El otro día me di cuenta de que Netflix ha conseguido que todo parezca producido por ellos o hecho por ellos. Una compañera contaba que había visto una película “de Netflix”. Se llamaba Mamá y era de terror. Preguntando, por ver qué estreno me había perdido, descubrimos que era aquel filme con dinero español que produjo Guillermo del Toro y dirigió Andy Muschietti. Una película que, simplemente, estaba en el catálogo de la plataforma y que sólo por eso había pasado al imaginario de la gente como ‘una película de Netflix’.
La capacidad de la marca de colocarse por encima del producto es increíble, y la gente ya lo utiliza como el antiguo videoclub. Entra en Netflix y elige algo dentro de su interminable oferta. Si esto me sorprendió, lo que ocurrió después ya me dejó tiritando, porque además de esa sensación externa, Netflix también tergiversa la verdad para hacer creer que muchas series son suyas cuando no lo son. Vamos, que dice una verdad a medias, o miente un poco. Como prefiráis.
Me percaté viendo la última temporada de The good place, una de las series más originales de los últimos años y que en España se puede ver gracias a Netflix aunque en EEUU se emita en NBC. La plataforma compró sus derechos internacionales y la emite al mismo ritmo que allí, a un capítulo semanal rompiendo su norma de poner todos los capítulos a la vez. No lo hace por cambio de política, sino porque así ofrece a su usuario el producto calentito y sin posibilidad de que lo vean de forma ilegal, lo cual es muy de agradecer.
El problema es que cuando empieza cada capítulo lo primero que pone es un logo enorme de la empresa, algo normal ya que lo estás viendo en su interfaz, y después una frase que dice: 'Una serie original de Netflix'. ¿Cómo?, ¿dónde está NBC?, ¿en qué momento ha pasado a ser una serie de Netflix?, ¿por qué dicen eso si es mentira? The good place no es una serie de Netflix, sino que ha comprado los derechos de su explotación exclusiva en el resto de países, pero no es una idea de ellos, no está amparada en su estrategia de producción como si lo han estado House of Cards, Glow o Mindhunter.
Esa frase engaña a la gente, les dice que esa serie es original de ellos cuando no lo es.
Llamadme purista, pero no me parece bien. Es como si Telecinco pusiera una cartela al principio de The Good Doctor que dijera: “Una serie original de Telecinco”. O con CSI... Hombre, no, es una serie que habéis comprado, que habéis tenido mucha vista por apostar por ella y que ha hecho que millones de usuarios la descubran, pero no podéis aprovecharos del rédito de otros.
No es por defender la serie de Michael Schurr y protagonizada por Kristen Bell, de hecho la descubrí gracias a Netflix, y entiendo que no son hermanitas de la caridad y no van a poner una cartela diciendo “esta serie no es nuestra”, pero al menos no pongas que es “Una serie original de Netflix”. A lo mejor deberían crean un nuevo término intermedio que dejara claro a la gente que no es suya pero que tienen los derechos para verla, algo como “una adquisición de Netflix”, sería más honesto y más real.
Lo de The good place no es una excepción, y buceando en el catálogo uno encuentra varias series que han colocado la etiqueta ‘Originals’ sin serlo. The sinner, que es de USA Network y que casi todo el mundo piensa que es de Netflix, o Star Trek Discovery, que realmente es de CBS All Access. También Manhunt: Unabomber y así un montón más. Esto sí que es una apropiación cultural y no lo de Rosalía.
Al menos me he quedado contento cuando he descubierto que no soy el único que ha flipado con la triquiñuela de Netflix, sino que muchos usuarios de Reddit lo han comentado e incluso han creado un hilo que se llama ‘How can Netflix call this an original??’ (¿Cómo puede llamar Netflix Original a esto?). Allí casi todos los comentarios se quejan del caso de The good place y piden que se cambie el término. De momento no han tenido éxito, y no parece que vaya a ocurrir, los caminos de la plataforma son inescrutables, y al final son ellos los que tienen los derechos de emisión de programas que de otra forma ni conoceríamos.
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