Publicar en un periódico de calidad no es tarea fácil. O no debería serlo. Y si lo es, hay que poner en cuarentena el sello de excelencia. Por esta razón, las mejores escuelas de Periodismo del mundo ejercitan a sus alumnos en la superación de filtros utilizados por las grandes publicaciones en la selección de los temas que llegarán a sus lectores.
Es lo que está haciendo el Máster de Periodismo de EL ESPAÑOL y de la Universidad Camilo José Cela con los estudiantes de su primera promoción, cuyas clases comenzaron en octubre de 2023 y este abril inicaron sus seis meses de prácticas en la redacción de EL ESPAÑOL. El 'máster de másteres' de periodismo que imparte el diario líder de España tiene 12 meses de duración: de octubre a septiembre del año siguiente.
Cuenta Indro Montanelli, uno de los grandes periodistas del siglo XX, que se inscribió en Milán en un curso de periodismo nocturno. Los artículos que escribían allí los alumnos como él no sólo eran juzgados por los profesores, sino también por un auditorio de personas corrientes.
“Uno de los asistentes me hizo públicamente una objeción que me pareció desprovista de fundamento.
-Usted no ha entendido, le dije a esta persona del público. Enfadado, éste dio un puñetazo en el asiento y, rojo de ira, chilló lo siguiente:
-Si no he entendido significa que el imbécil es usted.
Aquel día comprendí que había topado con la democracia”.
Así concluye el eminente periodista italiano lo que aprendió esa noche en su Máster de Periodismo. Efectivamente, los periodistas debemos escribir y hablar para que nos entienda el destinatario de la información, que es el lector del periódico, el escuchante de la radio o el televidente.
Un simulacro parecido se hizo en la primera semana de marzo en el Máster de Periodismo de EL ESPAÑOL, cuyas clases se desarrollan en el céntrico y moderno campus de la Universidad Camilo José Cela, situado una esquina más arriba del Estadio Santiago Bernabéu, en Madrid, en la calle Juan Hurtado de Mendoza número 4.
El profesor titular el día del ensayo fue Mario Díaz, director adjunto del diario, acompañado del director del Máster, Miguel Ángel Mellado. El público asistente a la exposición de los reportajes eran los propios alumnos. Cada uno de ellos se esforzó en explicar el valor añadido de su trabajo, por qué creía que tenía la calidad suficiente para ser publicado en EL ESPAÑOL y qué había aprendido en la investigación y elaboración de su historia escrita.
Hablando con los muertos
La alumna Andrea Gómez Cileruelo expuso cómo hizo el reportaje titulado Así hablan Lucas, Nieto y otros con sus muertos a través de la IA, cómo se le ocurrió el tema y qué es lo que aprendió al hacerlo. Estos tres elementos –el cómo, el dónde y el qué- son esenciales en la actividad periodística de calidad. También son fundamentales para que un reportaje sea publicado o no.
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Combatir el duelo tras la muerte de un ser querido está en vías de convertirse en uno de los beneficios de la Inteligencia Artificial. Para lograr la ficción reconfortante se utiliza una enorme pantalla, hologramas, bases de datos, simuladores y la necesidad, claro, de recuperar una pizca de contacto con el ser querido ausente.
Andrea se inspiró en un reportaje publicado en The New York Times –todos los alumnos comprendieron así que hay que consultar prensa extranjera de calidad- y, con franqueza castellana, Andrea admitió algo habitual en el periodismo. Sucede cuando estás empezando en la profesión y también cuando ya eres senior: “Pensé que no sería capaz de hacer este reportaje, con tantas dificultades en cuanto a las fuentes, en los testimonios, en las imágenes, con todo lo que exigía mi pieza, pero lo conseguí. ¡Me parecía mentira al acabar de escribirla!”.
Clara Arrabal, otra alumna, había hecho un reportaje titulado El aula hospitalaria, gran aliada de los niños enfermos. La joven periodista de Guadalajara ofreció al público asistente –sus propios compañeros del Máster- otra clave fundamental en el desempeño del buen Periodismo: tener los ojos abiertos para que no pase ante ellos la noticia sin darte cuenta.
Una tarde, cuando hablaba con una amiga, Clara se sintió extrañada porque el padre de una conocida era profesor y, sorprendentemente, llevaba 20 años trabajando en un hospital. “Aquí hay una historia, con nombres y apellidos”, pensó. El profesor en un aula infantil hospitalaria resultó llamarse Manuel Vicente.
Álvaro Guzmán, cuya vocación periodística es la información política, no podía imaginar que iba a encontrar en el Ateneo de Madrid un tema exclusivo para Jaleos, la sección people de EL ESPAÑOL.
Allí se enteró de que Leonor -a sus 18 años el diamante de la Familia Real por su popularidad- había sido invitada por la añeja, intelectual, liberal y republicana institución a ser socia del Ateneo. Investigando, obtuvo hasta los carnets de socios “de pago” de Felipe VI y de la reina Letizia. Donde no te lo esperas, salta la pieza, admitió Álvaro, alumno procedente de Jaén.
Paula Robledano, madrileña, reescribió varias veces un reportaje sobre el Museo del Prado hasta completar todos los datos requeridos y conseguir el tono de la escritura. Su pieza estaba centrada en la eliminación de términos inadecuados como tullidos, enanos o esposa de… Figuraban en las cartelas de cuadros de pintores como Velázquez, entre otros, colgados en la pinacoteca nacional. La revisión de cartelas se conocía a través de informaciones, pero faltaba el enfoque que le dio Robledano, con las fotos exclusivas.
Nadie es más que otro
La profesión de periodista es una de las más igualitarias que hay. Cabe citar a Cervantes, con las enseñanzas intemporales de don Quijote y de Sancho: “Sábete, Sancho, que no es un hombre más que otro si no hace más que otro”.
Un periodista vale lo que es capaz de aportar al panorama informativo general así como valor añadido para su empresa con sus noticias. “Un periodista vale por lo escribe, firma o promueve”, se les dice en el Máster a los alumnos.
Nadie es más que nadie. Por eso, Victoria Villafranca, de Ciudad Real, contó la historia de tres mujeres subidas al andamio, montadoras de andamios o albañilas –término aceptado por la RAE, aunque la Real Academia pone como ejemplo de albañila 'abeja albañila'-.
Lo difícil fue encontrar la foto de una trabajadora subida arriba del todo, pero Victoria lo consiguió. Todo es cuestión de esfuerzo. El Periodismo es una de las profesiones donde el éxito es directamente proporcional a las horas de trabajo.
Los alumnos del Máster de Periodismo han llegado a somatizar, o están en ello, lo que empiezan a considerar un axioma dada la insistencia de Miguel Ángel Mellado, director del Máster de Periodismo. “En definitiva –repite machaconamente-, depurando, sólo hay dos géneros en el periodismo: o tienes una información exclusiva, desconocida, nueva, inédita, o tienes un enfoque diferente para contar algo ya sabido”.
Angelica Rimini, italiana, graduada en Literatura Comparada por la Universidad de Granada, se inclina por la información cultural. Como decía su compañera Andrea al principio de la clase, se decidió por investigar por qué Madrid se había convertido en capital europea del teatro musical. No sabía nada, pero bordó la historia y se publicó en la sección Madrid Total de EL ESPAÑOL.
El malagueño Juanele Villanueva, devoto del Medio Ambiente, encontró un enfoque para concienciarnos del peligro del cambio climatológico. Afecta, también, a las aves, confundiéndolas en sus desplazamientos. Y escribió una historia sobre Ramón, el buitre negro aturdido que hizo un viaje suicida desde España a Senegal.
La clase de experiencia de los alumnos del Master de Periodismo de EL ESPAÑOL y de la Camilo José Cela se extendió con más puesta en escena de los alumnos presentes: la madrileña Inés Gilabert habló de sus trabajadas investigaciones sobre el triángulo regional del cáncer de páncreas; el joven periodista chileno Baltazar Silva elaboró un oportuno perfil de Sebastián Piñera, el ex expresidente de Chile muerto en un accidente de helicóptero. “Me faltó más proximidad aún al personaje, al que conocía”, admitió en voz alta.
Más de 600 horas
En la producción de decenas de reportajes elaborados por los alumnos del Máster desde octubre pasado han invertido muchas horas, más o menos equiparables con las 600 horas dedicadas al Taller de Periodismo, como en el Máster de Periodismo llamamos a las clases con los profesores periodistas que enseñan, en su mayoría de EL ESPAÑOL.
La alumna Rocío López Lara, afincada desde hace años en España, procedente de Perú, destacó el reportaje que hizo sobre la dolorosa enfermedad del nervio trigémino, que impide a los afectados hasta abrazar a un hijo, porque incluso un roce tan querido les duele.
Claudia Hernández, de Salamanca, muy interesada por el impacto social de las redes sociales y sus perjuicios, se mostró satisfecha con los datos y declaraciones que consiguió para el reportaje dedicado al Sharenting, la nueva moda practicada por padres, que pone en peligro a sus hijos menores.
Julia María Uriarte, de México, que se apuntó a nuestro Máster tras acabar sus estudios en Quebec (Canadá), contó a sus compañeros por qué Nikki Haley no era rival para Trump, como se ha demostrado. Sara Sánchez ya estuvo en EL ESPAÑOL haciendo dos meses de prácticas en la Mesa de Continuidad de la redacción. Recordó cómo cubrió en la calle Ferraz las manifestaciones contra Pedro Sánchez y elaboró una pieza en el Máster. “Ahora, con más tiempo y conocimiento, lo haría mejor”, confesó.
La sesión, con los alumnos presentes, acabó con un alentador consenso, muy oportuno para esta profesión exigente: “hemos hecho un aceptable trabajo, pero podemos hacerlo aún mejor”. El afán por mejorar y la autoexigencia son la gasolina de toda buena redacción.
Los alumnos ya han comenzado las prácticas, remuneradas, en las secciones de EL ESPAÑOL. A la vez, se ha abierto el plazo de inscripción para participar en el curso 24/25, que comenzará en octubre próximo. Las plazas son limitadas, así como las ayudas económicas.