"Esto es increíble, de verdad. Es la mayor rave en la que he estado –en referencia a la fiesta ilegal que lleva celebrándose en La Peza (Granada)–. A nivel de logística, organización y comida, es la más grande que he visto nunca. Hay puestos de comida, de bebida, ¡hasta sofás! En fin, hay de todo... Y la Policía es muy maja. El ambiente es muy bueno; si le pides a alguien agua, te saca una cerveza. A la próxima voy, claro que sí, pero mucho mejor organizada", cuenta Isabel G., tras 24 horas de fiesta, en conversación con EL ESPAÑOL.
Como cada año, a algunos se les han hecho cortas las celebraciones de Nochevieja. Para algunos jóvenes –o no tan jóvenes–, lo de irse a comer churros y dormir a las seis de la mañana es poca cosa, por lo que deciden alargar la fiesta hasta que, literalmente, el cuerpo aguante. O hasta que la Policía los desaloje.
Este es el caso de los participantes de la rave ilegal de La Peza, en Granada; una fiesta autoorganizada en medio del campo que, desde el día 30 –¡antes incluso de las míticas campanadas!– ha sorprendido a la opinión pública.
Desde los diferentes periódicos y televisiones que se han desplazado hasta la localidad granaína de poco más de mil habitantes, nos llegan imágenes de centenares de jóvenes que, en condiciones aparentemente dudosas, celebran a ritmo de techno, reguetón y trap el recién nacido 2023.
La rave, que no tiene permiso del Ayuntamiento y se está celebrando en los aledaños del pueblo, ha causado una gran sorpresa tras saberse que la organización estaría pensando mantener la tremenda juerga hasta después de Reyes; quizá, incluso, hasta pasado el fin de semana: esto serían más diez días noches, con sus respectivos días, de fiesta continúa.
Sin embargo, ¿cómo es estar dentro de una fiesta así? ¿Qué hay tras la organización de este tipo de eventos, que traen de cabeza a la propia Guardia Civil, que ha decidido no desalojar la rave para evitar incidentes mayores?
Isabel G., joven de 21 años, es una de las más de mil fiesteras que se ha acercado hasta la madre de todas las raves, bautizada por los propios organizadores como Big Fucking Party. Para poner en contexto esta fiesta, hay que entender que, según fuentes de la Guardia Civil, alberga a más de 1.500 asistentes, siendo La Peza una localidad que apenas supera los 1.100.
"Pues yo me enteré por grupos de WhatsApp en los que iban pasando el cartel y compartiendo información", asegura en declaraciones exclusivas a EL ESPAÑOL Isabel, que se acercó hasta la BFP el lunes por la noche. "Yo me enteré hace como dos meses. Aquí en Granada, lo más común para enterarse de este tipo de fiestas es el boca a boca. Ya sabes, te enteras al salir de otras fiestas, o a través de otra gente que ya conoce más del colectivo".
Aunque pueda parecer lo contrario, lo cierto es que el objetivo inicial de la fiesta no era adoptar la popularidad que finalmente ha conseguido: "Al principio, pasaron el cartel, porque todas estas fiestas tienen un cartel [previo], por un grupo de más de 400 personas, pero los organizadores pidieron borrarlo".
"En concreto, esta fiesta era un multisound", declara con voz tosca por audio, solo un puñado de minutos después de salir de la rave, a este digital. "En Marruecos se organizó otra similar, por eso creo que la han hecho en el Sur de España, por toda la gente que subía de allí y le pillaba de camino"
En el argot ravero, un movimiento underground con una gran cultura popular y una filosofía propia, una multisound es una fiesta organizada por diferentes colectivos, cada uno con su propio stand de música, sus escenarios, sus altavoces, etcétera: "Es como un festival, con varios escenarios"
Isabel, nos cuenta, no tuvo grandes problemas para acceder: "Yo llegué y solo había un policía. No nos dejó pasar con el coche, así que aparqué más lejos, en un parking en el campo con más coches, y subí andando. Había un trecho a pie. Cabe decir que arriba, en la rave, hay muy pocos coches, que son los que salen en la televisión. Abajo, en la explanada, es donde hay muchísimos más"
"Allí, el ambiente es increíble. Hay gente desde los 16 hasta los 60 años. Para que algo salga así, tan bien, hay que pensarlo mucho, con muchos meses de antelación. Hay puestos de bebida, de comida; veganos, no veganos; de otros países; puestos de merchandasing con camisetas de los colectivos para poder recaudar para la gasolina de los generadores"
"La verdad es que el ambiente es muy agradable. Hay de todo. Hay gente haciendo malabares, circos, seis escenarios diferentes. Allí la verdad es que las personas son muy majas en general, no hay mal ambiente, tampoco peleas. La gente es encantadora"
En Europa, hay una cultura ravera muy arraigada, sobre todo, al movimiento hippie. Los miembros de esta cultura, como si de auténticos trotamundos se trataran, se dedican a moverse con autocaravanas de fiesta en fiesta en busca de las mejores citas de cada país: "Hay muchísimas autocaravanas con gente de todo el mundo. He visto matrículas de coche de Francia, de Italia, de Gran Bretaña. La verdad es que es algo que mola mucho".
A pesar de que este tipo de fiestas pueden llegar a hacerse muy mediáticas, lo cierto es que no se sabe quiénes son los organizadores; estos, ocultos en el anonimato por las posibles implicaciones legales que pueda tener su actividad, se dedican solo a convocar a la gente y llamar a los DJs, pero nunca dan la cara: "Se sabe quiénes son los soundsystems, los que pinchan, pero no quién organizan. En cada uno de los soundsystems, puede haber hasta diez personas diferentes. Quien quiera puede poner luego sus puestos y sus cosas".
Uno de los sucesos que han marcado esta fiesta ha sido la evacuación en helicóptero de un chico que, según ha declarado Emergencias, sufrió una grave intoxicación etílica y tuvo que ser llevado al hospital. Nuestra Isabel, por supuesto, fue testigo visual del momento: "¡Sí, vi lo del helicóptero! De repente, llegó la ambulancia, la Policía y el helicóptero. Como habían cortado la entrada de coches, la ambulancia pudo llegar inmediatamente, pero, no sé, también llegó el helicóptero. Cuando llegó, levantó todo el polvo y llenó todos los puestos de comida de tierra", prosigue.
La Guardia Civil, a pesar de la ilegalidad de la fiesta, ha decidido no desmantelarla para evitar incidentes mayores; también por la falta de efectivos ante un aluvión inesperado de gente. Isabel asegura que en el evento tienen comida, bebida y recursos suficientes para aguantar hasta el fin de semana, como la organización ha insinuado que hará.
"Pues yo llegué y no me hicieron ningún control ni nada", añade, en referencia a la presencia policial. "Muy amables los agentes, la verdad; muy majos".