En la tercera planta del edificio de Gran Vía 7 tuvo su sede en Madrid la Casa Balenciaga del gran modisto español Cristóbal Balenciaga. Allí, a finales de la década de los 50, mientras el donostiarra viajaba de París a España, trabajó como modelo de sus vestidos de alta costura Brigitte Höss, una mujer con un oscuro secreto, que décadas después desconocen sus propios nietos.
De ese pasado, la exmodelo alemana habló en 2013 con el escritor Thomas Harding, a quien le dijo que "guarda buenos recuerdos de la casa de su infancia en Polonia". Inge-Brigit, su nombre original, era la tercera de cinco hermanos, tres niñas y dos niños, y esa casa de dos plantas con un enorme jardín y hasta una piscina con un tobogán la describía su madre como "el paraíso".
"Mi padre era el hombre más bueno del mundo", dice cuando Harding le pregunta por él. "Era muy bueno con nosotros, nos llevaba al establo a ver caballos, al río los domingos y lo recuerdo leyéndonos el cuento de Hansel y Gretel por las noches antes de dormir".
Cuando Harding publicó esta entrevista hace más de una década en The Washington Post, los lectores se quedaron estupefactos con la revelación de la identidad de la familia de Brigitte. Hoy, leer estas palabras tiene un efecto evocador muy perturbador, porque rápidamente nos llevan a la película La zona de interés, que sigue el día a día de la vida cotidiana de la familia Hoss, que compartía un muro de su jardín con el campo de concentración de Auschwitz, del que el patriarca fue el diseñador el Comandante.
Y Brigitte una de sus hijas.
Rudolf Höss está considerado uno de los mayores asesinos en masa de la historia.
Los nazis mataron a más de un millón de judíos y a decenas de miles de gitanos y presos políticos en su campo de exterminio más "eficiente", en gran parte gracias al "ingenio de Hoss", cuyo perfeccionamiento de los métodos de gaseado permitían matar a 10.000 víctimas en 24 horas.
De la opulencia a la indigencia
Los días de sol y sirvientes terminaron en 1945 con la liberación de Auschwitz. Con documentación falsa, Hoss huyó al campo y trabajó como peón agrícola con un nombre falso mientras su mujer, Hedwig, y los cinco niños encontraron refugio en una antigua fábrica de azúcar en St. Michaelisdonn, un pueblo cercano a la costa.
La familia esperó el momento oportuno para escapar a Sudamérica, pero Rudolf Höss fue capturado e 1946 por los británicos, confesó sus crímenes y fue ahorcado en Auschwitz. El hombre que lo capturó fue Hanns Alexander, cazador de nazis del ejército británico, y tío abuelo del escritor Thomas Harding. Así fue como localizó a Brigitte, que hoy vive con otro apellido que pidió se mantuviera en secreto al publicarse la entrevista y el libro (Hanns and Rudolf).
"Recuerdo cuando vinieron a nuestra casa a hacernos preguntas", le dice a Harding con la voz entrecortada. "Yo estaba sentada en la mesa con mi hermana. Tenía unos 13 años. Los soldados británicos gritaban: '¿Dónde está tu padre? ¿Dónde está tu padre?" una y otra vez. Me dolía mucho la cabeza. Salí y lloré bajo un árbol. Conseguí calmarme. Desde entonces he tenido migrañas durante años. Estas migrañas cesaron hace unos años, pero desde que recibí tu carta, han vuelto a empezar".
El kommandant fue la primera persona de alto nivel que admitió la magnitud del holocausto. Fue entregado a los americanos, que le hicieron testificar en Nuremberg. Höss pasó a manos de los polacos, que lo procesaron y después lo ahorcaron en una junto al crematorio de Auschwitz en 1947.
Hedwig y los niños sobrevivieron. Robaban carbón de un tren para calentar su casa. Se ataban trapos a los pies a modo de zapatos. Como familia vinculada al régimen nazi, fueron rechazados y vivían en la indigencia. La suerte de la familia mejoró cuando Klaus, el hermano mayor, encontró trabajo en Stuttgart.
En los años cincuenta, Brigitte consiguió abandonar Alemania y empezar una nueva vida en España. Aprovechando su impresionante físico, trabajó durante tres años como modelo para Balenciaga en la Madrid franquista.
Según los registros de la época, por la soltura y firmeza con las que desfilaba el diseñador la apodó cariñosamente 'mi pequeño soldado alemán'. Los costosos vestidos de alta costura que el diseñador creaba a su medida pronto los llevarían Jackie Kennedy y las mujeres más ricas de Europa.
Allí conoció a un ingeniero irlandés-americano que trabajaba en Madrid para una empresa de comunicaciones de Washington. La pareja se casó en 1961. Tuvieron una hija y un hijo. El trabajo de él les llevó a Liberia, luego a Grecia, Irán y Vietnam.
El ingeniero le cuenta a Harding que Brigitte le habló de su padre y de su vida en Auschwitz cuando eran novios. "Al principio me sorprendió un poco", dice. "Pero luego, a medida que hablaba más y más con ella, me di cuenta de que era tan víctima como los demás. Era sólo una niña cuando todo esto ocurrió. No es su responsabilidad. No hay razón para cargar con la culpa de su padre".
Una nueva vida en Washington
En 1972 se trasladaron a Washington. El marido de Brigitte consiguió un puesto ejecutivo en una empresa de transportes y compraron una casa en Georgetown. Era una oportunidad para Brigitte de empezar de nuevo. Con algunas dificultades, porque no sabía hablar muy bien el inglés, encontró un trabajo a tiempo parcial en una tienda de moda.
Un día, una señora judía de baja estatura visitó la tienda. Le gustó el estilo y elegancia de Brigitte y le pidió que fuera a trabajar a su boutique, una de las más elegantes de la ciudad. Poco después de ser contratada, cuenta Brigitte, se emborrachó con su encargada y le confesó que su padre era Rudolf Höss.
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La encargada se lo contó a la dueña de la tienda. Esta le dijo que podía quedarse, "que ella no había cometido ningún delito". Lo que Brigitte no sabía, al menos hasta más tarde, era que la dueña de la tienda y su marido, el copropietario, eran judíos, y que él había huido de la Alemania nazi tras los atentados de la Noche de los Cristales de 1938.
Brigitte agradeció que la vieran como una persona y no como la hija de su padre. Trabajó en la tienda durante 35 años, atendiendo a destacados ciudadanos de Washington, incluidas las esposas de senadores y congresistas. La propietaria de la tienda recompensó la lealtad y el trabajo de Brigitte guardando su secreto.
No niega el pasado, pero lo ignora
Su madre, Hedwig, viajó a Washington y se dedicó a cuidar a los nietos mientras su hija trabajaba. Nunca hablaron del pasado. Murió en 1989, antes de volver a Europa. Tres de los hermanos de Brigitte siguen vivos y viven en Alemania. Ninguno habla de su infancia; es como si su historia empezara en 1947, tras la ejecución de Rudolf Höss.
Solo el sobrino de Brigitte, Rainer, ha hecho preguntas sobre el pasado. Cuando el escritor Thomas Harding visitó Auschwitz con él, Rainer le dijo: "Si supiera dónde está enterrado mi abuelo, me cagaría en su tumba".
En cuanto a Brigitte, prefiere no pensar demasiado en el pasado previo a sus años glamurosos en Madrid trabajando para Balenciaga. Y aunque no niega lo que ocurrió del otro lado del muro de su casa, se aferra a la idea de que su padre siempre "parecía triste" cuando volvía del trabajo. "Si sale el tema del Holocausto, desvío la conversación. Si alguien pregunta por mi padre, le digo que murió en la guerra".