¿Por qué vuelan los aviones? ¿Cómo se mantienen en el aire? ¿Qué les propulsa? Antonio Tabanera (Segovia, 2000) siempre ha tenido muchas preguntas. Desde que era muy pequeño, las dudas se agolpaban en su cabeza y mantenían despierta su mente. Por eso, ha hecho todo lo posible para resolverlas. Este segoviano de 22 años deja cada día la ciudad del acueducto para viajar hasta Madrid y fraguar una carrera de éxitos. Tanto es así, que suma 45 matrículas de honor entre su carrera y el Máster.
De carreras literales también sabe mucho Antonio, que es uno de los atletas más prometedores del país. Salta vallas con la misma facilidad con la que saca matrículas, hace que todo parezca fácil. La Universidad Politécnica de Madrid ha sido su alma mater. Primero estudió el grado en Ingeniería Aeroespacial, donde logró ser el primero de su promoción, obtener 32 matrículas de honor y un 9.68 de media. Ahora acaba de terminar el primer curso del máster en Ingeniería Aeronáutica, donde ya suma 13 matrículas de honor en 14 asignaturas.
¿El cielo es el límite? Pues de momento no lo sabe. Desde EL ESPAÑOL hemos podido hablar con él y hacerle algunas preguntas, aunque no tantas como las que él mismo se hace cada día. Pero empecemos por el principio. "Estudié en el instituto Mariano Quintanilla, donde distintos profesores me motivaron bastante en las asignaturas que me llamaban la atención, Física y Matemáticas", ha contado Tabanera. Le interesaban mucho los temas de ciencias, "el tema de aviones, el espacio, los planetas, saber cómo vuela un helicóptero...", pero dudó mucho qué carrera escoger.
Una carrera de fondo
Aunque lo suyo sean las vallas -pues ser Campeón de Castilla y León lo avala-, la universitaria es una carrera de fondo. Año tras año, Antonio ha ido regando de matrículas su expediente. La carrera y el máster le han salido prácticamente gratis. Para él: "Es otra forma de recompensar ese tiempo invertido en estudiar, o el tener que viajar todos los días".
En las carreras se habla siempre de los que llegan los primeros a meta, el podio de la excelencia. Sin embargo, por el camino quedan lesionados, o atletas que no pueden más y se acaban rindiendo antes de llegar. Aquí pasa igual: "En el grado entraron 600 personas y terminaron unas 400, y el máster lo acaban unas 200 de 600", afirma Tabanera.
Como decíamos, se trata de una carrera de fondo, donde las ganas desempeñan un papel fundamental. "No es una carrera fácil los primeros años. Si entras sin motivación o sin querer profundizar, si no tienes esa curiosidad... acaba siendo muy difícil", ha comentado Antonio.
Renunciar para ganar
En situaciones como la de esta joven promesa, el esfuerzo y la motivación no son suficientes. También se hace necesario tomar decisiones, hacer sacrificios, renunciar a muchas cosas, a parte de la vida. "He tenido que renunciar a poder descansar un poco más cada día. Duermo pocas horas y, el tiempo que tendría los fines de semana para disfrutar con amigos, lo aprovecho para descansar y avanzar un poco más", ha confesado Antonio.
Sin embargo, según ha comentado, "depende de las prioridades que tengas, a mí esto es lo que me gusta y lo que he decidido, aunque suponga renunciar a estar con los amigos o la familia". La fuerza de voluntad juega un papel de relevancia porque, para cosechar los éxitos de Antonio, hay que rozar la perfección.
Ni tan si quiera en verano puede detenerse la máquina. Cada día sigue desplazándose entre Segovia y Madrid, donde está realizando unas prácticas en la empresa GMV. Satélites, misiones espaciales, observación de la tierra y misiones interplanetarias. Estas son algunas de cuestiones en las que está inmerso Antonio mientras media España se sumerge en las playas.
El plan de entrenamiento
Para ganar medallas y podios, los grandes atletas siguen un riguroso plan de entrenamiento y alimentación. En la élite, cada detalle cuenta. Antonio se despierta en Segovia y coge el tren que le lleva cada día a Madrid. Allí, entre las ocho de la mañana y las dos de la tarde, estudia el máster en la Universidad Politécnica. Cuando sale va directo al Centro de Alto Rendimiento, donde entrena hasta las cuatro. Una vez acaba, de vuelta a Segovia. En verano la rutina ha variado un poco a causa de las prácticas, pero los viajes entre provincias no han parado.
Cuando llega a casa lee y descansa, también los fines de semana. Porque claro, en algún momento habrá que estudiar lo suficiente como para sacar 45 matrículas de honor. "Vas mirando libros, preguntas dudas y acabas sacando la carrera con buenas notas", ha contado Antonio, que habla de su gesta con una tranquilidad pasmosa. Lo hace como si no encontrara nada de especial en ella, como si fuera lo normal.
En sus estudios, Antonio ha aprendido sobre muchas temáticas diferentes como, por ejemplo, una asignatura que hablaba sobre misiles, y Tabanera no dudó en explicar su función. "No aprendemos a disparar un misil, las asignaturas se basan en conocer los sistemas de propulsión. Es como un lanzador espacial, como el Miura 1. Aprendemos cómo funcionan los procesos de propulsión interna, todo lo que son los sistemas de control y el comportamiento del misil con ecuaciones diferenciales. Al fin y al cabo, un misil es un vehículo no tripulado, como un dron".
Planes de futuro
Por el momento, Antonio no tiene del todo claro su futuro, pero siente una especial debilidad por la investigación. "Me gustaría poder seguir investigando, o continuar en la universidad con una plaza de doctor. También me gustaría estar en una empresa como GMV o en la ESA (Agencia Espacial Europea) y en otras empresas como Airbus", ha comentado Tabanera.
Marchar al extranjero es otra posibilidad. "Me llama la atención la Universidad de Cranfield, de Reino Unido. También la empresa de Rolls Royce que, además de fabricar coches, se dedican al mundo de la propulsión aeroespacial. Muchos Airbus usan sus motores. La Universidad de Delft, en Holanda, también me llama la atención, es de las mejores del mundo. Pero no hay mucha información, es una decisión importante y no hay muchas ayudas."
Una lanza en favor de España
Antonio ve en el extranjero la posibilidad de seguir investigando. Sin embargo, ha cursado toda su carrera en territorio nacional. A pesar de tuvo la posibilidad de hacer algún tipo de movilidad extranjera, decidió quedarse. Según cuenta, la educación española no tiene nada que envidiar a la de los países de nuestro entorno.
"Los ingenieros españoles están muy preparados, aunque haya gente que no lo quiera ver. El conocimiento que tenemos en España es muy superior al del resto de países". Así, el Segoviano defiende la educación patria frente a los que quieren hacerla de menos. Aquí ha podido formarse en lo que ha querido y se ha convertido en uno de los mejores de su campo. Por eso, como es de bien nacido ser agradecido, Tabanera no duda en halagar la educación y las oportunidades que su país le ha brindado.
"Mi familia no viene del mundo del espacio", cuenta Antonio. Sin embargo, él tiene un futuro prometedor por delante. Además, para un científico de sus características, el límite tampoco está en el cielo. Tabanera seguirá saltando las vallas que la vida le ponga a su paso y, muy probablemente, lo hará con la soltura que le caracteriza. Acostumbrado a ser el primero, sus sacrificios darán frutos, quién sabe si nos encontramos frente al próximo gran científico español.