En los 45 años que el CIS lleva preguntando a los españoles por su afiliación religiosa, el porcentaje de quienes se declaran católicos –practicantes y no practicantes– ha pasado de un 90,5% en mayo de 1978 a un 52,9% en julio de 2023. La del último barómetro es la cifra más baja de la historia. Pero mientras las iglesias se vacían, cobra fuerza en España la versión más radical del catolicismo: la tradicionalista. Como en todos los tiempos adversos, la Iglesia sobrevive y se regenera desde la reacción.
La mayor prueba de ello es una peregrinación que recorre desde hace tres veranos el norte de España: la de Nuestra Señora de la Cristiandad. Curas con sotana y birreta, y fieles con cruces y estandartes procedentes de varios rincones de España y otros países, caminan a lo largo de 85 kilómetros desde la Catedral de Oviedo hasta la Basílica de Covadonga. En la primera edición fueron 400; en la segunda, 900; y en la de este año, 1.200.
“La peregrinación busca la reconquista espiritual de España a través de la fe, reivindicando la liturgia tradicional”, dice el padre Pablo Pich en conversación con EL ESPAÑOL. Pich es un cura de Barcelona de 31 años y participa desde 2021 en la marcha religiosa. Como él, los 1.200 sacerdotes y fieles que formaron parte de la última edición, concluida el pasado 24 de julio, defienden un catolicismo alejado de la modernidad, celebran la misa en latín de espaldas al público, cantan gregoriano y defienden la doctrina católica sin ambigüedades.
Es decir, ni hay guitarras en las misas, ni los curas visten como civiles, ni negocian con las concesiones que promueve la parte más aperturista de la Iglesia que representa el papa Francisco. Aún así, todos ellos forman parte de la Iglesia Católica, por contra de algunos grupos tradicionalistas que se separaron de Roma tras las reformas del Concilio Vaticano II, como la Fraternidad de San Pío X del obispo francés Marcel Lefevre.
La peregrinación de Nuestra Señora de la Cristiandad partió de Oviedo el 22 de julio “con el recibimiento y envío del obispo” Jesús Sanz, dice Pich. Concluyó el día 24 en Covadonga, con la celebración de una misa. En medio, tres días de caminata en los que “se rezó el rosario, se cantó y se celebró la misa tradicional, que es el centro del evento”, relata el sacerdote. Además, “mucha gente se confesó y participó por primera vez de esta liturgia”, añade.
La organización, constituida por la Asociación Nuestra Señora de la Cristiandad, se encarga del aspecto logístico, que incluye desayuno, comida y cena, así como de la gestión de terrenos cedidos para acampar. Cada uno de los participantes paga una inscripción de 40 euros, y el grueso hace toda la peregrinación a pie. “También hay familias con niños que se unen a diferentes etapas de la caminata”, explica el sacerdote.
Así relata su experiencia: “Lo que se vive en estos días es un espíritu de peregrinación que suscita en el alma volverse hacia Dios. Es, en definitiva, salir de la comodidad –el esfuerzo de caminar al sol, bajo la lluvia– junto a una gran alegría y un gran gozo; una relación muy natural con Dios y con los demás, con los que pasas horas conversando. Hoy en día parece que sean necesarias cosas artificiales en la Iglesia para vivir la fe; pero esto es lo más sencillo, y remueve a muchas personas”.
“Cruzada espiritual”
En la peregrinación participaron grupos venidos de toda España. Sobre todo, lo hicieron promovidos por miembros de la Fraternidad Sacerdotal de San Pedro y del Instituto de Cristo Rey Sumo Sacerdote. El primer colectivo nació de una escisión de sacerdotes de la Fraternidad de San Pío X, los cuales, por intercesión del cardenal Joseph Ratzinger, volvieron a la oficialidad de la Iglesia manteniendo sus ritos preconciliares. En noviembre de 2022, contaba con 542 miembros en todo el mundo.
El segundo grupo se originó en Italia en 1990, con la liturgia del antiguo rito romano también como su principal distintivo. Contaba con 266 miembros en enero de 2022, distribuidos en varios países; principalmente, Francia y en Estados Unidos.
En la marcha también había 'scouts', carlistas y otros grupos religiosos que marcharon con boinas y estandartes que dejaron imágenes de tono marcial. En este sentido, el cura catalán asegura que “la peregrinación se vive con un espíritu de cruzada, pero de cruzada espiritual, para reconquistar España para Dios”. “Cada movimiento exhibe sus símbolos como muestra de la pluralidad de la Iglesia, pero todos unidos bajo la misma fe”, añade.
No es casualidad que el lugar donde termina la peregrinación sea Covadonga, sitio histórico del inicio de la Reconquista cristiana de la península ibérica. Aunque la marcha no es política, muchos grupos participantes no esconden su filiación e implicación activa en opciones conservadoras. Este año, la peregrinación coincidió de lleno con la jornada electoral del 23 de julio, y los fieles conocieron los resultados en la víspera de llegar a la basílica.
“Mucha gente votó antes por correo, aunque el clima general trascendía las elecciones. Evidentemente, la gente lo siguió con preocupación, pero también con cierto desapego. La vida política es importante y lo es también participar en ella, pero el cambio en España solo vendrá desde las familias y desde la fe”, dice Pich. “Más allá del resultado electoral, que conocimos en plena marcha, somos conscientes de que la política no lo salva todo”, prosigue.
Por su parte, el padre Raúl Olazábal, una de las figuras más prominentes del Instituto de Cristo Rey en España, sintetizó en la homilía de cierre en Covadonga el sentir de los tradicionalistas católicos ante los resultados del 23 de julio: "La salvación de España no está en un puñado de votos, sino en un puñado de santos".
Inspiración francesa
La peregrinación de Nuestra Señora de la Cristiandad nació inspirada en otra que lleva el mismo nombre, y que se desarrolla todos los años en Francia, de París a la Catedral de Chartres, desde mediados de los 80. Siempre tiene lugar en primavera, alrededor de la fiesta cristiana de Pentecostés. En la edición de este año, participaron 16.000 peregrinos, también afines a grupos tradicionalistas y reaccionarios.
Estos números se explican porque Francia es, de hecho, el crisol del movimiento católico tradicionalista mundial. “El proceso revolucionario empezó en Francia, la sociedad tocó fondo antes y hubo una reacción de regreso a la raíces y a la radicalidad”, explica el padre Pich. En el país vecino, el movimiento pivota sobre la vida religiosa del monasterio de Fontgombault, y de las abadías benedictinas de Le Barroux y Lagrasse.
[Recuperan un documento del siglo XII y excepcional valor robado de la Catedral de Cuenca en 1980]
“A través de estos monasterios se está produciendo un renacer espiritual en Europa”, dice Pich, que los ha visitado. “Viven la fe con una profundidad y una seriedad llamativa. El misterio de Dios es esencial para ellos. Es gente muy preparada, con interés por formarse y por vivir la liturgia –la celebración de la misa– desde una visión teocéntrica, donde el culto es para Dios, y no para el hombre. Estas cosas involucran a la gente”, dice Pich.
El sacerdote no esconde que dentro del movimiento también hay quienes se acercan “de forma espuria”, como quien forma parte de cualquier otro colectivo reaccionario. “Son cosas que hay que pulir”, dice.
En su caso, su interés por el tradicionalismo vino antes de entrar en el seminario. Profundizó en él a través de lecturas como ‘La restauración de la cultura cristiana’, de John Senior, cuya tesis incide en el regreso a las raíces. “Me interesó la conexión entre la cultura cristiana y la liturgia. El culto que se le rinde a Dios, con el sacerdote vuelto hacia Dios y no a los fieles; la profundidad y belleza del canto gregoriano, la mayor presencia del misterio… todo eso me resultó muy atractivo. Estudié la vida de los santos, y conocí profundamente a los monjes en Francia, hasta que comencé a celebrar la misa según el rito antiguo”, dice el sacerdote.
Como cura de una parroquia de Barcelona, Pich celebra a lo largo del año la misa latina ordinaria. Pero cuando está de vacaciones, aprovecha para oficiar la tradicional. De hecho, su incorporación a la peregrinación fue a título personal, con un grupo que en su ciudad se concentra en la parroquia de Sant Jordi de Vallcarca, una de las 30 iglesias de toda España donde se celebra la misa tradicional.
Los demás templos que han abrazado este resurgir católico están en Albacete, Alcalá de Henares (Madrid), Almería, Cádiz, Córdoba, Cáceres, Cuenca, Getafe (Madrid), Jerez (Cádiz), Las Palmas de Gran Canaria, Lugo, Madrid, Málaga, Murcia, Oviedo, Palos de la Frontera (Huelva), Pamplona, Santiago de Compostela, Segovia, Salamanca, Santander, Sevilla, Tenerife, Toledo, El Vacar (Córdoba), Villaviciosa de Córdoba, Valencia y Valladolid.