Sucedió el 11 de noviembre de 2007 en el Metro de Madrid. Era una mañana fría y el reloj todavía no marcaba las 12:00. Un joven de 16 años llamado Carlos Palomino se subió al tren en la estación de Legazpi y no salió con vida de él. Josué Estébanez, un soldado del Ejército de Tierra de 23 años e ideología neonazi, le propinó una puñalada en el pecho que le provocó la muerte poco después.
Estébanez fue condenado a 26 años de prisión. En noviembre de 2022, justo 15 años después del asesinato, Instituciones Penitenciarias le concedió su primer permiso, de cinco días. Sus primeros días fuera de la cárcel coincidieron con el homenaje de muchos colectivos antifascistas en recuerdo de Carlos Javier Palomino Muñoz.
El diputado de ERC Gabriel Rufián ha recordado este viernes el trágico suceso a través de la red social X. "Era militante antifascista e iba camino de Usera para protestar por una manifestación racista autorizada por la Delegación del Gobierno. Todo quedó grabado y todo fue emitido. Ni su asesino, Josué Estébanez, abonó jamás indemnización alguna ni el PP condenó jamás su asesinato. Aún se discute de si Estébanez era o no un nazi", ha escrito el diputado independentista en un tuit.
Los hechos se produjeron al coincidir ambos grupos de radicales en el mismo vagón. Según trascendió en una fatal secuencia captada por las cámaras del metro, Palomino le preguntó al militar por la sudadera, a la vez que le tocaba, y acto seguido le dio una puñalada mortal en el corazón. El menor falleció en el número 145 del madrileño Paseo de las Delicias, mientras era atendido por lo servicios de emergencias hasta allí desplazados.
Palomino portaba una gorra roja y un abrigo negro; Estébanez, una sudadera Three-Stroke (marca muy conocida en el mundo skinhead) que llamó la atención del primero. La tensión fue inminente. Tanto Estébanez como el grupo antifascista se pusieron en guardia nada más percibirse. El militar sacó del bolsillo una navaja de 25 centímetros y la ocultó, abierta, tras su espalda. Automáticamente después de recriminarle Palomino su sudadera, Estébanez le apuñaló.
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El militar hirió a otras dos personas con el mismo arma blanca: a uno le causó heridas graves y a otro le provocó la amputación de un dedo. Los pasajeros del tren huyeron despavoridos mientras otros jóvenes emprendieron una persecución para frenar su huida.
Ya fuera, alrededor de 30 jóvenes antifascistas le dieron una tremenda paliza en la boca del metro. Una vez apaleado, fue detenido por la Policía Municipal y puesto en disposición judicial, sin fianza. Tras ingresar en la cárcel de Soto del Real, fue trasladado a Alcalá Meco, madrileñas ambas prisiones.
Vallecano y antifascista
Carlos Javier Palomino Muñoz apenas tenía 16 años cuando fue asesinado. Militante de la izquierda antifascista, estaba enrolado en el grupo de animación del Rayo Vallecano, los Bukaneros, vinculados a la extrema izquierda madrileña. Era alumno del instituto Tirso de Molina, se mezclaba con otros colectivos de izquierdas y era habitual en conciertos de red skins, una cultura urbana con honda tradición en Vallecas.
La madre del asesinado trabajaba en una clínica y tenía que hacerse cargo del menor sola. El padre de Carlos, Francisco, no aparecía mucho por allí. Tenía un régimen controlado de visitas. Mavi se ha convertido, como en su día fue su hijo, en una luchadora contra el fascismo y es presidenta de la Asociación Madres Contra la Represión.
Mañana, como cada 11 de noviembre, distintos colectivos antifascistas se manifestarán en su homenaje. Carlos Palomino ha sido elevado a símbolo de su lucha y su memoria se conmemora tiñendo el agua de las fuentes de rojo. Estébanez saldrá de la cárcel este año con la carrera de Derecho terminada.
En mayo de 2016, el Ayuntamiento de Madrid entonces liderado por Manuela Carmena colocó una placa conmemorativa cerca del lugar donde fue asesinado. La misma placa que ha sido saboteada por grupos de skinheads llegados de toda España, quienes han realizado campañas y grafitis que han reivindicado durante estos años la puesta en libertad de Estébanez. Otras ciudades europeas como Budapest o París también se sumaron al lema de "Josué libertad".
En sus últimas palabras, el asesino, vecino de Fuenlabrada, pidió perdón a la familia de la víctima. "Te deseo lo peor", le replicó la madre del menor acuchillado.