Álvaro era un líder dentro de la cancha de fútbol sala y también fuera, junto a su inseparable pandilla de amigos del colegio. "Tenía mucho carisma", recuerdan sus padres: José y Altagracia. "También era muy alegre, pero ahora hay mucho silencio en casa". Ese silencio le quiebra el alma a diario a este matrimonio desde la madrugada del 2 de agosto de 2022, cuando su hijo que apuntaba a profesional del fútbol sala, perdió la vida con solo 18 años, tras sufrir un traumatismo craneoencefálico por el impacto de una caseta de socorrista que se desplomó en la playa de El Mojón en San Pedro del Pinatar.
"Sentimos rabia e impotencia por la manera en que se marchó Álvaro". Durante un año y cuatro meses, José y Altagracia han hecho un esfuerzo sobrehumano para tragarse esa indignación y no pronunciarse públicamente sobre la trágica muerte de Álvaro Navarro García, para dejar trabajar a la Guardia Civil y al juzgado sin meter presión mediática.
El matrimonio rompe su silencio en una entrevista en exclusiva con EL ESPAÑOL, tras el auto judicial que acuerda incoar un procedimiento abreviado por homicidio imprudente y dos delitos de lesiones, contra tres empleados del Ayuntamiento de San Pedro del Pinatar, debido a que el puesto de socorrismo que mató a su hijo se vino abajo porque supuestamente carecía de vigas o pilares de apoyo. "Esa caseta era una ruleta rusa", subrayan José y Altagracia, cuya mirada desprende la desolación de unos padres que han perdido lo más preciado en la vida: un hijo.
La ausencia de los pilares supuestamente fue clave para que la estructura de la caseta perdiera la estabilidad y cayera contra la arena, dando una vuelta de campana, justo cuando aquella madrugada del 2 de agosto: Álvaro, un amigo suyo y otras dos amigas, se encontraban sobre la pasarela del puesto donde se sitúan los socorristas para vigilar a los bañistas de la playa de El Mojón. Básicamente, Álvaro y sus amigos se convirtieron en un peso muerto, para un balcón que sobresalía suspendido en el aire, sin apoyo alguno, por sorprendente que parezca para una estructura de emergencias.
Así lo expone el citado auto del Juzgado de Instrucción número 4 de San Javier: "La caseta se precipitó, provocando la caída sorpresiva de algunos de los jóvenes contra la arena. Consta que en el momento del siniestro, en la estructura del puesto de vigilancia en el que ocurrieron los hechos, faltaban las pilastras o soportes de madera que apuntalaban la terraza a la base de hormigón sobre la que se asentaba el recinto [...]".
Este auto judicial ha causado un terremoto en el Consistorio pinatarense, al dejar a un paso del banquillo de los acusados a tres empleados municipales, como encargados de la gestión de los servicios que se prestan en la playa. Lo que les sitúa como responsables del Puesto Lima 1 de Salvamento y Vigilancia donde perdió la vida Álvaro (Murcia, 2004). Prueba de ello, es que en el auto se insta a la Fiscalía y a las acusaciones particulares a solicitar "el sobreseimiento o la apertura de juicio oral, formulando escrito de acusación" contra el jefe del Servicio de Emergencias y Protección Civil; el coordinador, y el responsable del área operativa.
- ¿Por qué han decidido romper su silencio?
- José y Altagracia: Porque ha pasado mucho tiempo y este proceso es muy agónico: sentimos rabia. Nosotros queremos que la instrucción judicial termine, no nos quitará la pena, pero mientras que el juicio no se celebre lo seguimos reviviendo todo. Solo queremos vivir nuestro duelo en paz.
También hablamos para sensibilizar a todas las administraciones para que velen por el mantenimiento de los puestos de socorrismo que hay en todas las playas de España. Esas casetas son estructuras que sufren mucho por su ubicación, están de cara al mar, y deben llevar unas revisiones y un mantenimiento como cualquier infraestructura. Así lo recoge la normativa.
En el caso del mantenimiento del puesto de El Mojón: el Consistorio supuestamente no actuó con la diligencia suficiente y podría ser condenado como responsable civil subsidiario. De hecho, la magistrada Omaira Gonzalvo subraya en su auto que la ausencia de los pilares de apoyo en la caseta que acabó con la vida de Álvaro, se arrastraba desde el 19 de julio, por unos actos vandálicos: "Los daños causados en el puesto se repararon por uno de los socorristas, sin que por parte de los máximos responsables se efectuaran las comprobaciones oportunas y necesarias, para asegurarse de que el puesto estaba en buenas condiciones y con todos los elementos estructurales necesarios, para garantizar su estabilidad y seguridad".
El auto incide en esa última cuestión, para justificar que se incoe un procedimiento abreviado contra la cúpula del Servicio de Emergencias y Protección Civil de San Pedro del Pinatar. De hecho, la magistrada alude al testimonio que prestó el socorrista que se encargó de arreglar la valla de la terraza del puesto Lima 1, atacado por unos vándalos durante la madrugada del 19 de julio, debido a que pone de manifiesto que la estructura permaneció sin varios pilares durante la friolera de catorce días.
"Lo reparó, recolocando la valla, tras lo cual envió una foto del estado del puesto a sus jefes, sin que ninguno de ellos se personara en el puesto, para revisar que la estructura se encontraba en buen estado y con todos sus elementos constructivos, infiriéndose de ello, de forma indiciaria, una ausencia de la debida supervisión del estado del puesto que dos semanas después dio lugar al siniestro".
- ¿Qué conclusión sacan tras leer el auto judicial contra los responsables del puesto de socorrismo?
- José y Altagracia: Era evidente que allí iba a ocurrir algo. Le podía haber tocado a cualquiera. Aquella caseta podría haberse venido abajo de noche, de día o cuando una madre hubiese subido con su hijo para acompañarle a recibir una cura de un socorrista por un corte o por una picadura de medusa.
Pero ocurrió la madrugada del martes 2 de agosto y le tocó al pobre Álvaro, cuando estaba disfrutando junto a sus amigos de una noche de verano en la playa de El Mojón. La pandilla iba provista de un altavoz para pinchar los temas de sus artistas preferidos y no querían molestar a los vecinos de la zona, de modo que se colocaron al abrigo del puesto de socorrismo, como hacen muchos adolescentes en cualquier playa del país.
Unos bailaban sobre la arena, otros charlaban animadamente sentados en la rampa de la caseta Lima 1 o en la plataforma de hormigón sobre la que se levantaba esta estructura, pero solo cuatro se subieron a la terraza del socorrista: Álvaro, un amigo y dos amigas. "Era como un balcón voladizo sin pilares ni apoyos", sentencian los padres del chico.
"Mi hijo tenía muchos proyectos", recuerda Altagracia, sin poder reprimir las lágrimas. Álvaro y su hermana melliza iban a seguir los pasos en la docencia de su querida madre: una profesora de Infantil muy valorada en el Colegio Severo Ochoa de Los Garres donde este crack del fútbol sala estudió Primaria y Secundaria. "Era un chico muy familiar, responsable y buen estudiante: sacó buenas notas en selectividad".
"De hecho, ese verano se había matriculado en Magisterio de Educación Física para empezar la carrera en la Universidad de Murcia porque tenía vocación de maestro". A sus 18 años, Álvaro demostraba mucha madurez porque nunca descuidó los libros por el mero hecho de contar con opciones para vivir del futbito. "Tenía posibilidades de dedicarse profesionalmente al fútbol sala", tal y como corrobora su padre. "Desde pequeño era su pasión: podíamos tener veinte balones en casa".
"En el colegio estuvo jugando de portero un solo año en la liga interescolar y los profesores ya nos dijeron que lo llevásemos a hacer las pruebas con algún equipo federado profesional". No se equivocaron los docentes en su corazonada: Álvaro terminó jugando en los escalafones inferiores de ElPozo Murcia Fútbol Sala y con el Futsal Paulo Roberto, a pesar de que su madre confiesa que le intentó "despistar" apuntándole a clases de natación. Este momento de la entrevista es el único en el que Altagracia sonríe, al recordar cómo trató de que se olvidase de la pelota su hijo: cuyo corazón era de color merengue, como su querido Real Madrid.
"Lo más relevante de su trayectoria en el fútbol sala han sido sus tres títulos consecutivos de Campeón de España: en categoría alevín, infantil y cadete", recuerda lleno de orgullo su padre, José. El primero de ellos lo logró en casa del todopoderoso FC Barcelona, logrando dejar su portería a cero. Álvaro siempre demostraba galones en el campo con "su carácter" y "su actitud". La mejor prueba de que dejó su impronta en el vestuario es la decisión que adoptó tras su fallecimiento el equipo del mítico jugador Paulo Roberto: el dorsal número 15 fue retirado porque era el que siempre lucía este portero imbatible bajo los palos.
No ha sido el único homenaje póstumo que ha recibido, ya que se ha empezado a celebrar un memorial de futbito por Álvaro, en el Colegio Severo Ochoa de Los Garres donde estudió y conoció a su inseparable pandilla. "En el puesto de socorrista donde murió nunca faltan las flores que le dejan sus amigos", remarcan agradecidos sus padres.
- ¿Han hablado con la pandilla de su difunto hijo sobre lo sucedido aquella madrugada del 2 de agosto?
- José y Altagracia: Mantenemos el contacto con los amigos de Álvaro, pero es un tema doloroso y no hemos hablado de eso con ellos: solo recordamos anécdotas suyas.
Una de ellas es el origen de su apodo: 'Bellota', por un rapado un tanto desafortunado que Álvaro se hizo cuando tenía 11 años y que a juicio de sus amigos le dejó la cabeza con la forma de este fruto que enloquece a las ardillas. 'Bellota' era el líder de la pandilla y el pegamento de la familia. "Era el alma de la fiesta. Nos ha cambiado mucho la vida: nos hemos echado años encima". Tanto es así que el matrimonio acude a terapia psicológica porque la pérdida de Álvaro ha sido demasiado injusta.
"Aquel 2 de agosto me llamó una amiga de Álvaro, para decirme que se había caído la torre del socorrista y mi hijo estaba inconsciente", recuerda esta profesora de Infantil. Eran las dos de la madrugada del martes, cuando esa quedada inofensiva con la pandilla en la playa de El Mojón, se tornó en tragedia: el Puesto Lima 1 de Salvamento se vino abajo, con cuatro jóvenes sobre la pasarela. La peor parte se la llevó Álvaro con un traumatismo craneoencefálico que derivó en una hemorragia cerebral.
Altagracia recorrió como una exhalación los escasos 5 kilómetros que separan su casa de veranero en la Torre de la Horadada de El Mojón: "Cuando llegué, solo me decían 'no se acerque señora', pero yo veía de lejos cómo le hacían maniobras de reanimación a mi hijo". No hay palabras para describir la angustia terrible que sufrió ante aquella secuencia.
- ¿El Ayuntamiento de San Pedro del Pinatar como responsable de la caseta de socorrismo se puso en contacto con ustedes?
-José y Altagracia: El Ayuntamiento no nos ofreció atención psicológica ni nadie nos llamó. Enviaron un burofax con sus condolencias: una cosa tan fría como un papel para justificar su pena y su dolor. Ni lo leímos.
El auto del Juzgado de Instrucción número 4 de San Javier sí se lo ha leído el matrimonio de principio a fin. La jueza Omaira Gonzalvo se hace eso del demoledor atestado de la Policía Judicial que "concluye que el Puesto Lima 1 de Salvamento de la playa de El Mojón, se encontraba modificado o incompleto en su montaje, dada la falta de las contras de apoyo en la terraza, tras unos actos vandálicos ocurridos el día 19 de julio. No siendo detectada esa falta de elementos estructurales hasta el día siguiente al accidente, constatando los agentes la existencia de deficiencias en cuanto al montaje del puesto y en cuanto a la supervisión de su estado".
Para llegar a este punto de la instrucción judicial, la familia ha estado asesorada por la letrada Sara Megías del despacho MMB Abogados. "La propia Guardia Civil dice en su atestado que no solo faltaban elementos esenciales en el puesto de socorrismo, a los que llaman pilastras, contras o apoyos, sino que tampoco estaba bien anclada la estructura porque los tornillos no estaban bien puestos y los técnicos del Ayuntamiento no tenían formación específica en ese tipo de instalaciones", subraya la abogada.
"Los técnicos solo tenían un protocolo de montaje con unas instrucciones, como el que se compra un mueble de Ikea y comienza a seguir los pasos para montarlo en su casa", ejemplifica Sara Megías, sobre la trascendencia que a su juicio tiene el contenido del auto del juzgado de San Javier y el atestado del Equipo Judicial de la Guardia Civil. "La caseta del socorrista se fue hacia delante porque no tenía pilares y había una gran cantidad de superficie sin ningún tipo de punto de apoyo".
La letrada avanza a EL ESPAÑOL que ese será uno de los motivos por los que solicitará al juzgado que se depure la responsabilidad civil subsidiaria de la Administración local. "El Ayuntamiento de San Pedro del Pinatar tiene responsabilidad en el mantenimiento de la caseta del socorrista de la playa de El Mojón y la prueba de ello es que sus tres trabajadores están investigados. Hubo una dejación de funciones, como lo demuestra que el Ayuntamiento ha reforzado con pilares la caseta donde murió Álvaro y también ha anclado la estructura a la base de hormigón con tornillos y placas metálicas. Además, una empresa subcontratada se encarga ahora de montar los puestos de los socorristas, cuando antes lo hacían los empleados municipales".
Los padres de Álvaro sacan otra lectura de las diligencias judiciales practicadas hasta ahora: "Esto demuestra que encima de la terraza del puesto del socorrista no se subieron doce adolescentes para hacer botellón, como se llegó a publicar en algún medio de comunicación, solo estaban cuatro, y no estaban saltando. Álvaro y sus amigos se sentaron allí para hablar y escuchar música: estaban tranquilos".
- ¿Han vuelto alguna vez a aquel puesto de la playa de El Mojón?
- José y Altagracia: Nosotros no hemos sido capaces ni de volver a la residencia familiar de La Torre de la Horadada donde siempre íbamos a veranear. Nos marchamos aquel 2 de agosto y no hemos vuelto allí.