La Casa de Su Majestad el Rey recibió el pasado 15 de enero una carta manuscrita, firmada por el presidente del Ateneo de Madrid, Luis Arroyo, en la que se invitaba a la princesa de Asturias, Leonor de Borbón (18 años), a hacerse socia de la histórica institución.
El Ateneo, de tradición liberal y republicana, acogió en sus listas a los últimos antepasados de la heredera. El primero en hacerse socio fue Alfonso XII, después, Alfonso XIII. También sus abuelos, Juan Carlos I (86) y Sofía (85). Sus padres, Felipe VI (56) y Letizia (51), lo son desde antes de su coronación.
Sin respuesta de la Casa Real
En la Casa Real han notificado acuse de recibo, pero aún no se ha hecho llegar una respuesta. Según afirman desde la secretaría del Ateneo, la misiva coincidió con el relevo en el puesto de Jefe de la Casa Real, y ésta se envió cuando aún ocupaba el cargo Jaime Alfonsín. Jordi Gutiérrez, actual Director de Comunicación de Zarzuela, al ser preguntado por la carta, afirma que el proceso para responder y agendar cada compromiso puede hacerse esperar.
Así, aún no existe una fecha concreta acordada con la Docta Casa para hacer miembro a la socia más deseada, Leonor, que con su mayoría de edad y su estancia en la Academia General Militar de Zaragoza se ha convertido en el personaje de mayor tirón y recorrido de Zarzuela.
En la carta, a la que ha tenido acceso este periódico, Luis Arroyo se dirigía expresamente a la futura heredera con motivo de su recién alcanzada mayoría de edad. Entre las razones que argumentaban esta petición, además del peso histórico y cultural del Ateneo, menciona algunos grandes nombres de la historia reciente de España, los llamados "ateneístas ilustres", tales como Valle-Inclán, Clara Campoamor o Manuel Azaña.
Felipe y Letizia, socios "de pago"
Entre estos nombres se hacía especial mención a sus antepasados, así como a sus padres, Felipe y Letizia, quienes actualmente forman parte del censo de socios del Ateneo. Según este censo, accesible sólo desde la oficina de la Biblioteca, y consultado por EL ESPAÑOL, Felipe de Borbón se dio de alta el día 16 de julio de 1993. Tenía 25 años, y su número de socio es el 26162.
Por su parte, el alta de la reina Letizia data del 30 de enero del 2007, cuando aún era princesa de Asturias. Sucedió casi tres años después de su boda y coincidiendo con el cumpleaños de su esposo, el día en que Felipe cumplía 39 años. Su número de socia es el 30388.
No fue lo único noticioso que aconteció aquel 2007 en la vida de la actual reina. Letizia firmó su acta de socia del Ateneo de Madrid estando embarazada de seis meses de su hija menor, la infanta Sofía (16), que llegaría al mundo el 29 abril de ese año. El caprichoso destino quiso que tan sólo ocho días después de convertirse en ateneísta, el 7 de febrero de 2007, la entonces princesa de Asturias recibiera el revés más duro de su vida: la inesperada muerte de Érika, su hermana pequeña.
Los reyes eméritos, Juan Carlos y Sofía, también habían sido socios. Sin embargo, ya no figuran en este censo y, según confirman desde el archivo de la Biblioteca, eso significa que dejaron de serlo. Es posible, además, que ellos nunca pagaran su tasa. El presidente del Ateneo, Luis Arroyo, afirma que Felipe VI le recuerda, en cada acto en el que han coincidido, que él es un socio "de pago".
En cualquier caso, la relación entre el Ateneo y la monarquía, aun con sus altibajos, siempre ha pretendido ser cordial y fructífera, y la actual dirección pretende seguir esa estela acogiendo a la princesa Leonor como ateneísta. No obstante, hubo épocas en que mantener esta relación de amistad no resultó nada fácil.
El Ateneo y la monarquía
El liberalismo fue la mecha que alumbró el nacimiento del Ateneo. Esta institución privada nació al calor de las primeras manifestaciones liberales, en 1820, durante el corto período del Trienio. Fernando VII fue incompatible con una institución cuyo eje principal era la libertad. A la vuelta de su exilio en 1823 se abolió la Constitución de Cádiz, y el monarca volvería a imponer el Antiguo Régimen absolutista. Esto obligó al cierre inmediato del Ateneo. Sus precursores liberales marcharon a Inglaterra, refundando su sede allí a la espera de una nueva apertura en España.
Declarado de utilidad pública por su aportación cultural, el Ateneo ha sufrido, atado como está al cambiante devenir político de la sociedad española, distintos cierres y reaperturas a lo largo de sus 200 años de intensa trayectoria.
También ha pasado por distintos nombres. Primero fundado como Ateneo Español, a partir de 1835 y durante la Regencia de María Cristina, la Docta Casa sería reabierta con el nombre de Ateneo Científico y Literario. Gozaría ya de una tímida libertad que fue progresivamente aumentando, así como sus lazos con la monarquía borbónica. Alfonso XII, de hecho, acudió como socio en 1884 a la inauguración de su actual edificio, el número 21 de la Calle del Prado. Las relaciones entre el Ateneo y la monarquía fueron más fuertes en aquel período gracias a la simpatía que le despertaba su entonces presidente, Antonio Cánovas del Castillo. Político conservador, había sido clave en el proceso que llevó al país hacia la Restauración Borbónica, dejando atrás la Primera República.
La Revista Contemporánea de Madrid dejó constancia de la presencia de la Familia Real en la inauguración.
La relación con el Ateneo de su heredero, Alfonso XIII, fue menos feliz. Aún así, también se haría socio a partir del año 1904, cuando manifestó el deseo de figurar como ateneísta de la misma forma en que lo había hecho su padre. Esto incluía seguir pagando una cuota mensual. Fue admitido en Junta General con el número de socio 7.777. No fue del gusto de todos. Un grupo reducido de miembros de la Junta, liderados por Valle-Inclán, se negaban a legitimar la inclusión del monarca. Fue Inclán quien, en repetidas ocasiones, pidió dar de baja al número 7.777.
Sin embargo, y aunque el apoyo de Alfonso XIII al golpe militar de Primo de Rivera en 1923 supondría un antes y un después en su relación con los republicanos del Ateneo, nunca fue expulsado como socio. Y eso que, a raíz de la abolición de la Primera República, la actividad del Ateneo fue interrumpida y, durante un breve espacio de tiempo se le impuso el cierre, sumado además a una purga de intelectuales -entre los que se encontraba Miguel de Unamuno- que se vieron en el exilio.
Los años que duró la Segunda República serían un breve oasis para el Ateneo. Entre sus paredes se había gestado el regreso del régimen republicano. El propio Azaña presidió durante dos años la Docta Casa, coincidiendo con su primera etapa al frente del gobierno de la República. Después, la Guerra Civil y la posterior represión franquista terminaron de imprimir en el carácter del Ateneo una identificación profunda de esta institución con la tradición republicana, que había representado la libertad y la lucha contra el totalitarismo. En abril de 1939, nada más terminar la Guerra Civil, fue intervenido por el nuevo régimen y puesto al servicio de La Falange.
En estos primeros años de posguerra, desapareció la casi totalidad del inmenso legado del archivo histórico del Ateneo. Esto supuso un hecho traumático para la institución, que no logró recuperar su independencia hasta el año 1982, cuando volvió a elegir mediante votación a su presidente. Con la vuelta a la democracia, el Ateneo recuperó con normalidad su actividad cultural, y retomó sus relaciones con la monarquía constitucional que representaba Juan Carlos I. Esta buena relación ha continuado hasta hoy.
El último acto al que acudieron los reyes actuales, Felipe VI y Letizia, fue en abril de 2023, con motivo de la celebración del bicentenario del Ateneo. Se cumplían dos siglos desde aquella primera apertura bajo el Trienio Liberal. Una placa colocada a las puertas del salón de actos recuerda su presencia, como si se pretendiese cerrar el círculo que había comenzado en 1884 Alfonso XII, tras la inauguración de la actual sede de la calle del Prado.
*Álvaro Guzguti, autor del reportaje, es alumno de la primera promoción 2023-2024 del Máster de Periodismo de EL ESPAÑOL/UCJC.