En mayo de 1977, muy pocos confiaban en las posibilidades de Star Wars y su estreno se limitó a un pequeño número de salas. La que estaba destinada a ser un fracaso comercial, rápidamente se convirtió en un éxito de taquilla y se amplió su distribución.
La película de George Lucas recaudó 410 millones de dólares en todo el mundo durante su estreno, superando a Tiburón (1975) y convirtiéndose en la película más taquillera hasta que llegó E.T. el Extraterrestre cinco años después.
Ajustada a la inflación, la bautizada posteriormente Episodio IV - Una nueva esperanza es la segunda película más taquillera de Norteamérica (por detrás de Lo que el viento se llevó) y la cuarta más taquillera de todos los tiempos.
Su influencia en la industria y la cultura popular casi cincuenta años después es incuestionable. La franquicia es un fenómeno cultural valorado en miles de dólares, que continúa siendo muy lucrativo y que ha dado lugar a ocho películas, diez series de acción real, novelas, cómics, videojuegos, atracciones de parques de atracciones, juguetes, juegos, ropa y todo tipo de artículos de colección para su legión de fans.
Pero a pesar de ser una de las películas más influyentes de todos los tiempos, la Star Wars original no contó con el beneplácito unánime de la crítica en su estreno. Mientras críticos como Michael Wilmington del Chicago Tribune la describieron como "una historia épica grandiosa y violenta con un corazón puro y extravagante" o "un hito de la cultura pop" en palabras de Mike Clark de USA Today, un sector de la crítica más intelectual, por decirlo de alguna manera, la tachó de simplona y previsible.
Qué dijo la crítica en 1977
Para Vincent Canby, crítico oficial del New York Times, la película era "un cuento de hadas simplista con personajes unidimensionales".
"Es un popurrí de mitología y chistes malos", dijo en julio de 1977 John Simon en New York Magazine. "¡Oh, mundo nuevo y aburrido! Todo es tan emocionante como la información del tiempo de un telediario del año pasado".
Y la mítica Pauline Kael, de quien se dijo que Tarantino quería hacer una película, escribió en The New Yorker: " "Es agotadora: como llevar a un grupo de niños al circo". continuó. "Al cabo de una hora, los niños dicen que están dispuestos a volver a verla; eso se debe a que es un montaje de piezas sueltas: no tiene garra emocional. Es una epopeya sin sueño".
Aunque en su texto reconoce que ha sido un éxito de taquilla, lo atribuye a un factor nostalgia: "Es probablemente la ausencia de asombro lo que explica el enorme éxito de la película. La emoción de los que la consideran la película del año va más allá de la nostalgia y se traduce en la sensación de que ha llegado el momento de volver a la infancia".
También tuvo unas palabras para las interpretaciones y la dirección. "Lucas domina el tono de las malas películas: nunca se ve a los actores actuando mal deliberadamente, simplemente parecen malos actores, contratados por Monogram o Republic, con su entusiasmo torpe pulido en la escuela de interpretación de Ricky Nelson".
Quizá no es la mejor película de todos los tiempos, pero poco importa porque protagoniza una página destacada en la historia del cine y el tiempo pone cada cosa en su lugar.