A veces aquello que se dice de que 'no hay dos sin tres' se cumple. Y, sino, que se lo digan a Castori Cuello Núñez, una vecina de la localidad de Olivenza (Badajoz) que ha visto como la suerte le sonreía por partida triple. Entre el martes y el miércoles de esta semana, tres fueron los boletos premiados que adquirió en el puesto de la ONCE.
Un día como otro cualquiera, Castori se hizo con un 'rasca y gana' que haría que ese martes 1 de agosto se convirtiera en una jornada especial. Le tocaron en gracia 1.000 euros. No obstante, lo mejor estaba por llegar.
Al día siguiente, volvió a comprar el mismo ticket, el que cuesta un euro en los puestos de venta. Esta vez solamente obtuvo un premio de 7,5 euros. Acto seguido, el vendedor, viendo que una de sus clientas habituales estaba en racha, la animó a probar suerte con el boleto de cinco euros, a lo que ella accedió.
Con este cupón llegó el gran colofón. Precisamente con él ganó el gran premio: medio millón de euros. En un primer momento, el vendedor creyó que solo le habían tocado 5.000 euros, pero, tras fijarse mejor, fue añadiendo los ceros que faltaban hasta confirmar que el botín ascendía hasta los 500.000 euros.
El propio lotero, Joaquín Barroso, confiesa no dar crédito a lo que estaba sucediendo ante sus narices. "Fue un suceso rarísimo", explica el vendedor, quien según declara a EL ESPAÑOL, siempre le vende los 'rasca y gana' a Castori.
A la mujer casi le da un "ataque de nervios", tal y como recuerda en declaraciones a Hoy. Lo primero que hizo fue llamar rápidamente a su marido, quien no se creía la buena noticia. Después, contactó con una sobrina para que le acompañara al banco. Acompañadas por el director de la sucursal, se dirigieron a la sede de la ONCE pacense, donde se hizo efectivo el pago les premio.
Con los pies en el suelo
Descontando impuestos, a Castori y su familia les han caído 410.000 euros del cielo. Sin embargo, como ella misma asegura, no despegará los pies del firme. "El dinero que viene fácil, fácil se va", afirma. Lo primero será saldar las deudas. Después, ayudar a los hijos. El resto, quedará bien guardado en la cuenta.
Castori no piensa en cambiar su ritmo de vida. Proseguirá con sus labores, mientras que su marido continuará trabajando de tractorista. A sus 48 años de edad, la oliventina ha invertido toda su vida laboral en el campo, aunque, a día de hoy, varias hernias discales y la enfermedad de Crohn le han obligado a pedir la baja por enfermedad.
Los únicos caprichos que se va a permitir son poner una piscina en su parcela y viajar a Galicia, donde se celebra una Feria de Marisco a la que la afortunada quiere acudir desde hace 11 años. En Olivenza, su figura ha cobrado un carácter casi místico. Sus vecinos incluso le piden que les roce para contagiarse de su buena suerte.