El escándalo ha copado la actualidad nacional y parte de la internacional. La semana pasada, la policía de la isla de Koh Phangan, en Tailandia, encontraba los restos de Edwin Arrieta, un cirujano colombiano de 44 años, repartidos en diferentes bolsas de basura por varios puntos de la isla. Después de seguir la pista de los restos humanos y otros elementos hallados, se dirigieron al español Daniel Sancho, hijo del actor Rodolfo Sancho.
Daniel Sancho, de 29 años, había sido la última persona en verle. También quien denunció la desparición del colombiano. Y el que, poco más tarde, admitía el asesinato y descuartizamiento de su amigo. El presunto asesino se enfrenta a varios cargos, entre ellos homicidio premeditado, ocultamiento y sustracción de las distintas partes del cuerpo de la víctima para encubrir el fallecimiento o la causa del mismo, según han informado medios nacionales.
Ahora mismo, el joven español se encuentra bajo vigilancia policial y está siendo representado por una abogada de oficio de Tailandia. En pocas horas, según ha anunciado en una conexión con un programa de televisión nacional, le trasladarían a una cárcel del país asiático. Hasta ahora, ha confesado, les están tratando "muy bien". Allí empezará un proceso que tiene diferentes derivadas.
Una de ellas es incluso la pena capital, vigente en Tailandia. Además, las posibilidades de ser juzgado en España por este crimen son bastante bajas, ya que el país asíatico no cuenta con un tratado de extradición con España. Si Sancho es juzgado y condenado, debería cumplir la mitad de su sentencia en Tailandia antes de poder solicitar la extradición para terminar de cumplir la pena en España.
Este proceso sería muy complicado y el Ministerio de Asuntos Exteriores español tendría que intervenir para conseguirlo. Tailandia, no obstante, tiene unas leyes bastante férreas en relación a los homicidios. Se puede condenar a un acusado entre 15 y 20 años de prisión en los casos más leves y más tarde se puede ampliar la pena, contemplando la posibilidad de aplicar cadena perpetua o pena de muerte en los casos de homicidio.
[Quién era Edwin Arrieta, el colombiano al que Daniel Sancho confiesa haber asesinado en Tailandia]
Hay un ejemplo previo que abre otros senderos en el futuro de Sancho. Si el joven termina siendo sentenciado en Tailandia, pero se declara culpable (como en principio ha admitido), lo más probable es que se le aplique la cadena perpetua en lugar de la pena de muerte. Este tipo de condena no se suele ver bien si se aplica a extranjeros y es bastante residual, a pesar de su vigencia.
Podemos verlo en el caso de Artur Segarra, condenado en 2016 a pena de muerte por el asesinato del empresario David Bernat en Bangkok. Este suceso comenzó de forma distinta. El 19 de enero de aquel año, Segarra se llevó a su habitación al empresario y le asesinó, desmembrando su cuerpo y arrojándolo al río Chao Phraya, en la capital de Tailandia.
Segarra huyó a Camboya, pero en febrero fue capturado. Al principio negó los hechos. Fue entregado a las autoridades tailandesas y, un año más tarde, lo condenaron a muerte. Sus abogados recurrieron ante el Tribunal de Apelaciones, que falló en su contra. Más tarde lo intentaron de nuevo ante el Tribunal Supremo, que ratificó la sentencia. No parecía haber salida posible para el español.
Tras agotar todas las opciones, Segarra solicitó un indulto real al rey de Tailandia, Maha Vajiralongkorn. Este, junto con otros condenados, aceptó la petición de perdón real el 28 de julio de 2020, día de su cumpleaños. La sentencia de muerte de Segarra, a quien se conocía como 'El descuartizador de Bangkok', pasó a ser cadena perpetua tras confesar su autoría del crimen en la carta donde pedía clemencia.
Perdón real para el español
En Tailandia no necesariamente se castiga el homicidio con la pena de muerte. Según el artículo 288 de su Código penal, este delito está castigado bien con cadena perpetua, bien con una pena de prisión de quince a veinte años, según ha explicado el abogado penalista Álvaro Bernad: "Sólo están castigados con la pena de muerte los homicidios que se perpetran concurriendo una agravante adicional, alguna de las contempladas en el artículo 289 del Código penal tailandés".
Además, las penas de muerte no se fechan al instante, lo que da tiempo al condenado a apelar ese "perdón real". Muchas de estas condenas han sido conmutadas en el pasado. Por ello, Daniel Sancho, de resultar condenado a muerte por la justicia tailandesa, y tras agotar todas sus opciones, podría solicitar el indulto del Rey Vajiralongkorn. En cualquier caso, se enfrenta al ingreso en una cárcel tailandesa y -más adelante, tras una complicada burocracia- a una posible extradición a España.