El pueblo de Manzanilla se encarama en una suave loma de la comarca del Condado de Huelva, tierra de mosto. El agua que tanto faltaba ha caído en tromba toda la noche del día festivo de la Inmaculada y los campos antes secos están ahora empapados. Un abuelo de 55 años ha desaparecido con su nieto de 22 meses y los dos han pasado la madrugada bajo el diluvio metidos en su coche, entre la vida y la muerte, mientras los buscaban por carreteras y caminos en decenas de kilómetros a la redonda.
El abuelo Antonio Blanco Gil y su adorado nieto Daniel vivían en una de las casas adosadas que hay a la entrada de Manzanilla viniendo desde Sevilla, al pie de la carretera A-472, un conjunto que llaman las Casas Baratas. Antonio y su mujer, Mari Carmen, cuidaban aquí del niño muchos días para ayudar a sus padres veinteañeros: su hijo Antonio, de 21, y su nuera, María, de 20. Los jóvenes padres y su crío residen en el vecino pueblo de Almonte, de donde es la madre del niño y su familia, y desde allí van cada día a trabajar en el campo o la hostelería. Por eso dejaban a menudo a Daniel al cuidado de su abuelo, que estaba de baja médica. La abuela paterna del niño trabaja en un almacén de frutas.
En esta casa de Manzanilla, el niño, que iba a la guardería municipal, compartía el día a día con sus abuelos paternos, con su tía paterna y con su bisabuela. Pero con quien más tiempo estaba era con su abuelo Antonio, un enfermo de diabetes y depresión para quien el niño era su tesoro y su otra medicina, además de la insulina y los antidepresivos.
"Lo había criado él, su nieto era lo que más quería y no le haría daño en la vida", dice a EL ESPAÑOL Francisco Manuel Moreno, de 33 años, para quien Antonio era "como un padre" para él porque trabajó a sus órdenes durante 14 años en la finca agrícola donde era capataz. "Me enseñó todo lo que sé. Era una bellísima persona", afirma el ahijado.
Explica Francisco Manuel, más conocido como Fran, que a Antonio le apasionaba el trabajo en el campo pero que allí encontró las desgracias que, acumuladas, desembocaron el miércoles en la suicida fuga con su nieto. Antonio, nacido en Málaga e instalado en Manzanilla desde niño con sus padres y su hermano Juan, había sido jefe de la cuadrilla de obreros agrícolas dedicados a la poda y mantenimiento de los naranjos y almendros que la empresa Familia Japón Solá tiene en varias fincas de Villamanrique de la Condesa (Sevilla). Allí iba cada amanecer a trabajar, feliz con su vida. Había reclutado para su cuadrilla a sus sobrinos Juan, Daniel y David, los hijos de su hermano Juan, y también, desde los 17 años, a un amigo de los jóvenes, Fran.
Muerte del sobrino
El 12 de junio de 2010, el año del Mundial que ganó España, dice Fran Moreno como referencia temporal, tenía que ir a trabajar pero se quedó dormido. Lo despertó poco después de las siete de la mañana su querido jefe Antonio para darle la noticia de que su sobrino Daniel se acababa de matar en un accidente yendo al tajo, delante de él. Daniel y su hermano Juan iban en un Citroën Xantia y Antonio los seguía detrás en otro vehículo desde Manzanilla; el de los jóvenes chocó con un Patrol y Daniel murió. Su tío se encontró el siniestro al alcanzarlos en la fatídica curva.
Ocurrió, detalla Fran Moreno, en el tramo entre Hinojos y Villamanrique. La familia colocó una cruz en el lugar y desde entonces sus compañeros de cuadrilla, con su tío Antonio al frente, se paraban allí a menudo para poner flores y recordarlo.
El accidente mortal en la carretera de su sobrino no acabó con la afición del corpulento Antonio por los coches y las motos. Pero durante un tiempo se le vio muy afectado, hasta que, con el tiempo, "pareció asimilarlo". Su salud mental y física se alteró realmente, añade su amigo Fran, una década después, a principios de 2019, a raíz de un pequeño accidente laboral: "Estábamos podando naranjos y él, el capataz, organizándonos, se resbaló y se hizo daño en un hombro".
Siguió trabajando en los meses siguientes a pesar de las molestias, hasta que le operaron del hombro y no se recuperó bien. En la empresa le buscaron un sustituto, dice Fran Moreno, y finalmente prescindieron de él por su salud en mayo de 2021. Quedarse sin ocupación lo trastornó y "estaba obsesionado" con volver a trabajar.
Antonio, con la salud física y mental mermada, encontró su consuelo en su nieto, nacido en febrero de 2021, hace 22 meses. En memoria de su sobrino Daniel, muerto en aquel accidente camino del trabajo once años atrás, le pusieron el mismo nombre al niño. Era una forma de resucitarlo.
Abuelo y nieto iban a todas partes juntos, pegados: en la gasolinera Cepsa cercana a Manzanilla, lo vieron a principios de esta semana llegando para repostar a lomos de su moto y con el niño sujeto a la espalda, sin casco.
Escapada y búsqueda
Este miércoles, 7 de diciembre, tras el festivo de la Constitución, el abuelo salió de casa con su nieto en su coche, un Skoda Octavia de color negro. Debía llevar al niño con sus padres a Almonte, a unos 35 kilómetros de distancia, pero en lugar de eso, aparentemente huyó con él y desapareció. La madre del niño ha dicho este jueves que el abuelo, su suegro, se tomó "un porrón de pastillas".
Explica el alcalde de Manzanilla, Cristóbal Carrillo, que los padres del niño, alarmados por la ausencia, fueron al puesto de la Guardia Civil de Manzanilla para pedir ayuda sobre las diez de la noche del miércoles. Antes, a las seis de la tarde, un vecino llamó al móvil de Antonio y este le respondió, balbuceante, que estaba en el centro de salud de La Palma del Condado, a 11,5 kilómetros de Manzanilla. En ese ambulatorio, donde no ingresó, se le perdió la pista. Antes había estado, no se sabe aún por qué, en el centro de salud de Almonte, de donde se fue porque vio que había mucha gente.
El concejal de Manzanilla Juan Camacho lo llamó a las 2.58 de la madrugada del jueves, y Antonio cogió el teléfono pero colgó sin decir una palabra. Ya no contestó a las llamadas posteriores. Durante la madrugada, familiares maternos y paternos, vecinos, los vigilantes municipales de Manzanilla y las patrullas de la Guardia Civil del pueblo y de la vecina Escacena del Campo buscaron al abuelo y al niño hasta que con el día y la activación de la investigación judicial desde La Palma del Condado aumentó el dispositivo de búsqueda con refuerzos y la voz de alarma saltó de las redes sociales en el pueblo a los medios de comunicación.
Fran Moreno, el amigo y antiguo compañero de trabajo de Antonio, avisado por el concejal Camacho, cogió las llaves de la antigua finca y fue sobre la una de la madrugada a buscarlo donde creía que podía haberse refugiado, en los campos donde trabajaba antes de su accidente y su depresión. Pero no estaba allí. Llovía a raudales en una noche dantesca.
Al ver las noticias y la foto del coche buscado, un cazador de zorzales se acordó de que el miércoles a la caída de la tarde, la hora de la caza, había visto un vehículo igual aparcado en un camino de la zona de El Alberón, entre Villarrasa y Rociana del Condado, a unos 17 kilómetros de Manzanilla. Se lo dijo a su mujer, volvió al sitio y descubrió el coche y a Antonio y su nieto Daniel dentro, los dos, en apariencia, inconscientes. Avisó a la Guardia Civil.
Autopsia
Al niño lo trasladaron al centro de salud de La Palma del Condado y de allí, en una ambulancia medicalizada y en estado muy grave, al hospital Virgen del Rocío de Sevilla, donde anoche permanecía ingresado en la Unidad de Cuidados Intensivos. El grave estado del niño se debe a las condiciones de la noche que pasó, con hipotermia e hipoglucemia por el frío y no comer, y no a que a su abuelo lo intentara envenenar con pastillas. Este viernes, la madre ha dicho a Telecinco que el niño ha dado negativo en las pruebas de toxicología y que le faltó oxígeno por el encierro en el coche. Su abuelo no lo envenenó.
Al abuelo lo llevaron, ya muerto, al hospital Infanta Elena de Huelva. Sus familiares velaban anoche su cuerpo en el tanatorio de Huelva antes de que le practiquen este viernes la autopsia, que revelará la causa de su muerte y si, como creen los padres del niño, se suicidó con una sobredosis de medicamentos, o murió accidentalmente por una crisis relacionada con su diabetes, como apunta el alcalde.
En su entorno aseguran que Antonio dejó una mensaje de despedida por Whatsapp dirigido a una hermana que vive en Cádiz. Tras la autopsia, trasladarán su cadáver al tanatorio de Manzanilla. El coche en el que huyó volvía estar aparcado anoche frente a su casa. En el retrovisor interior cuelga un llavero en forma de zapatito de niño.
¿Por qué se lanzó Antonio a su fuga suicida con su nieto amado? Un participante en la búsqueda nocturna que pide anonimato apunta la hipótesis inicial que corrió en el pueblo: Antonio, desequilibrado, decidió matarse y llevarse al niño con él al temer perderlo porque "creía que los padres del pequeño se iban a separar" y la madre se lo llevaría con ella a Almonte. Según este testigo, familiares de la madre del niño vinieron de Almonte a Manzanilla al conocer la desaparición y dijeron que Antonio ya había anunciado sus intenciones de suicidarse. En el entorno de los padres del niño, sin embargo, desmienten que la pareja fuera a separarse y a dejar al abuelo sin ver a su nieto.
El hombre había intentado suicidarse dos veces antes, en una ocasión inyectándose sobredosis de insulina, dice a este periódico una fuente cercana a la familia.
La anterior tragedia en este pueblo de 2.152 habitantes ocurrió este pasado mes de julio, cuando murió un niño de cuatro años ahogado en una piscina particular. Casualmente, también se llamaba Daniel. El Ayuntamiento decretó entonces tres días de luto oficial. Los concejales decidirán hoy, viernes, si ordenan poner las banderas a media asta por el triste final de Antonio, el abuelo trastornado que a punto ha estado de matar a quien ahora más quería. La luz de su ocaso.