No trabajan en zonas de conflicto armado, pero van cada día a la guerra. Así es como se sienten los trabajadores del centro de menores Zambrana, en Valladolid. La falta de personal, el incremento del número de internos y las modificaciones a un protocolo que funcionaba han llevado a 21 de los 50 trabajadores fijos del centro, 102 si se cuentan los eventuales, a cogerse la baja "por estrés o ansiedad".
Este lugar acoge a todos los jóvenes conflictivos de Castilla y León, y sus instalaciones se han ido convirtiendo progresivamente en un campo de batalla. Las noticias no paran de llegar: amenazas y agresiones a trabajadores, la muerte de un interno tras una trifulca con seguridad, motines y peleas... así hasta llegar a 800 incidencias, todas ellas solo en 2023.
Pero con la llegada del nuevo año nada ha cambiado. El delegado de prevención del Comité de Empresa ha confirmado en declaraciones a EL ESPAÑOL que las cifras siguen en aumento: "En lo que llevamos de 2024 rondaremos las 15 o 20 incidencias semanales". Por eso, se han manifestado hoy a las puertas de la Gerencia de Servicios Sociales de Castilla y León bajo el lema de "el Zambrana se muere y nadie se mueve".
"No puedo volver"
Tomás, nombre ficticio, es uno de los educadores sociales con contrato fijo en el Zambrana. Está en plantilla desde hace 12 años, pero lleva de baja desde octubre. Dice que él quiere volver, que esta situación solo le perjudica, pero es consciente de que no puede: "ya no solo porque no puedo atender de manera adecuada a los chavales, sino por mí".
Desde hace meses sufre de dolores de cabeza incapacitantes y de problemas con la tensión. Tiene mucho estrés encima, y es que soportar una situación como la suya no es fácil. "A mí por suerte nunca me han agredido, pero he visto como a compañeros míos sí. Hay educadores que han recibido puñetazos. El día del motín libraba, pero yo no sé cómo hubiera reaccionado", relata.
Aparte del peligro que ya corren tan solo acudiendo a su puesto de trabajo, cuentan con otro obstáculo: la indefensión por partes de sus superiores. "A la hora de denunciar una agresión no estamos respaldados. Ahora vas y dices las cosas y al que te meten caña es a ti", afirma.
"Estallé. Ves que la situación, en vez de mejorar, va a peor"
Pero eso no es todo. El incremento del número de internos, que ahora figura en 74, junto con la falta de personal ha llevado a gente como Tomás "al límite". Dice que estalló, y aunque intenta abstraerse de la situación que se vive en el centro, no puede quedarse al margen.
"Te llegan todas las noticias y ves que la situación en vez de mejorar, va a peor. Somos muchos los veteranos que hemos ido cayendo. La situación es insostenible, la carga de trabajo nos supera, y la inacción por parte de la Junta nos ha llevado a parar", explica.
Aunque son jóvenes problemáticos, habla de ellos con mucho respeto. Su alma de educador siempre le ha impulsado al diálogo, a gestionar las incidencias "hablando con los chavales", pero la crudeza de la situación hace que sea necesaria la vuelta de medidas de restricción más severas.
La muerte de un menor lo cambió todo
En la noche del jueves 3 de marzo de 2022, tuvo lugar un terrible suceso en intramuros del centro Zambrana. Un interno de tan solo 14 años murió de un paro cardiaco tras ser reducido por dos vigilantes del centro.
Isabel Blanco, consejera de Familia e Igualdad de Oportunidades, afirmó en su día en rueda de prensa que se trataba de "un joven muy conflictivo" que ya había tenido que ser reducido en más de una ocasión.
Ese día, "por conductas disrruptivas", tal y como explicó la consejera, el personal de seguridad tuvo que iniciar "medidas de contención" contra el menor que, al finalizar la intervención, "ya no respondía". Tras la llamada al 112 y varios intentos de reanimación, se confirmó su fallecimiento.
A pesar de que los informes médicos confirmaron que el menor presentaba problemas cardiovasculares previos, la titular del Juzgado de Instrucción abrió diligencias para determinar si la actuación fue la correcta.
Este suceso supuso un cambio en el paradigma y en el protocolo de actuación, que poco a poco se ha ido modificando. Estos establecían medidas que, poco a poco, se han ido "suavizando y reduciendo".
"Nuestras actuaciones y protocolos funcionaban. Yo siempre he estado a favor del diálogo, y me parece buena forma de afrontar los incidentes. Pero si antes por una pelea se trabajaba con el menor en forma de aislamiento durante seis días, ahora se han reducido a dos", explica Tomás.
Con estas medidas, más laxas que las anteriores, el delegado de prevención del Comité de Empresa ve cómo los internos se han ido "envalentonando". "Antes los chicos nos tenían respeto, pero ahora nos lo han perdido", añade Tomás.
Carne fresca
Este tipo de situaciones han llevado al centro a una dinámica de bajas laborales que bate récord y que está haciendo que la situación sea insostenible. Pero la gravedad del asunto no solo radica en la falta de personal, sino la falta de personal formado.
El delegado de prevención afirma que los menores ven en las personas que acuden al centro a suplir las bajas "carne fresca", y se aprovechan de ello.
"Son gente que viene sin una formación específica y tiene que saber a dónde se está metiendo, porque mucha no lo sabe. Hace poco dos de los nuevos abandonaron su puesto en mitad del turno de su primer día porque ya no podían más", revela.
Tomás coincide con el delegado. "Las personas que vienen a trabajar aquí necesitan formación específica. Son chavales especiales, problemáticos, y hay que saber lidiar con ellos, pero no pueden esperar que a los nuevos les enseñe yo, porque no puedo", admite.
Una plantilla bajo mínimos y un número de internos que sigue creciendo han hecho que "por ejemplo, ayer, hubiera solo una educadora cuando tenía que haber habido tres", señala el delegado. Pero sus plegarias no han sido escuchadas.
Tomás afirma que, en sus últimos días de trabajo, las unidades ya estaban llenas. "En verano ya estábamos desbordados. Hay una unidad que siempre ha estado con más ocupación, que es la que alberga a chicos con medidas judiciales que también tienen medidas terapéuticas. Antes el resto oscilaban en el número adecuado, pero ahora ya no", cuenta.
Ayuda que no llega
Las protestas no cesan desde septiembre de 2023. Tal y como ha definido Idoia, presidenta del Comité de Empresa, la situación del Zambrana es "penosa y lamentable". Las bajas llegan ya a un 35% de la plantilla, pero la Junta de Castilla y León aún no ha movido ficha.
A pesar de sus promesas de "refuerzos" en noviembre de ese mismo año, Iván Pastrián Palacios, responsable de enseñanza privada y servicios socioeducativos de la Federación de Enseñanza de Comisiones Obreras, ha denunciado un incumplimiento por parte de las autoridades competentes.
"La Gerencia ha incumplido los pliegos de condiciones acordados. No se están cubriendo las bajas, como sí que venía recogido, y eso está provocando una sobrecarga en los trabajadores. Las palabras se las lleva el viento, y de nada sirven unas declaraciones por parte de la Junta con promesas de cambio si luego no se hacen realidad", explica Pastrián.
La Gerencia de Servicios Sociales no está cumpliendo lo firmado. El pliego exigía la creación de una bolsa de trabajadores para que, cuando las bajas superaran un determinado porcentaje, estas pudieran ser cubiertas.
Pero, tal y como ha afirmado Pastrián, "eso está firmado, está acordado, y no se está cumpliendo". "Si no cumplen lo firmado, tenemos serias dudas de que las palabras vayan a materializarse. Hasta entonces, seguiremos", sentencia.