Durante los últimos días, el flamante nuevo hotel RIU de la Plaza España de Madrid se ha encendido todas las noches con una cuenta atrás de luces. Anunciaba la llegada de Sky Rojo, la nueva apuesta de Netflix con la que pretende reventar el algoritmo. Sólo hay que ver el despliegue que han hecho para hacerse una idea de que ellos consideran que tienen entre manos un nuevo bombazo. No es raro que lo piensen, es la nueva apuesta de Álex Pina y Esther Martínez Lobato, los creadores de La casa de papel. Pina es uno de los creadores estrella de la plataforma y aquí vuelve con otra serie frenética y con muchos puntos en común.
Sky Rojo es la historia de tres prostitutas (Verónica Sánchez, Lali Espósito y Yani Prado) que escapan de su proxeneta (Asier Etxeandia) tras sufrir una agresión. Las perseguirán dos matones con los rostros de Enric Auquer y Miguel Ángel Silvestre en una serie con aroma de road movie canalla que bebe de Tarantino. Una serie que juega al exceso y de la que sus creadores y protagonistas nos dan las claves.
Drama de 25 minutos
Una de las señas características de Sky Rojo es su duración, atípica para una serie dramática, y jugar con ese formato estaba en el nacimiento de la ficción. “El inicio era hacer drama de 25 minutos y encima hablando de la trata y de la prostitución. A partir de ahí queríamos generar un vehículo, un ADN para todo lo demás. La complicación que tenía la serie es que era un vehículo de entretenimiento pero queríamos que tuviera una carga de profundidad, que golpeara al espectador, le concienciara y le tocara”, cuenta Álex Pina a SERIES & MÁS.
Del creador de 'La casa de Papel'
La etiqueta viene puesta desde el inicio. Sky Rojo es la nueva apuesta de los creadores de La casa de papel, algo que es un seguro de vida para los espectadores, pero también una losa de presión por las expectativas. Pero para Miguel Ángel Silvestre era “un privilegio” y pudo reconocer ciertos recursos estilísticos mientras rodaba. “Era inevitable reconocer ese humor, el cinismo, la parte nostálgica de algunos personajes, esos discursos de Romeo que cuando los leí en el guion dije, ostras es que reconozco ese nivel de profundidad para llegar luego a la comedia, o a la acción”, apunta para dejar claro que “sin parecerse mucho a ella, también tiene que ver mucho con ella”.
Lali Espósito confiesa que “da tranquilidad al espectador”, pero ellos sabían que se entregaban a gente que “ve la ficción de una forma diferente al resto y con el nervio de que estaban haciendo algo distinto, y ahora la ansiedad de ver cómo la va a recoger el público”. A Yani Prado la tranquilidad se la da, precisamente, “que no tienen nada que ver”, aunque confía en que “tenga el mismo éxito”.
Ritmo frenético
Una de las señas de identidad de la serie es el ritmo frenético, la apuesta por el exceso, algo que como dice Verónica Sánchez, con “ver el primer capítulo se da cuenta de que no es sólo una más”. “Es tan inesperada, frenética, tiene decisiones valientes desde el guion, pero luego en el montaje, en la música… a nosotros que conocíamos el guion nos ha sorprendido cuando lo hemos visto, ver cómo contaban una escena, y si nos sorprende a nosotros, espero que al resto también”, opina la protagonista.
Era inevitable reconocer ese humor, el cinismo, la parte nostálgica de algunos personajes, esos discursos de Romeo que cuando los leí en el guion
Una estética que su compañera Lali Espósito define como “con personajes casi de cómic, también en la estética” y que para Asier Etxeandia parte de “un guionaco” que se ha consolidado en “algo muy bestia, macarra, valiente, sin miedo y que va hasta el final”.
La trata desde la acción
Sky Rojo habla de la trata de la prostitución y la trata de blancas, pero lo hace desde la acción, el humor negro y el brilli brilli, algo que puede generar controversia pero que todos sus protagonistas creen que no tiene porque ocurrir. “Si porque es entretenimiento piensas que se está frivolizando es un error, y no has visto mucho cine en tu vida. No se puede acusar de frivolizar por usar las armas que tenemos, la creación. Si no, estaríamos haciendo documental”, zanja. Coincide con Yani Prado, que subraya que esta serie “es un tercer acto constante, que quiere entretener y no adoctrinar, lleno de adrenalina, de colores y brillos. No nos metemos en dilemas como si fuera un documental”.
Asier Etxeandia es consciente de que “siempre va a haber detractores, y más en esta era en la que todos opinan y hay que ser políticamente correcto, pero yo odio eso, nos quita toda la organicidad, y en el arte no hay que juzgar, hay que ir hasta el final. Habrá gente que se quede en la superficie, será reductiva, pero yo creo que esta serie será un empoderamiento de la mujer brutal. Hay un ensalzamiento de la mujer y hace abrir los ojos con lo que ocurre con la trata que es un tema jodido”.
Por si acaso hay dudas, Álex Pina aclara que la idea era usar la acción como “caballo de Troya”. “Es complicado y ahí está el riesgo, en usar un género que parece superficial como la acción para meter cargas emocionales, para intentar conmover, encontrar el equilibrio para meter el caballo de Troya que lleva la serie. Son combinaciones de género que no nos parecen habituales y las exploramos con más o menos fortuna. Cuando la estábamos escribiendo nos dimos cuenta de que cuando se habla de la trata, había una cosa que nos ponía los pelos de punto, y es que el proxeneta hablaba con orgullo de la prostitución, lo hacía con una impunidad atroz, y creemos que con ese cinismo, con la comedia negra, podemos llegar más y tenemos una finalidad de generar, al menos, un poso de conciencia”.
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