No están en las cuatro torres, tampoco en ningún otro ático del Paseo de la Castellana; no tienen oficinas en Miami, tampoco en un gigantesco edificio relleno de cristales en la Gran Vía: en un discreto local de Puerta del Ángel, un barrio obrero en el Sur de Madrid, se ubica junto a una autoescuela que hace esquina y un humilde restaurante de comida asiática Taste The Floor, la agencia y discográfica independiente que ha pegado el sorpasso a todas las multinacionales de música del mundo. La discográfica de Quevedo, vaya.
Desde que a finales de la primera década de los dos mil la industria musical empezara a tambalearse, las compañías discográficas fueron cerrando o conglomerándose en gigantescos grupos empresariales.
Discográficas, agencias de management, productoras de conciertos y distribuidoras musicales vieron con ojitos miedosos cómo su negocio podía caer cuando toda una industria sostenida con las ventas físicas, con grabar, producir, masterizar y distribuir un pedazo de plástico (un vinilo, un casette, un CD), se iba derrumbando poco a poco bajo las pisadas de Internet.
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Estas empresas fueron aglutinándose en grandes monopolios de venta de entradas y producciones en directo, como TicketMaster o Livenation, y en todopoderosísimas discográficas multinacionales, conocidas en el mundillo como ‘majors’: Sony, Warner y Universal.
Sin embargo, mientras la industria se tambaleaba y muchas discográficas independientes tenían que bajar la persiana al no saber adaptarse no solo a las ventas por streaming y la música íntegramente digital, sino a los nuevos sonidos latinos y jamaicanos que formarían lo que hoy llamamos música urbana (rap, trap y reguetón), hubo quienes se apañaron para surfear la ola con precisión y salir reforzados. Unai Fresnedo y Carlos Mata son dos ejemplos perfectos.
“Nosotros empezamos en 2001”, aseguran mientras charlamos alrededor de la mesa de reuniones de la discreta oficina de Taste The Floor, su discográfica y agencia de management. “Como Radiation, nuestra anterior agencia, hacíamos conciertos de techno y rock, pero tuvimos un punto de inflexión para cambiar”.
A diferencia de una discográfica tradicional, una agencia de ‘management and booking’ se encarga de dar una respuesta íntegra a todas las necesidades del artista. Es decir, estas empresas son las managers de los cantantes, que depositan en ellas su confianza para dirigir su carrera, conseguir bolos, organizar conciertos o encontrar discográfica que saque su música. En el caso de Taste The Floor, ellos ofrecen también este servicio.
“Nosotros somos dos fanáticos de la música, nos encanta nuestro trabajo”, continúan. “Al final, se empieza que si organizando un concierto en una okupa, que si editando un disco, que si luego organizando otra cosa. Hasta que empezamos con Taste, fueron 16 años de aprendizaje, de dedicarnos a lo mismo y entenderlo”.
Estos dos empresarios, provenientes de Bilbao (Unai) y de Villarreal (Carlos), se han hecho un hueco en la escena musical gracias a llevar a raperos y traperos españoles, sin embargo, ellos no empezaron con este género: “Eso. Al principio, llevábamos techno y rock americano. Nos iba bien, pero un día nos llamaron para que Radiation trajera a The Roots (una banda de rap estadounidense) a un festival en Collado Villalba”.
“El éxito del concierto fue increíble. Repetimos después en Barcelona e igual. Como no había nadie que trajera a raperos americanos, empezamos a traerlos nosotros. Trajimos a algunos de los más míticos, como De La Soul y Wu-Tang Clan. Y nos fue bien”.
Sin embargo, a estos promotores de 52 y 46 años les llegó, como a todo el mundo, un hecho histórico que les haría cambiar su modelo de negocio: la crisis de 2008. Sin embargo, no les cambió por lo que el lector se está imaginando…
“Con la crisis, traíamos a raperos americanos cuyas entradas luego salían muy caras, porque los cachés eran muy caros, pero que no daban los conciertos que debían dar. Venían a tocarse los huevos (risas). De vacaciones, vaya. Así que cambiamos la perspectiva”.
“Empezamos a fijarnos en quiénes lo petaban aquí, en España, y empezamos a contar con ellos”, continúa con voz rasposa Carlos. “Gente que en su momento estaba haciendo ruido en el panorama español, como Lechowski o Morodo. Y ahí empezamos”.
A estos dos editores discográficos independientes, aunque consideren como éxito todas las cosas que han hecho (“creemos que el éxito es también pasar de vender 50 entradas a 100”, aseguran), su primer gran boom les llegó cuando ficharon a Natos Y Waor, dos jóvenes madrileños, del barrio de Aluche, que forman el que es quizá el grupo de rap más exitoso de la historia de nuestro país.
“Los cogimos en un momento en el que nosotros, como oficina, podíamos ayudar al grupo; y en el que ellos, como grupo, podían ayudar a la oficina. Nos ayudó a asentarnos en el negocio, a ganarnos el respeto”, dicen respecto a aquel fichaje hace ya 10 años, en 2013.
Importantes artistas
Tras el fichaje de los madrileños, la agencia empezó a llevar en su cartera a otros importantes artistas de la escena, como Juancho Marqués o Recycled J. Sin embargo, ¿cómo es la vida de alguien que vive metido de lleno en la pomada más pegajosa de la industria musical? ¿sigue existiendo el romanticismo en la música?
“Es una puta mierda”, asegura entre risas Unai. “¿Quieres que te enseñe mi agenda?”, añade Carlos. “Mira, reunión a las diez y media, luego a las once, luego a las doce, luego a las cuatro, luego a las cinco y más tarde, a las seis menos cuarto, dentista, [a ponerme] dos empastes (risas). Ya por la noche, a responder mails”.
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Lo cierto es que Taste The Floor, que ha pasado de ser solo una agencia a funcionar como discográfica, ya no es solo una ‘gestora’ de raperos más o menos conocidos en la escena musical, sino que se ha posicionado como una de las firmas más influyentes de toda la música mundial. Gracias al canario Quevedo, sea dicho.
Estos días, se publicaban las estadísticas de ‘Donde Quiero Estar’, el primer álbum del artista canario autor de la pegadiza ‘Quédate’. En estos ‘charts’, como se le llama a las estadísticas en la industria, se veían cosas absolutamente increíbles, como que el disco de este jovenazo del 2001 lideraba –y sigue liderando, a fecha de publicación de este reportaje– el top cien de ventas de álbumes, que se había colocado en el top 8 de artistas mundiales más escuchados o que el álbum fue reproducido 10,92 millones de veces solo el día de su lanzamiento, el mejor dato para un español en toda la historia de Spotify (sí, mejor que ‘El Madrileño’ de C. Tangana o ‘Motomami’ de Rosalía).
Sin embargo, lo más significativo de esta lista es ver las discográficas que producen a cada artista: exceptuando Rimas, la firma que gestiona el multimillonario catálogo de Bad Bunny, todos los álbumes del top quince España van sellados por las ‘majors’ (Sony, Warner y Universal); hasta que llegas a la cima, al número uno, y te encuentras de sorpresa con Taste the Floor Récords.
“Todo esto se ha gestionado con naturalidad, con mucha tranquilidad. Bueno, y metiéndole muchas más horas (risas)”, continúan Carlos y Unai. “Al final, es nuestro primer número uno. Hay que trabajar más y contratar a más gente para poder seguir haciendo lo mismo, dando el mismo servicio a todos los artistas, sean el número 1 o el 1000 del mundo”.
Ahora, los números de Quevedo son incontestables. Desde que se publicara su Session con el productor argentino Bizarrap, nadie puede decir que es uno de los artistas más importantes de la escena reciente de España, sin embargo, ¿cómo llegó este joven canario a las manos de estos dos ‘extechnetas’?
“Nos lo dio a conocer Félix, un chico que trabaja con nosotros”, continúan a la par. “Creo que fue en mayo de 2021. En cuanto lo escuchamos, no tuvimos ninguna duda. Dijimos, hostia. Es que sabíamos que iba a funcionar. Desde la primera canción, además”.
El tal Félix tuvo razón al llevarlo, pues el primer hit del artista canario, ‘Cayó La Noche Remix’, acumula ya más de 100 millones de reproducciones solo en Youtube: “¡y eso que ni siquiera es suyo! Es una colaboración en un tema de La Pantera, otro artista. Con esa canción, nos dimos cuenta de que iba a petarla. Su parte del tema, justo el final, era la que cantaba la gente, la que subían a Internet”.
Tras el tema del que se habla, Quevedo empezó a sacar canciones con más y más éxito hasta que consiguió su segundo hit mundial, ‘Si Quieren Frontear’, un tema con Duki (el trapero más importante de Argentina) que ya supera los 156 millones de reproducciones solo en Spotify: “es que es lo mismo de antes: naturalidad”, continúan en la salita de reuniones. “Cuando te llama Duki, no puedes ponerte a descorchar champán, simplemente haces las cosas lo mejor que sabes. Todo esto que está pasando no le ha cambiado la vida a Pedro (Quevedo), que es un chico muy humilde; tampoco a nosotros”.
Después de esta canción, llegó el gran pepinazo que terminó de situar al canario en el radar, la BZRP Session 52 (más de 1.000 millones de reproducciones solo en Spotify). Sin embargo, para Unai y Carlos, esto tampoco cambió nada:
“Somos 23 personas y llevamos a 35 artistas. A todos les damos el mismo servicio. Cuando esto pasa, trabajamos más. Todos estos éxitos, es cierto, han hecho que Taste The Floor sea cada vez más respetada. Cada vez nos toman más en serio. Muchas veces son las majors las que vienen a nosotros, no nosotros a ellas”.
De hecho, a pesar del éxito, del dinero y de todo lo que ha supuesto para Taste The Floor estos números tan achicharrantes, ambos coinciden en que les motiva más cuando los artistas aún son más pequeños: “cuando tus hijos ya saben correr, estás orgulloso de ellos, pero a ti como padre lo que te llena de verdad es empezar a criarlos, ver cómo van creciendo”, habla Carlos. “A mí me encanta tirarme dos años trabajando con un cantante y ver su cara cuando sale el primer videoclip, ver cómo empieza a marchar. De momento, seguiremos muchos más años haciendo esto porque nos llena mucho. Hay que tener mucha motivación para llevar un ritmo de vida así”.
Con los discos de platino de Quevedo deslumbrando la puerta de la oficina, estos dos disqueros independientes se despiden de El Español esperando una visita en no mucho tiempo. Quién sabe cuántos otros récords habrá en la pared cuando volvamos.