El rodaje de Juego de Tronos en San Juan de Gatztelugatxe ha convertido a un pequeño pueblo vasco en lugar de peregrinación de miles de fans de todo el mundo que quieren ver dónde se ha rodado su serie favorita. El poder de una imagen es tal, que hasta un recóndito pueblo vasco puede vivir su influencia. Cinco minutos en la serie de HBO han sido la mejor campaña de promoción del lugar, una campaña que no se podría contar en dinero.
El cine, y el audiovisual, son un altavoz tremendo. Influye en nuestra forma de hablar, de vestir y de pensar. Así que, ¿por qué no utilizarlo para hablar de una buena causa, para conseguir que los espectadores se interesen en proyectos solidarios? Una relación en la que todos ganan, las asociaciones necesitan de “ayuda exterior” para darse a conocer, y los actores y directores no pueden estar callados ante las injusticias que ocurren en el mundo.
La relación entre el cine español y la solidaridad ha sido el centro de la jornada que ha organizado la Academia de Cine y en la que han participado -en su primera mesa- Mabel Lozano, Paco Arango o Manuel Burque entre otros.
Todos han coincidido en la importancia de mojarse y apoyar determinadas causas, usar su imagen para ello y tomar una posición, pero también en que al Gobierno la solidaridad le da igual. “El modelo que tenemos es un problema. En España, sólo un 12% pertenecemos a una ONG, pero en los países anglosajones donde se dan más desgravaciones a los socios, hasta el 75% apoyan causas sociales. Por eso es necesario que haya actores que apoyen esto, para que todos nos demos cuenta de que hay que hacer algo”, se dijo desde la primera mesa redonda, algo que concluyó con uno de los comentarios más críticos de la tarde. “El estado falla al plantar sus cimientos educacionales porque le da igual lo público, tenemos un gobierno que utiliza la democracia para su propio lucro”, dijo Manuel Burque.
El plato principal de la jornada estaba después, en el encuentro que tuvieron Javier Bardem, Dani Rovira, Elena Anaya, Javier Corcuera, Fernando León de Aranoa y Paula Farias. Allí Bardem, colaborador de Médicos sin fronteras, productor de varios documentales sobre conflictos olvidados y activista por la liberación de Sáhara, repitió uno de sus lemas: “antes que actores somos ciudadanos, y ante las injusticias no podemos quedarnos sin hacer nada”. “Somos ciudadanos y tenemos obligaciones, pero también derechos, y uno de ellos es estar de acuerdo o en desacuerdo y tener la libertad de expresión. Sabemos cómo se nos tilda por ahí a los que lo hacemos, y se nos invita a estar en una esquina, pero desgraciadamente para ellos no lo hacemos”, ha dicho el actor de forma crítica, que luego ha añadido que él tiene la suerte de nunca haber sido vetado por haber expresado lo que pensaba o haber apoyado a ciertos colectivos.
El estado falla al plantar sus cimientos educacionales porque le da igual lo público, tenemos un gobierno que utiliza la democracia para su propio lucro
Bardem ha sido claro, y ha dicho que sabe que su imagen pública ayuda a generar ruido en torno a un proyecto, pero que este tiene que hablar sólo, y que nunca ha “antepuesto la idea de ser popular a la de ser ciudadano”. “Por eso me enfada cuando me quieren quitar ese derecho desde alguna plataforma, porque tengo el mismo derecho que tú. Es verdad que yo voy a unos Goya y desde allí llego a más gente, pero tengo otras cosas negativas que ellos no. No tienen una crítica pública desmesurada, una persecución y una falta de intimidad. Así que si crees en algo dilo, y en cuanto tengas una opinión vas a tener enemigos”, añadió el actor que vio cómo su madre recogía, horas antes y en un acto privado, el primer premio que ha dado la Academia ha aquellos miembros de la industria que han mostrado su compromiso con las causas sociales.
Para Elena Anaya y Dani Rovira una de las causas más importantes en las que hay que involucrarse es el medio ambiente, para evitar una destrucción del planeta que siempre parece lejana y que cada vez se acelera más. Rovira creó junto a Clara Lago su propia fundación para ayudar a otras fundaciones, y Anaya ha colaborado con varias ONG como Acnur o Médicos sin fronteras.
Somos ciudadanos y tenemos obligaciones, pero también derechos. Sabemos cómo se nos tilda por ahí a los que lo hacemos, y se nos invita a estar en una esquina
Para la actriz los seres humanos hemos demostrado “ser egoístas” ya que no nos importa lo que ocurra en la otra punta del planeta, y dejó claro que “desde donde estoy voy a hacer todo lo que esté a mi alcance”. “La palabra solidaridad está denostada, la gente la escucha y cambia de canal. Nuestro altavoz es enamorar a las personas de esas acciones, porque somos referentes para ellas. Hay que mostrar que no odias lo que hacen, porque enfadado no se convence a nadie, a mí me convencen con una sonrisa y con energía bonita”, ha añadido Rovira, que cree que no “toda la gente popular” tiene que estar involucrado en proyectos solidarios, pero les ha invitado “a todos los que tienen ese altavoz a que se lo planteen”.
Todos ellos han decidido usar su fama, y su popularidad, para que la gente conozca unas cuantas de las cientos de organizaciones que se dedican a hacer del mundo un sitio un poco menos gris. Saben que su palabra vale más que un anuncio de publicidad, y que un documental sobre el SIDA vale más que decenas de lazos rojos anónimos por la calle. El cine les ha otorgado un poder, y ellos saben que la mejor forma de utilizarlo es siendo solidarios.