Me gusta que los presentadores de los programas radiofónicos de la mañana hablen de series. La ficción televisiva es un fenómeno que no se puede obviar, y es normal que todos dediquen parte de su franja a hablar de los estrenos y de las novedades. Me gusta todavía más, y hasta me sorprende, cuando sin venir a cuento recomiendan una serie o algo que hayan visto y les haya emocionado. El otro día fue Federico Jiménez Losantos el que en mitad de su crónica rosa, donde acababa de repartir estopa a la Reina Letizia, aprovechaba la situación para comentar lo seducido que se había sentido por una nueva serie que le había recomendado su prescriptor de referencia.
La serie en cuestión es Modern Love, y es una de las apuestas fuertes de Amazon Prime Video de este trimestre. Una antología con un tema central: el amor en la actualidad. Capítulos autoconclusivos, de menos de media hora y con un reparto de lujo. Anne Hathaway, Tina Fey, Catherine Keener… todos pasean por la obra de John Carney, creador de una de las mejores historias de amor cinematográficos de los últimos tiempos, Once.
Total, que el 21 de octubre Federico decía que aquellos que les gustó Love Actually no se la perdieran, y que “el primero es una joya, una joya con la que lloras, pero no de pena porque sale todo mal, sino porque sale bien. Además una cosa nada melosa, ni pringosa. Una virguería”. Los oyentes de EsRadio convulsionaron y se fueron corriendo a ver qué era esa maravilla que vendía su gurú de las mañanas.
Desde aquí tengo que decir que no comparto la pasión desaforada de Losantos. Me quedo más en un cariño medido e irregular. Precisamente porque aunque no sea melosa, tampoco me parece especialmente novedosa, y principalmente porque los episodios alternan entre lo brillante, lo aburrido y lo mediocre. Como suele pasar en estas antologías, el espectador en vez de percibirlo como un conjunto empieza a comparar cada episodio con su favorito, una práctica algo injusta y que aquí lastra a la serie.
Reconozco que Carney sabe captar momentos románticos únicos, y la historia de amor entre una mujer y el portero que le ha abierto la puerta durante toda su vida es conmovedora. No se puede decir de todas las historias -basadas en una columna del New York Tims-, y a veces tengo la sensación de que se desaprovecha una buena premisa como en el que gira en torno a ese matrimonio de una estrella de Hollywood al que dan vida Tina Fey y John Slattery.
Sin duda mi favorito es el interpretado por Anne Hathaway, actriz versátil y que nunca ha renegado de la comedia romántica. Me gusta porque tiene un poso tristón al presentar a una mujer bipolar y cómo vive el amor cuando pasa de un lado de la balanza de sentimientos a otro. Los momentos de ilusión y brillantes es una diva en medio de un musical (literal, comienza con un número en un supermercado), pero cuando su cabeza se hunde parece una película de terror. Un episodio arriesgado, diferente, con ideas brillantes en la puesta en escena y atípico. Esa es la Modern Love que me gusta.
Le falta la ironía de los guiones de Richard Curtis, pero tienen encanto y empaque para ser una serie romántica sin tener que arrepentirse de serlo. Eso sí, falta diversidad. Sus historias están protagonizadas por neoyorquinos que viven en pisazos en pleno Manhattan y cuya única preocupación es encontrar el amor. En una antología romántica debería haber espacio para otras historias, y otros protagonistas.
¿Nadie vive en la periferia?, ¿nadie tiene que coger una hora de metro para llegar al centro y está tan cansado cuando sale de un trabajo precario que no le apetece encontrar a su media naranja? No es que estos temas tengan que ser tratados como si dirigiera Ken Loach, pero hubiera ayudado a Modern Love a sonar más real y menos a cuento de hadas que se ve con una sonrisa sabiendo que nada de lo que ocurre pasa en el día a día.