La Peza (Granada) ha sido durante seis días el escenario de una fiesta "rave", una "modernidad" que gran parte de los cerca de 1.200 vecinos no sabría definir pero que ha convertido este pueblo en algo muy parecido a una fortaleza blindada por agentes para evitar que la convocatoria ilegal sea eterna. Eso sí, con cuatro detenidos: tres por tráfico de droga y uno de ellos por resistencia a la autoridad.
Igual que empieza, se acaba. Así se resume la rocambolesca historia que ha convertido a La Peza, un pueblo casi escondido entre espacios naturales y una carretera serpenteante, en el escenario de una fiesta internacional, con más participantes que vecinos, y un "chunda chunda" poco parecido a la música tradicional, hasta que este miércoles han comenzado a marcharse.
Las primeras furgonetas que cogieron el desvío de la autovía A-92 y cruzaron el pueblo parecían dirigirse al área de autocaravanas con vistas al embalse, porque cómo iba a pensar su alcalde, Fernando Álvarez, que alguien le había echado el ojo a unos terrenos públicos para convertirlos en el escenario desde el que despedir el año.
"Fue todo una sorpresa que ahora parece que acaba", ha explicado a EFE Álvarez, que confía en reconquistar la normalidad que perdió hace casi una semana para analizar daños y empezar a escribir una historia más tranquila.
De la noche a la mañana, el alcalde siguió el eco de una música que le condujo hasta unos terrenos municipales donde descubrió que lo que un día antes era campo, con sus 20 hectáreas recién plantadas de cebada, se había convertido en un recinto festivalero en toda regla con cinco escenarios, servicios y zona de acampada.