Cuando uno menciona a la Academia de Cine inmediatamente se piensa en los Premios Goya. La ceremonia anual es el centro de las miradas de todos. Sea para alabarla o criticarla la gente quiere hablar de los galardones. Una vez pasa el folclore la Academia desaparece del ojo público. Sólo alguna polémica como la dimisión de Antonio Resines como presidente de la institución la hacen salir de su tranquilidad mediática.
Y, sin embargo, la Academia es mucho más. Ciclos, coloquios, proyecciones… y una desconocida para el gran público: su biblioteca. Una biblioteca modesta, pequeña, pero con unos cuantos secretos en su interior. La gente lo desconoce, pero casi todo el cine español reciente está a su disposición en la sede de la institución. Un edificio donado por Mariano Rajoy cuando era Ministro de Cultura, una anécdota que hace que a Méndez de Vigo se le llene la boca cada vez que tiene que justificar sus desplantes al cine español.
Cualquier ciudadano puede pasar por la segunda planta del número 3 de la Calle Zurbano y bucear en un archivo que también incluye libros especializados, manuales y guiones cinematográficos. Muchas de sus adquisiciones vienen de grandes nombres como Rafael Azcona o Fernando Trueba, que han dado a la Academia muchos de los libros que fueron comprando por todo el mundo. Un auténtico arsenal para cinéfilos, investigadores y cualquier persona con curiosidad por el séptimo arte.
Entre libros y películas aparecen las joyas de la corona. No están a la vista de todos, hay que saber que se esconden en esas paredes, pero previa solicitud uno puede perderse en las páginas del guion original de Lawrence de Arabia. El manuscrito de la película de David Lean aparece lleno de anotaciones. Algunas a lápiz y en español que traducen para los técnicos de aquí los movimientos de cámara y planos marcados por el director. También hay tachones a boli, entre ellos en la primera página, en la que el título de la biografía de T.S. Elliot, Seven Pillars of Wisdom, ya sale cambiado al Lawrence of Arabia con el que se estrenaría.
“Ese guion nos llega en una donación de la viuda de Luis Roberts, Carmen Velasco Romero, por intermediación de Julián Mateos en septiembre de 2010. Luis Roberts era el delegado de Columbia Pictures en España y fue él quien propuso al productor de la película (Sam Spiegel) que rodaran en Andalucía por las posibilidades idóneas que ofrecía. Además del guion de Lawrence de Arabia nos donó otros interesantes como Los viajes de Gulliver, o la traducción de De repente, el último verano”, cuenta a EL ESPAÑOL Patricia Viada, responsable de Documentación, archivo y biblioteca de la Academia de Cine.
En una biblioteca dedicada al cine español tenía que estar Berlanga, y vaya si lo hace. No sólo en forma de libros y DVDs, sino también con la otra maravilla guardada: el guion de Esa pareja feliz. La ópera prima del director junto a Juan Antonio Bardem también está en su poder. No es un guion cualquiera, sino el que pertenecía a la Script Carmen Pageo y que incluye anotaciones y fotografías de rodaje. “Se encuentra en mal estado de conservación y nuestra intención es poder restaurarlo, pues se trata de un documento exclusivo y único de una de las películas más destacadas de la historia del cine español. Uno de nuestros objetivos es la restauración de pequeñas joyas que tenemos en la Academia de Cine como es el caso del guion original de esta película”, explica Viada.
Son las joyas de la corona, pero también, y gracias a donaciones, tienen en su poder cartas personales y fotografías de actrices como Raquel Rodrigo o Imperio Argentina, de la que tienen el contrato en alemán que firmó para la película Cartas de Aixa en julio de 1938. Guiones encuadernados y dedicados por Jaime de Armiñán (Mi querida señorita, El nido, Mi General, Juncal...) o los libretos de las películas en las que trabajó el oscarizado Gil Parrondo como director artístico (El viento y el león, Robin y Marian o las películas de José Luis Garci).
Hasta documentos oficiales de la época del franquismo están en su poder. Gracias a Teddy Villalba y a la directora de producción Sol Carnicero, llegaron decenas de cajas con los archivos del Sindicato Nacional del Espectáculo (SNE) que pertenecía a la Organización Sindical Española (OSE), conocido como Sindicato Vertical. Una documentación que actuaba como vida laboral y que recoge los datos de todos los trabajadores del mundo del cine durante la dictadura. Ahí se puede ver cómo la gente iba pasando de meritorio a director de fotografía según rodaba más películas.
No todo van a ser grandes estrellas de nuestra historia del cine, también desconocidos para el gran público y responsables de categorías técnicas han dejado maravillas que se guardan en las paredes de la biblioteca. Es el caso de todos los bocetos de Eduardo Torre de la Fuente, uno de los directores artísticos y de vestuario más importante de nuestra cinematografía y cuya pareja cedió todos sus bocetos a la institución. “Lo que nos dejó es una auténtica maravilla: figurines de más de 30 películas tan importantes como Reina Santa (1950), Agustina de Aragón (1947), Locura de amor (1948), Pequeñeces (1950) o diseños de decorados de otras películas emblemáticas como Noche de Reyes (1949) o El pescador de coplas (1954)”, explica Patricia Viada.
La idea de Borau
El proyecto de crear el Archivo y Biblioteca surgió por iniciativa de José Luis Borau, director y presidente de la Academia entre 1994 y 1998. Su idea era convertir la Academia “en punto imprescindible y de referencia obligada en el desarrollo y promoción del cine de nuestro país”. Rápidamente el edificio se fue quedando sin espacio. “Los actuales fondos de la Biblioteca y Archivo llegaron a la actual sede de la Academia, en su mayoría, de un depósito que la institución mantuvo desde 2004 en el edificio de la Escuela de Cine de la Comunidad de Madrid (ECAM). Este depósito provisional se mantuvo hasta que la nueva sede dispuso de tres almacenes para archivo y una sala de lectura”, explica la responsable de una biblioteca que nació como tal en 2010 por el empeño personal de la entonces presidenta, Ángeles González-Sinde.
Actualmente se pueden encontrar abiertos al público más de 5.000 libros, 4.200 películas, 1.700 bandas sonoras en vinilo y digital, 830 guiones, 1.600 cortometrajes, casi tres mil fotografías de películas en papel, material gráfico digital de casi dos mil películas y alrededor de catorce mil diapositivas de películas, además de los secretos que siguen encontrando. Pero todavía falta mucho camino por andar, aunque “cada vez estamos más cerca de cumplir nuestro objetivo”. “Queremos reunir todo el fondo documental en un gestor de información al que puedan tener acceso los diferentes departamentos de la Academia, así como el público interesado. Sabemos que es un proyecto muy ambicioso, pues hablamos de digitalizar todos los materiales del archivo incluyendo la información y documentación generada por los Premios Goya, material exclusivo del que disponemos. La Academia de Cine es una institución abierta que pretende acercar el cine español a todo el público y una manera de hacerlo, sin duda, es poder facilitarle el acceso al fondo documental que representa nuestra historia del cine”, opina Viada.
Las puertas de la biblioteca están abiertas, sólo faltan cinéfilos y curiosos que vayan a descubrir sus secretos, que demuestren que una Academia de Cine es mucho más que unos premios que se conceden una vez al año. La academia es Berlanga, Bardem, Gil Parrondo y hasta Lawrence de Arabia.