Jimmy es francés, pero se defiende en español. Asegura que lleva 22 años en La Palma, siempre de aquí para allá, viajando de un lado para otro. Sin embargo, el último curso para él ha sido algo diferente. Acostumbrado a vivir en su caravana, desde que estalló el volcán de Cumbre Vieja vive en el Hotel La Palma&Teneguía Princess, de cuatro estrellas. Allí, en realidad, sólo va a dormir: "¿Qué hago si no aparte de estar tirado y ver la televisión?".
Este 19 de septiembre se cumple un año de la erupción del volcán de Cumbre Vieja en La Palma. Estuvo activo hasta el 14 de diciembre, fecha en la que dejó de emitir lava y se declaró que había pasado a fase posteruptiva. Sin embargo, un año después, las consecuencias del volcán siguen notándose en La Palma. Muchos no han podido recuperar su casa. Otros no saben si podrán volver a las suyas. Y otros siguen viviendo en los hoteles de la isla bonita.
Junto a un par de compañeros alemanes, Jimmy pasa el día en uno de los bares de Fuencaliente. Con gafas de sol, camisa amarilla y pañuelo en la cabeza, lo que le identifica como cliente del hotel damnificado por el volcán de Cumbre Vieja es su pulsera verde, que porta en su mano izquierda.
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Según explican desde el hotel a los reporteros, se trata de un elemento de seguridad. Sólo dejan pasar a los turistas alojados y a quienes tienen la pulsera verde, un elemento que han tenido que imponer desde el alojamiento a quienes acogen. Muchos no querían, pero era la única forma de quedarse.
De esta forma, los afectados por el volcán son fácilmente identificables. Un miembro del hotel apunta que es fácil encontrar a algunos de ellos. "Por la mañana los podéis encontrar ahí, en la parada del autobús", expone.
Este es un hotel de cuatro estrellas hecho para descansar, venir de vacaciones, disfrutar de la isla bonita y de un lugar inigualable junto a las coladas del Teneguía, volcán que erupcionó en La Palma en 1971.
Sin embargo, la vida aquí no debe ser agradable más allá de quienes pretenden vivir en un retiro espiritual y descanso continuo. Por ejemplo, alcanzar este hotel supone conducir unos cuántos cientos de metros por las laderas de la isla hasta llegar a él, junto a la playa. Está prácticamente aislado del resto de la civilización y volver a ella cuesta otros tantos minutos de subida por carretera, con unas curvas al nivel de las del resto de la isla.
Un día en el bar
Vivir aquí de manera permanente puede ser contrario al objetivo de tener una rutina. Sin embargo, Jimmy está tranquilo por el momento. Por las mañanas se sube al pueblo y se pasa aquí el día, junto a otros integrantes de esta cuadrilla. Uno de los trabajadores del hotel apunta que siempre están arriba, en el bar del pueblo de Fuencaliente. Él puede verlos cada vez que termina su turno de trabajo.
La ayuda al alquiler, 450 euros al mes cada seis meses, le es insuficiente para irse del hotel. "Hay demasiada burocracia. Sólo hacen pedir papeles, cuando lo tienen todo electrónico", dice un Jimmy que vive bien, tampoco se queja.
En este lugar le acompañan dos alemanes que, en un español regular, ríen y gastan bromas inintelegibles. Uno lleva la pulsera del hotel, pero otro no la porta, aunque dice vivir también en el Teneguía Princess.
Al poco tiempo alcanza el local de hostelería Borja, un español que también lleva el elemento distintivo; la pulsera verde. Es decir, vive en el hotel y es de los realojados por el volcán. Charla con los demás, pero rechaza fotografiarse para el reportaje. "Te cuento, pero no soy muy amigo de las fotos", expone.
Él vivía en Todoque y perdió una casa y parte de la platanera que tenía. Hasta que no se construyó la nueva carretera, que une Tazacorte y Fuencaliente y pasa por encima de la colada del volcán, no pudo recobrar su actividad.
"Tuve que pagar para que me replantaran la platanera. No podíamos pasar y tampoco podía dejar perder otra cosecha", explica Borja en conversación con este periódico.
Ahora, su trabajo se basa en ir a regar la platanera cuando puede. "Es complicado cruzar hasta la zona de Tazacorte, porque tienes que ir en transporte público y mínimo pierdes toda la mañana entre ir y volver".
Mientras tanto, él tampoco abandona el hotel. "Los precios del alquiler en la isla se han encarecido bastante", expone, en una crítica que comparten la mayoría de palmeros cuestionados por EL ESPAÑOL en La Palma. No obstante, no habla de las ayudas, sólo apunta que son insuficientes.
Por el momento, Borja aguardará en el hotel junto a Jimmy. El problema es que no sabe hasta cuándo llegará su estancia en el Princess. ¿Hasta que Jimmy, los colegas alemanes y él reciban una vivienda junto al resto de familias? Por el momento, parece que se su estancia en el cuatro estrellas se alargará más allá del año.