El Intermedio comenzó su 18ª temporada con nuevos colaboradores en el equipo del Gran Wyoming: Lamine Thior y Climabar (Carmen Huidobro y Belén Hinojar). El cómico senegalés, criado en Algeciras, ha destacado especialmente en sus primeras apariciones, siendo una de las grandes revelaciones de la temporada.
Su fichaje se produjo de una forma muy curiosa, ya que su primera participación en el programa de La Sexta (producido por The MediaPro Studio) fue como entrevistado por Thais Villas, que habló con él sobre el racismo en España y como se lo tomaba con humor: “Es una movida, porque ni los africanos te consideran afro y los andaluces más o menos se enrollan”, le explicó a la reportera.
Su ironía y humor le encantó al Gran Wyoming, que decidió incorporarlo este año al programa dándole al cómico su propia sección, Microracismos, donde ya ha hablado de las ideas preconcebidas sobre África, las diferencias entre blancos y negros o que el volunturismo (“personas que en verano se gastan una pasta para hacer un viaje exótico, echar una mano en un proyecto solidario y hacerse fotos con niños negros”, explica Thior) es una forma de racismo, ya que “si de verdad quieres ayudar, hay una cosa que se llama voluntariado”, añade el cómico.
EL ESPAÑOL ha paseado con Thior por su barrio, Vallecas, donde reside en la actualidad, para hacer un repaso de su vida, las situaciones más curiosas o desagradables en las que ha vivido racismo y cómo están siendo sus primeras semanas junto al Gran Wyoming, Dani Mateo y Sandra Sabatés en El Intermedio.
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De Senegal a Algeciras
Lamine Thior nació en Senegal, pero a los pocos años de vida se trasladó con su familia a Huelva, donde su padre trabajaba de pescador, pero tuvo un accidente laboral y falleció, por lo que se fue con su madre a Algeciras, donde creció: “Es donde he pasado gran parte de mi vida”, reconoce con un marcado acento andaluz.
“Al principio, no me daba cuenta de que era negro, pero cuando tenía cinco años o así veía que a mis amigos les preguntaban dónde habían nacido y a mí, que cómo había llegado, si en patera o cómo. Y eso que Algeciras es multicultural…”, recuerda el cómico.
Y señala que “mi niñez fue muy guay, me crié con un montón de personas de muchos lugares, aunque cuando era pequeño no había muchos negros, era el único de todo Primaria en mi colegio”.
Pregunta.– ¿Cómo recuerda su época en Algeciras?
Respuesta.– Muy buena, aunque ser el único negro en varios kilómetros a la redonda dio lugar a situaciones curiosas. Por ejemplo, todos mis amigos, en aquella época, a finales de los 90 principios de los 2000, se hacían como una especie de corona en el pelo y se la teñían de rubio, yo también quería, pero con mi pelo era complicado… pero es que eran los referentes que tenía, los mismos que mis amigos blancos, así que tenía que aceptar mi parte senegalesa con el pelo (risas). Además, es curioso que, cuando eres africano y te crías aquí desde pequeño o naces en España, tienes los mismos prejuicios que puede tener cualquier persona de aquí. Eso puede entrar en conflicto con tu propia identidad, porque muchos de esos prejuicios caen sobre ti. Yo intentaba parecer lo más español y europeo que pudiera, lo máximo, y si mi madre me traía una camisa o un traje de Senegal, yo no me lo ponía, renegaba de ello.
Le decía: “Soy negro, encima no voy a destacarlo más”. Incluso cuando iba con mis amigos y nos cruzábamos con un negro intentaba no hacer contacto visual porque, desde la perspectiva de una persona blanca, los negros, yéndonos al estereotipo supremo, son gente sin papeles que vienen a robar y a cobrar ayudas. ¿Pero qué pasa cuando tú encima eres negro y ese prejuicio lo puedes tener ahí? Tuve que hacer una división especial para desligarme de eso porque yo decía que era otro tipo de negro. Tenía el racismo interiorizado.
P.– ¿Le causó problemas?
R.– Lo que me pasaba es que no admitía lo que realmente era por la sociedad, por lo que me rodeaba. Pensaba que si yo era el primero que hablaba mal de los negros tenía la validación del grupo de los blancos, o eso pensaba en mi cabeza, que de esa manera estaba más cerca de los blancos que de los negros. Por eso, cuando alguien me dice que en la vida ha tenido ningún comentario racista ni ha tenido ningún prejuicio de nada, no sé cómo lo ha hecho porque, al final, si rascas, hay prejuicios, que no digo que sea malo, es una cosa que es natural porque son herramientas que el cerebro nos da, ya sea por aprendizaje, por experiencia, por cultura… el problema está en que ese prejuicio te nuble el juicio.
P.– ¿Por eso en sus shows bromea con el racismo o con hipersexualización de los negros?
R.– Sí porque sé de lo que hablo, aunque mucha gente piensa que soy negro por ciencia infusa y tengo todo este conocimiento que me ha venido desde el árbol de la negritud. Una de las cosas que de las que aprendí hace unos años es que nosotros creemos que el racismo va ligado al odio racial, pero hay cosas que te dicen que, a priori, suenan agradables, no las consideran racistas. Y ahí entramos en comentarios de la longitud del pene de los negros, por ejemplo, que significa poderío, que eres el macho alfa. Automáticamente, tú lo percibes como algo que es agradable y, por lo tanto, positivo y que no es racista, pero realmente esta es la misma línea del prejuicio.
También me pasa, por ejemplo, cuando salgo a bailar, a mí me gusta mucho, pero siempre me dicen: “Es que lo llevas en la sangre”, pues no porque mi hermano baila fatal (risas). Siempre me ha gustado, desde pequeño, y ahora de mayor, muchos de mis amigos son bailarines profesionales y al estar con ellos, algo se me queda. O con el tema del baloncesto, que al ser negro tengo que jugar bien, que lo hago… (risas), pero ya lo dan por supuesto por ser negro. Es que soy un estereotipo andante.
P.– ¿Recuerda alguna anécdota de pequeño que viera algo que le llamara la atención de sus amigos blancos?
R.– La primera vez que fui al cumpleaños de un amigo mío blanco fue con 10 años, pero es que hasta ese día no sabía que los cumpleaños hacían sentados. ¿Por qué? En el mío mi madre, mis tíos... todo el mundo estaba de pie bailando todo el rato. Cuando llegué a aquella celebración de mi amigo me llamó mucho la atención que todos estuvieran sentados. Luego, vas creciendo y vas viendo que en España también hay familias que bailan y todo lo que tú quieras, pero en general las reuniones suelen ser más bien estáticas, sentados.
Me ocurrió que al ser senegalés y al estar acostumbrado desde pequeño a ver bailar a tu familia en los cumpleaños, lo hacía, pero si estás acostumbrado a que en el tuyo todos estén sentados porque lo hace tu familia, sigues su ejemplo. Opino que en España, o en Europa en general, si te pones a bailar es como que estás haciendo el payaso, pero es que creo que la concepción del baile y el ritmo es diferente. No es que lleve el baile en la sangre, es que es una cuestión de cultura.
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El racismo
Thior ha sufrido episodios de racismo durante toda su vida, unos se los ha tomado con humor, otros con impotencia o incomprensión, pero aprendiendo de todos ellos para el futuro. Desde el colegio a pasear por la calle o simplemente para alquilar un piso, ha tenido que lidiar con miles de dificultades en sus 33 años de vida.
“La policía me ha llegado a parar más de 30 veces en un mes yendo por la calle en controles rutinarios, como dicen ellos, a veces cuestionando la veracidad de mi documento de identidad”, comenta el senegalés. “También ha habido veces que algunas personas me han insultado, pero como soy un tío grande, esas situaciones no han ido a más”, añade.
P.– ¿Recuerda episodio racista de pequeño?
R.– Uno de los que tengo fijados en mi memoria fue con 16 años. Estábamos en la feria de Algeciras y uno de nuestros amigos de clase se emborrachó y se cayó al suelo. Me acerqué a ver qué tal estaba y si podía ayudar. De repente, uno de los que le estaba asistiendo se volvió y me grito: “¡Quita de ahí negro de mierda!”. Eran gente que veía todos los días y en ese momento me di cuenta de lo que sentían realmente. A los dos días se acercó para pedirme disculpas, que no me lo tomara a mal, que estaba muy nervioso… Pero recibí uno de los grandes aprendizajes de mi vida: La gente te respeta, pero hasta un punto.
Sabes que les caes bien, pero cuando sale su parte más visceral aparecen sus prejuicios, que realmente siempre han estado ahí, dejando claro que tú no eres de su grupo. Fue una situación muy chocante para mí.
P.– ¿Y alguno reciente?
R.– Hace poco iba con una de las bicicletas de BiciMAD, me subí a la acera para ver donde dejarla y, de repente, apareció un coche de la policía secreta. Se bajaron, me pidieron que dejara el móvil y me preguntaron si la bicicleta era mía (risas). Me puse muy nervioso y me salió una respuesta como si estuviera en uno de mis monólogos: “No, es de Ayuso”, pero no les hizo gracia…
Menos mal que tenía batería en el móvil, me metí en la aplicación y demostré que la había alquilado, no la había robado. Entonces me empezaron a preguntar si tenía antecedentes, les faltó preguntarme si tenía algún punto negro en mi historial (risas). Les di en DNI, vieron que era un ciudadano normal y me dijeron para despedirse: “Pues nada, caballero, que tenga usted buen día”, y se fueron.
También tuve muchos problemas para alquilar un piso, que comparto con un amigo algecireño de origen ghanés y otro búlgaro. Fuimos a ver una casa, con nuestros contratos, avales económicos, todo correcto, y una vez nos dijeron que ya estaba alquilado, otro que venía su hija y no nos lo podía alquilar… una nos llegó a decir que éramos demasiado altos para el piso (risas). Es que como llamo yo y tengo acento andaluz, luego ven llegar a dos negros y a uno con aspecto del Este y no nos lo alquilan. En el que vivimos ahora, cuando estaba hablando con David, que es nuestro casero, y ya cansado de todo lo que nos había pasado, le dije: “Oye, soy negro, ¿hay algún problema? Mi experiencia me dice que tengo que avisártelo”. Y él me contestó: “No pasa nada, yo soy chino”, y ahí vivimos ahora, en Vallecas.
Vuelta a Senegal
Aunque de joven rechazaba de sus raíces senegalesas, con 21 años Thior volvió a la tierra de sus padres, donde estuvo un año para “conectar con las partes que de mí que yo no sabía de dónde venían, de cómo eran, de las que había renegado”, admite.
Estuvo jugando al baloncesto, entrenando de lunes a viernes con su equipo y viviendo los fines de semana en casa de su familia. Pero en Senegal también le sucedió una cosa curiosa, no tanto de racismo por parte sus compatriotas, sino por venir desde Europa.
P.– ¿Qué recuerda de su época en el país de sus padres?
R.– Allí me di cuenta de que si eres un negro que viene de Europa todo es más fácil. Recuerdo un día que fui a jugar al baloncesto con mi primo y me llevó a un complejo deportivo privado. Nos colamos en las pistas y nos pusimos a jugar hasta que vino el guarda y nos dijo que nos fuéramos, algo totalmente normal. Pero al fin de semana siguiente mi primo me dijo que volviéramos, le comenté que no quería problemas, pero me contestó que, cuando viniera el guarda, le hablara en español.
Cuando otra vez nos pilló, le hablé en español como me había dicho mi primo, entonces me dijo que como venía de España que no pasaba nada, que siguiéramos jugando. ¿Tenía yo más derecho a jugar allí viniendo desde aquí que el chaval que vivía en el barrio de enfrente y que no podía entrar porque era privado? Fue muy contradictorio.
Su fichaje por 'El Intermedio'
En diciembre de 2022, Thais Villas, reportera de El Intermedio entrevistó a Lamine Thior en su sección Ok Boomer para que le contara cómo era su vida en nuestro país y cómo bromeaba en su podcast sobre la discriminación que sufren las personas de color.
Tanto le gustó la entrevista al Gran Wyoming que decidió incorporar al actor, cómico y activista de origen senegalés en su equipo del programa de La Sexta para protagonizar la sección Microracismos, ya que Thior cuenta además con una amplia formación con cursos de Introspección y forma del Personaje, Características de la Vis Cómica, Interpretación y Cuerpo, Interpretación ante la Cámara o Iniciación al Drama.
Pero no solo se limita a las tablas del teatro (con su monólogo y obras como Los guerreros, Tartufo, Sey -realizada en francés-, Las decisiones de Abel, Comedia Bi o El castigo será 40 menos 1) o a su sección en El Intermedio, en el currículum de Thior en su faceta de actor figuran series tan conocidas como Servir y proteger, Centro médico o La que se avecina; y papeles en BByC: Bodas, Bautizos y Comuniones, Riders o Derecho a soñar. En 2021 tuvo un personaje en la película Carver, y también ha formado parte del reparto de cortos como Mya, Sociales, Una pedida con espuma o Afrowhite.
En 2024 estrenará la miniserie La Ley del Mar, protagonizada por Luis Tosar y Blanca Portillo mientras continúa de gira por toda España con su monólogo llamado Españul.
P.– ¿Cómo surgió su incorporación a El Intermedio?
R.– Me llamaron para que me entrevistara Thais y me hizo mucha ilusión porque El Intermedio es uno de mis programas favoritos. Cuando acabamos me dijo que si le quería enviar un mensaje al Gran Wyoming y le dije: “¿Estás viendo este portento de ser humano, cómo me vas a dejar escapar? Fíchame porque va a venir otro antes que tú y lo va a hacer”. Se lo dije de broma, pero meses después me llamó Carmen Aguilera, la directora del programa para hacerme una prueba e incorporarme a El Intermedio.
P.– ¿De qué trata su sección?
R.– Hablo de los Microracismos, de situaciones que son muy cotidianas, tanto que están normalizadas y son casi imperceptibles. Por eso se llama así, que no es porque no duelan o no sean graves, es porque es muy complicado demostrar que suceden y que la gente vea que lo hace, aunque no se dé cuenta.
P.– ¿Cómo son en las distancias cortas el Gran Wyoming, Sandra Sabatés, Dani Mateo y el resto del equipo?
R.– Son unos cracks, gente muy guay, me tratan genial y eso que soy el recién llegado. Son gente muy normal que me han acogido muy bien. Pero no solo ellos, maquillaje, vestuario, los cámaras…
P.– ¿Qué recuerda de su primer día?
R.– Hacerle fotos a todo y con todos para demostrar que de verdad estaba en El Intermedio (risas). Incluso le pedí permiso al Gran Wyoming para hacerme una con él. Además, me han puesto en el camerino que usa Quique Peinado cuando él está en Zapeando y le he hecho una foto a la puerta con el cartel.