"Por responsabilidad". Ese es el motivo esgrimido por el Consejero de Educación del gobierno canario, Poli Suárez, para justificar la cancelación de las clases escolares no universitarias en el archipiélago esta semana. La ola de calor que azota Canarias ha llevado a que varios centros reporten desmayos y episodios de golpes de calor. El Consejero ha afirmado que llevarán a cabo para ocasiones futuras un protocolo de actuación en estos casos, ya activo en comunidades como Andalucía, Madrid o Cataluña, aunque ninguno contempla la cancelación de clases.
A pesar de que en un principio se estimó que no habría cancelaciones, la consejería de Educación, Formación Profesional, Actividad Física y Deportes ha tomado esta decisión por las máximas temperaturas anunciadas por la Agencia Estatal de Meteorología. Suárez ha tildado la situación de insostenible, alegando que la decisión se ha tomado, además, por el riesgo de incendio que amenaza a varias ciudades.
De esta manera, los termómetros alcanzaron este martes los 34 grados. Las mínimas se establecieron en 24. Además, las altas temperaturas estuvieron acomapañadas de la calima. En los principales municipios se ha lanzado una alerta.
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El consejero aseguró que no las infraestructuras canarias no están preparadas para atender a los estudiantes en estas olas de calor. Además, apuntó al gobierno anterior como culpable de la situación, ya que "no podemos solucionar" el abandono de "muchas legislaturas". Suárez estimó que algunas instalaciones están en un "estado lamentable".
Casi nadie suspende clases
En todo el territorio español, lo ideal sería adecuar los edificios para que no los menores pudieran tener unas condiciones climáticas interiores acorde a otras dependencias de la administración. La mayoría de los edificios escolares no están preparados climatológicamente porque, en teoría, los meses más calurosos (julio y agosto) los escolares no están en clase.
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En Cataluña, el Departamento de Educación da libertad a las direcciones para anular las clases si es necesario debido a un pico de calor. La idea sería respetar la hora de entrada y salida de los alumnos, pero poder anular las clases en caso de existan niveles de riesgo alto. Esto permitiría a las familias recoger a sus hijos antes. En caso de no llegar a extremos, las direcciones de los centros tienen potestad para decidir cómo actuar. Un ejemplo: llevando a los niños de las clases sur a otras localizaciones o impidiendo la salida al patio en horas de excesivo calor.
El ejemplo más significativo sería Andalucía. Aquí existe un protocolo parecido al de la Comunidad de Madrid: los centros pueden tomar distintas medidas desde que la Agencia Estatal de Meteorología establezca el nivel amarillo de alertas por altas temperaturas.
Lo llamativo del plan andaluz es que en muchos casos la alerta amarilla empieza con 36 grados. La alerta roja, dependiendo de la zona, se activa con los 44 grados.
El protocolo de Madrid estima también que se revisarán las actividades complementarias y extraescolares para evitar que se hagan en lugares expuestos al sol. A su vez, ambas regiones tratan de aclimatar las instalaciones escolares.
En Baleares también existe un protocolo de actuación. El mismo se llevó a cabo para unas altas temperaturas excepcionales que "se están volviendo cada vez más habituales", señala. El protocolo se activa en los meses de junio y septiembre.
Castilla-La Mancha y Castilla y León no tienen protocolo de actuación. La Rioja se planteaba la pasada primavera llevar a cabo uno. Igualmente, tampoco lo tiene Extremadura. Sin embargo, en esta comunidad está vigente una resolución de mayo de 2021, donde se cuenta con detalles de las actuaciones que se deben llevar a cabo.
La Comunidad Valenciana por su parte envió la pasada primavera un currículum a los colegios en los que se les autoriza a tomar medidas en caso de que las condiciones meteorológicas sean extremas y hagan peligrar la salud del alumnado.
Las clases en Murcia, por su parte, se pueden suspender una hora si en el aula hay más de 27 grados y no cuentan con aire acondicionado. Son instrucciones dadas para episodios de calor extremo, que permiten modificar los horarios, sobre todo de las clases de educación física.
En cualquier caso, los centros tienen la obligación de continuar con los alumnos dentro del mismo en caso de que las familias así lo soliciten. Esto evita problemas con la conciliación familiares de los progenitores de los alumnos.