Ismael no estaba satisfecho. A principios de 2018 recibió 30.000 euros del entonces entrenador del Deportivo Alavés, Abelardo Fernández, pero le pareció poco y pidió más. Ese fue uno de sus errores. El exjugador de fútbol había sido timado y extorsionado por una red criminal que llevaba años practicando el chantaje por toda España con una premisa muy sencilla: publicar anuncios de prostitución y amenazar a los interesados con desvelárselo a sus familias.
Así cayeron cientos de miles de euros y más de 4.000 víctimas, incluida Abelardo. Al otro lado, la organización se valió de Abraham Bravo, concursante del programa Mujeres y Hombres y Viceversa.
El juez de la Audiencia Nacional José Luis Calama ha propuesto juzgar por organización criminal y extorsión a los 92 presuntos miembros de esta organización criminal —uno de ellos menor de edad—, la mayoría españoles pero de distintas nacionalidades.
Según documentación judicial a la que ha tenido acceso EL ESPAÑOL, la red estaba dirigida por un grupo de veinteañeros que se valían de sus familiares y amigos para operar en las sombras, chantajear a sus víctimas y esconder el dinero del escrutinio de Hacienda.
El magistrado señala a cinco de ellos como sus líderes: Ismael Bousnina —conocido como Salva—, Massinissa Ferrah —Erik y, en ocasiones, Pedro, Roni o Giovani—, Peace Chika —Chami—, Felipe Tabares y Mauro Galasso, todos residentes en Valencia. Con un operativo de varias docenas de personas bajo el mando de cada uno, el grupo se encargaba de publicar anuncios de prostitución, investigar a los interesados y exigirles dinero para no revelar su secreto. Una vez que caían los primeros euros, insistían.
"Venga, hijo de la gran puta, te voy a vaciar un cargador en la cabeza", "en media hora quiero mi dinero o te pego dos tiros en la pierna" o "voy a tirarte la puerta abajo y me vas a pagar, maricón" eran algunas de las amenazas que utilizaban contra sus víctimas, aunque en otras ocasiones y dependiendo del caso también recurrían a la compasión —"hazlo por mi hijo, que está enfermo"—.
La existencia de la trama salió a la luz en abril de 2018, cuando una de las víctimas acudió al cuartel de la Guardia Civil en Sarrión (Teruel) a denunciar que estaba sufriendo una extorsión y que esta no cesaba pese a haber hecho ya un pago. "Habrá consecuencias y tu familia se enterará", le dijeron entonces.
A lo largo de las semanas, varios vecinos denunciaron hechos similares en Navarra, Castellón o Gipuzkoa, donde aparecieron nuevas víctimas, hasta cubrir prácticamente toda España. Al poco fueron cayendo una treintena de personas implicadas. Entre ellos había un futbolista profesional.
Futbolistas y 'viceversos'
Probablemente, el nombre más conocido de la lista de 92 presuntos implicados en la organización criminal sea el de Antonio García Aranda, Toño, que por aquel entonces se desempeñaba como lateral en el Levante y que ahora milita en el Éibar, en Segunda División. Según aclaran fuentes de la investigación, el futbolista era uno de los hombres de máxima confianza de Ismael, junto al hermano de este, Guillermo, y una de las tapaderas de su dinero negro.
Sobre cómo acabó enrolado en este tipo de operaciones, las mismas fuentes relatan que Toño conocía a los líderes de la trama por "ambientes relacionados con el ocio nocturno valenciano" y que solían hablar "de negocios y de quedar de fiesta". El futbolista asegura que accedió a guardar el dinero ilícito porque Salva tenía un problema de ludopatía y no quería gastarlo. El juez, sin embargo, ha decidido acusarlo de blanqueo de capitales y pertenencia a organización criminal.
En medio de todos, haciendo de enlace y presentando a unos con otros, estaba otra figura relativamente conocida: Abraham Bravo, concursante del programa Mujeres y Hombres y Viceversa. Su importancia la trama, además de ser un instrumento para ocultar el dinero, era la de fichar a posibles colaboradores y presentarles a gente de confianza a la que conocía de fiesta. Tanto Abraham como Toño pertenecen al grupo de 92 presuntos integrantes de la red criminal y, aseguran, fueron engañados.
La estructura
A efectos organizativos, el juez diferencia tres niveles de mando en la estructura de la trama. El primero, encabezado por los cinco líderes, se encargaba de organizar los equipos, extorsionar a las víctimas y publicar los anuncios de prostitución en la página web pasion.com. El segundo, que la investigación denomina "de logística", contaba con una veintena de miembros encargados de, en palabras del juez, "obtener y facilitar a los cabecillas numerosas líneas telefónicas, a nombre de identidades supuestas, con el fin de evitar la completa y real identificación de los usuarios".
En el tercer nivel se sitúan el resto de implicados, incluidos Toño y Abraham —aunque ellos también actuaban de captadores para posibles "fichajes". Su labor es lo que en el argot criminal se conoce como mulas —o ulas—, gente que cede sus cuentas bancarias para recibir los ingresos ilegales a cambio de una comisión que varía entre el 10 y 15%. Para realizar su labor abrieron multitud de cuentas bancarias bajo identidades suplantadas, falsas e, incluso, de personas fallecidas; todos eran personas de confianza, generalmente del entorno social y familiar de los líderes y sus colaboradores.
Uno de los procedimientos usados para blanquear los ingresos ilícitos consistía en comprar tiques premiados en casas de apuestas, casinos y bingos propiedad de sus amigos. La investigación de la Guardia Civil apunta a que los cabecillas exhibían un tren de vida aparentemente incompatible con su ausencia de ingresos justificados: vivían en un barrio selecto de Valencia y presumían de noches de juego en las que se gastaban miles de euros de una sentada.
La práctica totalidad de las víctimas son españolas, pero el sumario incluye algunos casos en el extranjero. Uno de los que más destaca es el de un político liberal alemán fallecido durante la investigación, que abonó 9.800 euros. Aun así, el récord de pérdidas se lo lleva una víctima de Sevilla que abonó 66.000 euros en varios pagos fraccionados.
Modus operandi
Los cinco líderes de la organización actuaban como centro de la red. Suya era la responsabilidad de publicar —u ordenar publicar— anuncios en pasion.com, una web que sigue activa y que admite la publicación gratuita de todo tipo de anuncios. Para ganar más difusión, los investigadores sospechan que usaban reclamos como fotos falsas y "sugerentes de chicas de compañía" a modo de cebo. Los números de sus teléfonos correspondían con los de los criminales, comprados a prepago en locutorios propiedad de su familia y amigos.
En cuanto las víctimas contactaban por WhatsApp con las mujeres que supuestamente estaban anunciadas, la trama guardaba sus contactos y reunía información sobre ellos, principalmente para utilizarla durante la extorsión. En el mismo momento en que alguien se interesaba por el anuncio se convertía en una víctima potencial.
Entonces, estos mismos cinco volvían a contactar con ellos y se presentaban como dueños "de varios pisos de alto standing" en Valencia, aunque la identidad falsa podía cambiar dependiendo de la víctima. Así, les decían que habían concertado una cita con una de sus prostitutas a la que no habían acudido, por lo que les habían hecho perder dinero. Para conseguir que desembolsaran el dinero utilizaban los mismos datos personales que habían investigado, desde la dirección de su casa o el trabajo hasta el nombre de sus parejas, a las que informarían que eran usuarios de prostitución. Si nada funcionaba, pasaban a las amenazas —"voy a ir a tu casa y te voy a asesinar"—.
Compulsivos y depredadores
El informe al que ha tenido acceso este diario destaca que los cinco cabecillas —principalmente Salva y Erik— mostraban "una actividad extorsionadora compulsiva y depredadora sobre las víctimas", comprobado a lo largo de cientos de escuchas telefónicas en posición del juez. Además, ambos líderes tenían un profundo conocimiento del fraude bancario y las fórmulas para evitar las sospechas de las entidades al sustraer el dinero extorsionado que a veces invertían en propiedades como un Volkswagen Golf a nombre de sus mulas particulares. También se generaron situaciones absurdas como la de devolver el dinero a una víctima al descubrir que era amigo de una de las mulas.
Entre los chantajeados figuraba Abelardo Fernández, entonces entrenador del Deportivo Alavés y exjugador del Sporting de Gijón y el Barcelona: en abril de 2018 hizo cuatro pagos de 30.000 euros y, cuando le pidieron que siguiese pagando, decidió retirarse y denunciar. Erik pagó 6.000 euros a una mujer para que esta, a su vez, recabara de un jugador del Alavés el teléfono de su entrenador. Ese mismo mes salió a la luz la trama.
Las pesquisas de la Audiencia Provincial de Teruel, la primera en investigar el caso en 2019, permitieron abrir una segunda pieza del caso principal, la conocida como banking, para investigar otro entramado criminal que roba datos de bancos y empresas radicadas en España, Austria, Alemania, Francia y Portugal. En esta pieza, el juez Calama ha propuesto juzgar a 39 personas por los delitos continuados de falsificación en documento mercantil en concurso ideal con el de estafa y el de organización criminal.