El remedio, como tantas veces se dice, fue peor que la enfermedad. En este caso, no hubo que lamentar nada más allá que un revés físico. Un desgarrador aspecto que la víctima ha expuesto en redes sociales, manifestando su sufrimiento. Issada Aisiri, una joven presentadora tailandesa, ha mostrado las desagradables quemaduras en la cara que se le quedaron después de que le hicieran un tratamiento facial con láser.
Algo salió mal: Aisiri visitó una clínica en Bangkok, la capital del país, hace un mes. Buscaba un tratamiento láser contra el acné. Según ha comentado a medios como The Mirror, mientras se sometía al procedimiento Aisiri sintió un calor intenso. Pensó que era una parte normal del proceso. Mucho después del tratamiento, sin embargo, el escozor continuó y pensó que algo no andaba bien. El personal de la clínica se ofreció a darle medicamentos para aliviarla, pero ella los rechazó por las dudas sobre su función y oficialidad.
Horas más tarde, mientras Aisiri llamaba a otro médico para pedir primeros auxilios, aparecieron franjas de quemaduras de color marrón oscuro y rojo en su frente y mejillas. La joven alegó, además, que las marcas habían afectado a su trabajo como presentadora de televisión, ya que regularmente tenía que aparecer ante la cámara y frente a una audiencia.
También le perjudicó en otras facetas: tuvo que cancelar un viaje de buceo previsto porque temía que la exposición al sol empeorara su condición. La clínica se ofreció a darle un tratamiento correctivo, pero ella se negó diciendo que no quería volver nunca más a ese lugar: estaba traumatizada por la experiencia.
Los empleados de la clínica adujeron que el personal que administró el tratamiento fue contratado recientemente y no estaba familiarizado con el nuevo equipo. Issada declaró que el abogado de la clínica llamó unos días después para reconocer su denuncia y ofrecerle una compensación.
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Semanas después, sin embargo, no había llegado ningún reembolso ni ayuda monetaria. El pasado 22 de septiembre, Aisiris declaró que aún no había obtenido nada: "He recibido una disculpa del médico y del personal responsable del error, pero no he oído nada de los ejecutivos de la clínica. Hasta ahora, todavía no hay compensación por parte de la clínica".
Aisiri añadió que le estaban pidiendo muchos trámites y documentos para respaldar sus aseveraciones. Hasta ahora, tal y como ha relatado, Issada se ha gastado unos 32.000 baths, la moneda tailandesa (aproximadamente unos 900 euros, al cambio) en tratamientos correctivos. Desde entonces, su condición ha mejorado, aunque todavía tiene que lidiar con esas rayas de decoloración.
"Sólo quiero que este caso se resuelva pronto. Quiero volver a trabajar, pero si la clínica continúa ignorándome, me veré obligada a emprender acciones legales. No quiero que nadie más experimente lo que yo pasé", ha manifestado Aisiri. "Publiqué esto para advertir a la gente. Elijan una clínica adecuada y un dermatólogo adecuado para tratarse", aconsejaba.
La terrible experiencia de Aisiri es la última de una serie de percances estéticos recientes en la capital tailandesa. Refleja además el furor de este país asiático con la estética, donde una creciente cantidad de ciudadanos se someten a tratamientos para parecerse a sus ídolos o para alcanzar unos cánones específicos de belleza.