El tercer episodio de The Last of Us lo tiene todo para ser historia de la televisión. Por la emotividad de su relato, por el mensaje de fondo que encaja con la obra que lo engloba, por su valentía a la hora de desviarse del juego que adapta y, especialmente por sus personajes: Bill (Nick Offerman) y Frank (Murray Bartlett) toman temporalmente el relevo a Joel y Ellie como protagonistas.
El contrabandista y la joven inmune tienen, eso sí, sus momentos de gloria. Al principio y al final del capítulo, haciendo de pan en un sándwich en el que el sabor lo ponen los dos nuevos personajes. Son ellos los que logran que este episodio funcione incluso para aquel que no disfrute de la serie.
Joel y Ellie, ya rodeados de una naturaleza que nada tiene que ver con el gris de la zona de cuarentena de Boston, todavía están asumiendo la muerte de Tess. Él está obligado a cuidarla mientras que ella intenta ser útil y continúa ofreciéndose para portar un arma o explorar en busca de suministros.
Bocata de Joel y Ellie
El atrevimiento de la chica le lleva a una incursión en un sótano en el que no tiene demasiado pudor en acabar con un infectado atrapado entre escombros. Su mirada denota que la violencia no le es demasiado desagradable, algo que ya quedó patente con su reacción en el primer episodio cuando Joel machacó a un soldado.
En ese mismo instante se pudieron apreciar los traumas de su nuevo protector. Se trata de alguien reacio a hablar sobre su pasado. Algo que choca con el desparpajo de Ellie, que le lanza pregunta tras pregunta. En una de sus conversaciones confirman como cierta la teoría de la harina sobre cómo el Cordyceps saltó a los humanos.
Y una de las respuestas del contrabandista destaca sobre todas las demás. Tras observar una pila de cadáveres de seres humanos, Ellie pregunta por qué les mataron si el Cordyceps no les había transformado. "Los muertos no se infectan", contesta él, en una réplica que bien podría ser la declaración de varios políticos durante la pandemia del coronavirus.
Es entonces cuando la serie pone a los dos protagonistas ante un espejo. En el reflejo aparecen Bill y Frank. El primero, desconfiado y conspiranoico, no quiere saber nada del resto del mundo. El segundo, pese a todo lo acontecido en el mundo, sigue apostando por el amor.
16 años de romance
Cuando el Cordyceps empezó a infectar al ser humano, Bill se escondió en su búnker, deseando quedarse a vivir con el pueblo de Lincoln para él en exclusiva. Y como demuestra este solitario personaje, sabe apañárselas por su cuenta. Cuenta, eso sí, con un buen puñado de armas que había ido recopilando. Por si acaso.
Con los recursos de la zona a su disposición, prepara trampas alrededor para que ni infectados ni seres humanos le molesten. No le preocupa vivir en soledad durante cuatro años. Vistas sus habilidades, a nivel pragmático tampoco necesita a nadie.
A nivel emocional ya es otra cosa. Así se demuestra cuando Frank cae en su agujero. Bill le acaba liberando de esa trampa y al final es él quien cae ante sus encantos. Le invita a ducharse en su casa, a comer, y lo que surja. Entre medias, un momento conmovedor con los dos tocando al piano Long Long Time, la canción de Linda Ronstadt que da nombre, y cierto hilo argumental, al episodio.
Poco a poco, Frank empieza a hacerse un hueco en el corazón de Bill. Así, hasta que comparten toda una vida juntos. Con sus discusiones, con sus momentos románticos recogiendo fresas y no pudiendo contener la felicidad por volver a saborearlas tantos años después. Su romance incluso vive citas dobles con Joel y Tess, una pareja de contrabandistas que se convierten en sus nuevos amigos.
Su vida la muestra el director Peter Hoar de una manera íntima y dulce pero sin llegar a ser empalagosa. El guion, a cargo de Craig Mazin, cocreador de la serie, tiene escenas enternecedoras para el recuerdo. Una de las frases más impactantes y significativas se la dice Bill a su pareja: "Nunca tuve miedo antes de que aparecieras".
Nada mal para una historia sacada de la manga, partiendo de que en el videojuego que adapta la serie, a Frank sólo se veía como un cadáver colgando de una cuerda. El "compañero" de Bill, como él le llama, se ahorcó tras ser mordido por un infectado para evitar convertirse. En la obra original, le deja una nota a Bill explicando que no aguantaba más la situación y que necesitaba escapar de allí y de esa relación.
Tanto el personaje de Offerman como el de Bartlett son expuestos como personas con cierta vulnerabilidad. Se les destapa en un relato que muestra su evolución durante los 16 años que conviven como pareja.
En ese tiempo, también han de afrontar la realidad de ese mundo, en la que son atacados por aquellos que buscan los suministros que ellos poseen. Sobreviven y acaban más unidos. El retrato de su relación se dibuja con delicadeza y con un encanto que atrapa.
Pasado un tiempo, ya en la vejez, una muerte mucho más natural, debido a una enfermedad, acecha a Frank. Los síntomas le dejan débil y Bill no duda en cuidarle y hacer lo necesario por el amor de su vida.
El final de la pareja no podía ser más desgarrador. Frank, cansado del dolor que padece, reclama pasar un último día juntos. Desea casarse con Bill, cenar y después morir en paz. Y consigue convencer a su amado.
O al menos, eso le hace pensar Bill. Él ya "satisfecho" y "viejo" no ve qué sentido tiene vivir en solitario, como hizo tantos años atrás. Sin Frank, no hay "propósito", ni nada por lo que merezca la pena seguir allí. Por tanto, echa en su vino la misma sustancia que vertió sobre la copa de su amante y le confiesa el cambio de planes. Algo que su compañero entiende y considera "romántico" aunque no acepta.
Cuando Joel y Ellie llegan allí se encuentran con que los cuerpos de ambos descansan en paz en el dormitorio. Hallan una carta de despedida que supone para Joel un cambio en forma de consejo: "Hay alguien a quien merece la pensa salvar y proteger".
Entre las paredes que fueron testigo de esa vida de amor, ahora los dos protagonistas de la serie heredan sus pertenencias (entre ellas sus icóncios ropajes del videojuego y un vehículo con el que viajar). Y en ese hogar, el espectador descubre a qué se refería la canción de los años 80 que sonaba en el primer episodio. Era un mensaje en código de Bill para Joel avisando su adiós.
Bill y Frank formaban una pareja que, salvando las distancias del amor romántico con el fraternal, no es tan diferente a ellos.Uno de sus integrantes está cerrado en sí mismo y el otro quiere disfrutar de lo que la vida todavía puede ofrecer. Una contrariedad entre personajes y un paralelismo entre dúos que casa a la perfección con el lenguaje de The Last of Us.
'The Last of Us' está disponible en HBO Max.