En una edición extraña del Festival de Cine de San Sebastián, tocaba la emoción para la despedida. La trajo Fernando Trueba en El olvido que seremos, la película con la que ha cerrado fuera de concurso la Sección Oficial. El director ha tocado el corazón de los espectadores con su adaptación -escrita por su hermano David- de la novela de Héctor Abad Faciolince. Una obra que había encandilado a millones de lectores de todo el mundo y que le llegó como encargo, aunque parezca un filme que sale de su propio universo.
La novela es el recuerdo de un hijo de su padre -el del propio escritor-, médico, activista y un defensor de la sanidad pública que luchó por las medidas de higiene que acabó asesinado por orden de un gobierno corrupto que no quería voces disidentes. Una historia de compromiso, que en su lectura política entronca con ese momento tan importante por el que pasa el mundo. En la historia vemos la importancia de nuestra sanidad, y todo retumba más que nunca en nuestro interior.
Una historia a dos tiempos, el pasado en el que se describe la relación del padre con sus hijos. Un padre que no tiene miedo a besarles y consentirles, pero que les da una educación basada en poner en duda todo y en pensar por sí mismos. La otra en el momento en el que el hijo ya crecido regresa para acudir a un acto en honor a su padre, obligado a dejar la universidad por sus ideas de izquierdas. Allí se encontrará con un país podrido en el que la vida vale muy poco.
Trueba toma una decisión hermosa, que el pasado sea en color y la trama más cercana al presente en blanco y negro. Los recuerdos brillantes de una infancia y un presente en blanco y negro que amenaza lo peor. Una elección que asegura que “no es conceptual”. “Es algo que cuando no había hecho todavía la película, me daba cuenta de que una parte la veía en blanco y negro y la otra en color. Pensé que ya se me pasaría, pero no, así que le eché valor y se lo dije a los productores, que yo dentro de mí lo sentía así y que me gustaría hacerla así. Tardé en decirlo porque pensé que me iban a poner objeciones, pero les encantó la idea y me dijeron que sí”, cuenta el director a EL ESPAÑOL.
El director de El olvido que seremos, era uno de tantos lectores a los que el libro había “emocionado mucho”, pero nunca había pensado en adaptarla hasta que el propio autor y el productor Gonzalo Córdoba se lo propusieron. A los mandos de esta adaptación complicada se puso su hermano David, y cree que sin él no hubiera sido posible. “Ha hecho una adaptación modélica. Yo pienso que una de las adaptaciones, a nivel guion, mejor escritas que conozco, es Soldados de Salamina, y en esta creo que ha dado otro paso más. Si yo fuera profesor de guion usaría estos dos guiones de mi hermano para enseñar y explicar cosas a la gente”, dice con orgullo.
Un actor que finge alegría de vivir siempre es falso, porque eso se tiene o no, y Javier tiene esa carcajada, ese amor a la vida. Parece q disfrutara de cada minuto del día
Como el padre del autor sobresale un Javier Cámara que pone acento colombiano y todo su saber hacer. Es una interpretación deliciosa, llena de carisma. Pone alma en un personaje enternecedor que no se puede imaginar en otro cuerpo, igual que le pasaba al escritor, que pensó inmediatamente el Cámara para dar vida a su padre. Quizás fue “porque Javier tiene cierto parecido físico con él y Héctor le identificaba con su padre”, recuerda Trueba que explica que todos lo tuvieron claro. “Yo lo primero qué pensé es que qué pena que no fuera colombiano, porque él tiene esa alegría. Héctor siempre se estaba riendo, y eso no se puede fingir. Un actor que finge alegría de vivir siempre es falso, porque eso se tiene o no, y Javier tiene esa carcajada, ese amor a la vida. Parece que disfrutara de cada minuto del día y eso le hacía el actor perfecto para el papel”.
El olvido que seremos fue una de las películas que estaban en la Sección Oficial de Cannes 2020, un festival que no se pudo celebrar, y ahora cierra este que sí que se ha hecho pero “en unas condiciones muy especiales. “Este año todo es especial, todo es diferente. 2020, el año que cerraron los cines”, dice Trueba con pesar sobre este momento actual en el que no quiere sonar pesimista, pero cree que “todo va a ser distinto y muchas cosas serán igual”.
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