El caso único del colegio de Bilbao donde conviven niños de 40 países y 16 religiones: así funciona
El Colegio del Amor Misericordioso ha impartido una metodología pionera para conseguir un 100% de graduados provenientes de 40 países distintos.
21 octubre, 2022 03:18En 1993 Samuel P. Huntington publicaba en la revista 'Foreign Affairs' su famoso artículo El choque de civilizaciones, donde pronosticaba que los problemas del siglo XXI serían impulsados por diferencias culturales como la religión. Lo que no esperaba este politólogo y profesor de Harvard era que la respuesta y solución a su análisis iba a llegar del Colegio Amor Misericordioso, un pequeño centro concertado situado en el barrio bilbaíno de Irala. Allí —una zona de nivel socioeconómico bajo— conviven cada mañana en las aulas niños y niñas de 40 países diferentes y 16 religiones distintas.
"Si fueses al partido de fútbol que están jugando ahora mismo en el patio del recreo, verías que hay más nacionalidades que en el Mundial", describe Juan Luis Uskola, profesor de Refuerzo Lingüístico (PRL). Y sigue: "En este colegio uno recupera la fe en muchas cosas: por ejemplo, te recuerda que el fútbol nació con el cometido fundacional de crear lazos entre las personas".
"El amor por el compañero de al lado por el simple hecho de serlo es la enseñanza más asombrosa, por sencilla y atípica, que se extrae del Colegio Amor Misericordioso (Coami). En un momento donde emergen discursos hacia lo extranjero y la diversidad que buscan acrecentar las diferencias, este centro es la apuesta por lo contrario. Allí, los españoles tan solo son la tercera nacionalidad por número de alumnos y, sin embargo, "es el colegio con el nivel de conflictividad más bajo en el que he estado", revela Alaitz Diego, profesora de Pedagogía Terapéutica (PT).
En el Coami hay 76 colombianos, 45 chinos, 40 españoles, 35 bolivianos, 31 marroquíes, 31 venezolanos, 26 nigerianos, 21 nicaragüenses, 15 nepalíes y 13 guineanos que completan el top 10 de nacionalidades más representadas. Si sumamos al único neozelandés que hay, y otras varias decenas más de países, encontramos que los cinco continentes están presentes en Bilbao.
Éxito escolar
"El porcentaje de éxito es altísimo. En cuanto a diversidad, el 100%. Los chicos que han podido salir con el graduado y luego mantienen su formación en otros grados o en el Bachillerato, con la vista puesta en la universidad, son el 98%", asegura Javier Garrido, profesor de diversificación curricular.
Si se tiene en cuenta que en el colegio se hablan 18 idiomas, y que muchos chicos llegan sin saber español o euskera, el dato es realmente sorprendente. La metodología es completamente diferente a lo habitual en los colegios españoles.
Por un lado, lo primero que hacen cuando llega un alumno extranjero sin conocimientos de español es programar su integración lingüística, para lo cual se les saca del aula hasta que adquieren un nivel comunicativo básico (A1 o A2).
Cuando lo consiguen, se intenta que se integren en el aula, "porque una cosa es saber comunicarte y otra es saber el idioma que aparece en los libros, el más académico. Los alumnos, cuando tienen el A2, pueden entenderme si digo 'mucha lluvia', pero no si digo 'precipitaciones abundantes'. Tenemos unos dos años para conseguir todo esto", explica Juan Luis.
—¿Por qué tenéis tantos alumnos extranjeros?
—Esto es la pescadilla que se muerde la cola: nosotros tenemos una serie de recursos que hace que se nos reconozca esta labor de integración y éxito escolar y nos manden alumnos. Además, estamos en una zona de Bilbao, Irala, donde hay mucha inmigración. Damos respuesta también a la zona, este colegio siempre ha sido pionero en todo esto.
David Martínez, director del centro, cree que la ubicación del Coami es determinante: "La Congregación de las Esclavas del Amor Misericordioso siempre ha apostado por alumnado con dificultades y desfavorecido. Hace años, no estaba tan marcada la inmigración y este colegio trabajaba con los pobres, los huérfanos... Por cómo ha evolucionado la sociedad y el barrio, ahora atraemos a este tipo de alumnado. El propio Gobierno vasco nos manda a 50 alumnos nuevos cada año que vienen de otros países. También vienen de otros centros buscando una segunda oportunidad".
Metodología diferente
Begoña Adán es profesora en la ESO del departamento de Ciencias y lleva 23 años en Coami. Desde el punto de vista del profesorado, deben tener dos pautas muy claras: "Son aulas abiertas, donde los alumnos entran y salen, y los profesores trabajan conjuntamente al mismo tiempo".
Es decir, en Coami se forman grupos de clases en función de las necesidades de los alumnos en las asignaturas y, a la vez, profesores diferentes están en un mismo aula atendiendo a diferentes subgrupos. "Dentro de una clase puedes tener un grupito de alumnos trabajando con un profesor específicamente el idioma. Mientras tanto, otro profesor puede estar reforzando contenidos y otro puede estar con los niños de necesidades educativas especiales", explica.
Al emplear esta metodología de dinámicas de trabajo por proyectos, "la situación de aprendizaje se extrae de algo cotidiano y se rompe la barrera de que un profesor atiende a toda la clase y el alumno que se descuelga se queda aislado". El nivel de exigencia y de expectativas que transmiten a las familias es el máximo: si tienen 25 alumnos en 4º de ESO, el plan es que esos 25 adquieran el título y las herramientas para poder valerse en la vida e integrarse en la sociedad.
David, el director, cuenta que estos recursos los pueden solicitar también otros colegios, no es algo exclusivo para el Coami. Hace falta la voluntad no solo de pedirlos, sino de que el profesorado se comprometa a llevarlos a cabo, algo que supone un gran esfuerzo.
En Coami, el principal enemigo no es el esfuerzo, que no se negocia, como si se tratase de un equipo de profesores entrenado por Simeone. El principal enemigo es el tiempo. "Cuando nos llega un alumno de Senegal de 15 años a 3º y le tienes que dar el graduado en dos años tenemos que poner creatividad para darle una salida. No es que no estén capacitados, no son tontos, lo que pasa es que tienen dificultades lógicas: tardan en adaptarse, tienen que superar el duelo de haber salido de su país".
El reto para Juan Luis como responsable del área lingüística es mayúsculo. Hay que conseguir en apenas unos meses que alumnos que no saben decir más que 'hola' y 'adiós' sean capaces de adquirir conocimientos en español y volcarlos en un examen.
—¿Cómo hacéis para evaluarlos?
—Lo primero es que nosotros trabajamos sin libros. Es decir, en nuestro colegio todo el material es adaptado o creado por los profesores. Así, podemos trabajar el material de otra manera para esos alumnos, conseguir que puedan demostrar sus capacidades independientemente del idioma. Lo que no podemos hacer es cerrarle las puertas al alumno por el hecho de que no tenga el tiempo idóneo. Se les califica la asignatura de Lengua Española, pero que tenga dificultades para aprender el idioma no puede cerrarle las puertas a obtener el título si ha demostrado saber Historia, Matemáticas...
En cuanto a los exámenes, les damos la posibilidad de que se puedan expresara en otros idiomas. No les dejamos que lo hagan en chino, porque la dificultad para corregirlo sería enorme, pero sí hemos evaluado a alumnos que se han expresado en inglés. Hay alumnos que llegaron de China en 1º de la ESO y han terminado 4º siendo los mejores de la clase.
En total, estos son los 18 idiomas hablados en el Coami de Bilbao: castellano, inglés, euskera, chino, francés, árabe, portugués, nepalí, japonés, hindi, alemán, georgiano, guaraní, italiano, rumano, wayu, quechua y criollo.
16 religiones
"Nosotros no hablamos de multiculturalidad, que se refiere a la cantidad de culturas diferentes que funcionan por separado, sino de interculturalidad, es decir, diferentes culturas colaborando con un objetivo común", matiza Javier.
Por ello, en Coami intentan combinar a alumnos de diferentes nacionalidades en las clases, algo que tampoco resulta complicado. "Se trata de que, si tengo a un alumno que no habla nada de español, lo siento al lado de alguien abierto y con facilidad para comunicarse", explica Juan Luis.
"Otra cosa que siempre les digo es 'mira, hoy eres el nuevo, pero mañana no'. Quiero que recuerden cómo fue su primer día para que empaticen con todos esos momentos complicados que pasan todos los alumnos recién llegados. Hay alumnos que no solo son nuevos en el colegio, sino que también es su primer día con sus familias, de las cuales se habían separado hace 10 años", cuenta Juan Luis.
Para que un cambio tan grande sea atravesado de forma pacífica y satisfactoria todo pasa por la integración. "Su nivel de convivencia en el patio es muy bueno, ojalá fuera de los muros del colegio hubiera el mismo nivel de convivencia", coinciden.
El fútbol es una herramienta que hace convivencia. Pero hay muchos alumnos que no les gusta el fútbol, o que llegan de países donde no es un deporte muy popular. En esos casos, "se intenta averiguar cuáles son sus aficiones y se buscan compañeros que tengan esos mismos 'hobbies'". Si algo enseñó La banda del patio, es que en el patio es donde se viven los momentos más importantes en la configuración de sus personalidades.
El patio se convierte en metáfora del mundo, unas decenas de metros cuadrados que encapsulan continentes enteros. La barrera lingüística no es la única, como tampoco lo ha sido históricamente entre musulmanes y occidentales: también entra en juego la religión.
El Coami es un colegio religioso y católico, pero bajo el mismo uniforme los niños profesan muchas fes que, a veces, los adultos han hecho parecer irreconciliables: 89 islámicos, 72 musulmanes, 57 católicos, 34 hindúes, 32 budistas, 31 pentecostales, 29 evangelistas, 7 testigos de Jehová, 6 protestantes, 6 taoístas, 5 creen en la cienciología, 3 adventistas, 2 del Opus Dei, 1 ortodoxo, 1 raeliano. 40 no saben/no contestan.
La hermana de la congregación de las Esclavas del Amor Misericordioso Cristina Icobuti da la asignatura de Religión, donde a priori las probabilidades de resultar al gusto de todos son incluso inferiores a las que tiene el seleccionador de fútbol de generar consenso con su lista para el Mundial.
"El respeto se construye a todos los niveles, incluido el religioso. No ponemos en común lo que nos difiere, sino que aquí uno trae su Corán, otro su Biblia y otro su libro sagrado, y vemos cómo en cada religión se trabaja de alguna manera lo mismo, con sus matices, que es la necesidad de trascender", explica la hermana Cristina.
David Martínez dice que en Coami hay alumnas con velo, que en las clases de Religión se habla de todas las culturas y que suelen realizar celebraciones religiosas católicas sin que haya ningún problema.
—Hermana Cristina, ¿recuerda algún momento de acercamiento entre religiones que la haya conmovido especialmente?
—Yo presencié uno realmente hermoso. Aún hoy, de recordarlo, se me ponen los pelos de punta. Nosotros, cuando terminamos 4º de la ESO, tenemos la costumbre de regalar a cada alumno que lo desea una crucecita de madera chiquitita. Al que no quiere porque es de otra religión le damos otra cosa. Lo llamamos el envío Coami.
Un año teníamos a un alumno musulmán de primera categoría, muy musulmán, diríamos. Un alumno que, al principio, imponía sus reglas de juego a nivel de religión. Cuando este chico acabó 4º vino a la ceremonia con su aita. Cuando llegó su turno pidió que le diéramos la crucecita. '¿Qué pasa, acaso no soy alumno Coami? Yo también quiero llevarme este recuerdo de mi paso por el colegio', nos dijo. Esto me impactó muchísimo, y demuestra que desde el respeto podemos enriquecernos mutuamente.
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La experiencia de la hermana Cristina parece ir a la contra de las derivas que están imponiéndose en la sociedad. En Coami, el Ramadán o la Pascua no hace falta explicarlos: están en el día a día, en el pupitre de al lado. Las distinciones iniciales acaban siendo las uniones familiares de los que acaban graduados. Unamuno decía que el racismo se cura viajando, y los alumnos de Coami viajan cada mañana millones de kilómetros.