuncio de esta empresa de espías que coloca anuncios para infiltrarse en residencias cuando algún familiar sospecha que puede haber algún caso de maltrato.
La película tienen una idea clara, y Maite Alberdi lo dice sin rodeos. “Intento abrir los ojos y que nos demos cuenta de que la sociedad ha cambiado muy rápido, y pasamos de tener a adultos en nuestras casas a meterlos en una residencia, que está bien, y muchas veces es necesario, pero desconectan de su vida anterior. Hay que entender el dolor que supone para ellos, ya no son más parte de la vida, lo peor que les puede pasar es una residencia porque socialmente asumimos que la residencia es el último estadio donde la persona deja de formar parte de la interacción social. Vamos una vez al mes, pero no es suficiente. No quiero decir que haya maldad, pero lo que no hay es tiempo, y la gente hace lo que puede que es muy poco. Hay que cultivar ese lazo, no estigamtizar a las residencias, porque aunque muchas no funcionan buen, otras hacen lo que pueden”, cuenta la directora a EL ESPAÑOL.
Intento abrir los ojos y que nos demos cuenta de que la sociedad ha cambiado muy rápido, y pasamos de tener a adultos en nuestras casas a meterlos en una residencia
La película no se centra en las penurias, pero no esconde la soledad, el abandono que sufren y que es culpa de todos, pero sobre todo de los más cercanos. Vemos cómo las enfermeras llaman a las ancianas cuya familias ni se acuerdan de descolgar el teléfono, las fiestas en las que ellos bailan, ríen y hasta se enamoran. También momentos más oscuros, la pérdida de lucidez, la marcha de un compañero… Una tragicomedia que hace que la risa y el llanto se junten en un tono que según Alberdi nació “de forma natural”. “Es lo que yo viví. Me lo pasé bien con ellos, gocé con ellos, y si yo disfruto no podía contar otra cosa. Yo recuerdo reírme todo el tiempo. Nuestras experiencias y las de ellos se nutren mutuamente, y sí viven dolores profundos, pero lo pasan bien, y no es excluyente, está lleno de matices”, aclara.
Es curioso cómo una película se resignifica dependiendo de cuando se estrene, y con el coronavirus El agente topo nos emociona de otra manera. Su directora reconoce que “ha cambiado su lectura”, porque “es un tema que se ha ido visibilizando durante la pandemia y lo tenemos más consciente, y esta película profundiza y plantea nuevas preguntas, cambia los prejuicios, no basta con culpar a las residencias de todo cuando en muchas ocasiones hay responsabilidades compartidas. No son hospitales ni son familias, y hay que establecer un vínculo social. Aislamos a las personas mayores sin establecer ese vínculo. No les vamos a ver. No son parte del diálogo social, ni político ni familiar, y hay que cambiar el foco de la pregunta”, asegura la directora, que ahora confía en que Sergio cumpla su última misión: enamorar a Hollywood y ganar el Oscar.