Claudia tuvo que pedir ayuda a su hermano mayor hace un par de semanas porque su exnovio, Johan, conocedor, al milímetro, de todas sus rutinas diarias, aprovechó para 'sorprenderla' cerca de la iglesia de Santiago el Mayor. "Mi hermana acude a las clases de catequismo los domingos y los lunes, para hacer la confirmación, y una tarde, Johan fue a buscarla, la agarró, y le quitó el teléfono", ejemplifica Michael a EL ESPAÑOL, como uno de los episodios que su hermana, de 17 años, sufrió tras romper con ese chico. El problema es que eso pasaba de novios, se repetía de exnovios, Claudia no denunciaba, y al final, Johan la cosió a cuchilladas dentro de un trastero en Totana.
"Era una relación tóxica", concluye Michael, de 19 años, el hermano mayor de Claudia. La familia ha llegado a esa conclusión tarde, cuando la joven ya ha sido asesinada, pero ellos no tienen la culpa. "Nunca nos dijo nada", se lamenta con amargura. Tampoco es la culpable la víctima, una menor de edad, de la que se aprovechó Johan: un chico dos años más mayor.
El caso de esta chica de Totana pone de manifiesto las lagunas que todavía existen en la lucha contra los malos tratos, ya que actualmente, en todo el país, solo constan 836 casos de menores de edad que reciben protección del Sistema VioGén por sufrir violencia de género. Tal cifra se antoja pequeña en relación a la población adolescente española y evidencia que hay jóvenes que no denuncian porque normalizan episodios de acoso, control, o agresiones de sus parejas, porque no saben qué recursos tienen a su alcance, o porque no son conscientes de ser víctimas.
Claudia, por desgracia, era una de ellas. Es lo que se desprende de los testimonios que EL ESPAÑOL ha recabado del padre de Claudia, de su hermano, y de algunas amigas del instituto Juan de la Cierva de Totana donde la pareja de adolescentes se conoció. "Tenían una relación tóxica porque era un chico muy celoso", subraya, categórica, una alumna del citado centro. "Durante el tiempo que estuvieron juntos habían tenido varias rupturas: ella le dejaba y él no quería".
La familia de la menor nunca supo esto. En casa todos mantenían la imagen de chico formal, estudioso y tranquilo que Johan, de 19 años, les transmitía con su conducta cuando iba de visita con Claudia, de 17 años. Sin embargo, aquel chico 'gafapasta', que cursaba segundo de Bachillerato en el IES Juan de la Cierva, tenía un lado oscuro: se dedicaba a hacer prevalecer su diferencia de edad con Claudia para controlarla y taladrarla mentalmente para retomar el noviazgo.
"Le decíamos que dejase a su novio por tóxico, por celoso, y porque solo seguían juntos por inercia", resume otra joven de forma demoledora. De poco servían las charlas y los consejos de buenas amigas que le daban a Claudia porque Johan hacía contracampaña psicológica: "Le prohibía juntarse con las chicas que le aconsejaban romper con él".
Otro detalle de su doble personalidad: callado en público y ladrador por teléfono. "A veces se insultaban y discutían cuando se llamaban", confirma Patricio, el padre de la menor, sobre las voces que escuchaba del cuarto del bellezón de la casa. Pero no le dio importancia: cosas de críos.
Ahora esos detalles cobran relevancia para toda la familia porque en este momento de duelo han repasado cada día del año que duró el noviazgo de Claudia y Johan. "Era una relación tóxica", sostiene el cabeza de familia. "Él la controlaba", concluye, desolado, Michael, el hermano mayor.
- ¿Por qué afirma eso?
- Michael: Ella solo salía con Johan, con nadie más. Todas las noches la llamaba, hubo un par de veces que escuché que le preguntaba con quién estaba y si estaba en casa.
El dato es llamativo porque la casa de la familia está en medio del campo, a varios kilómetros del casco urbano de Totana, no hay vecinos alrededor, y Claudia no podía conducir por su edad. De forma que era obvio que sus salidas solo dependían de alguien con carné y solo podía estar acompañada de su familia cuando regresa a su domicilio tras pasar el día con Johan. "Mi hermana no me contó que tenía una relación tóxica".
Las citas en el trastero
La pareja de adolescentes no tenía ningún local de ocio de referencia, algún parque donde se dejasen ver o un grupo de amigos con los que organizar planes. "Él solo quería estar a solas con ella". El grueso de sus citas tenían lugar en el lúgubre trastero número 14, del garaje del bloque de pisos donde Johan residía junto a su madre, Paulina, y sus dos hermanos, en la céntrica avenida de la Rambla de la Santa en Totana.
El círculo de amistades de Johan para estar en plena ebullición adolescente se contaba con los dedos de una mano. "Creo que tenía dos amigos y como mucho iban a la plaza de la Constitución porque estaba al lado de su casa". Prueba de ello es que los acontecimientos sociales a los que asistía era para acompañar a Claudia, como ocurrió hace dos meses, con motivo del cumpleaños de Michael, un joven currante en un almacén de Santa Eulalia que montó una fiesta en la casa de campo de sus padres.
"En mi cumpleaños, Johan no dejaba a Claudia sentarse al lado de ningún chico, ni hablar con chicos, ni bailar con nadie, pero no se me pasaba por la cabeza que fuese capaz de hacer lo que ha hecho", se sincera Michael. "Pensaba que ella sabía controlarlo". Lo más probable es que su hermana, de carácter sociable, bondadoso, y siempre alegre, se limitase a quitarle hierro a esas situaciones hasta que hace un mes se hartó y mandó a paseo a su novio tras un año sometida a un control férreo.
"Él quería volver con mi hermana, pero ella ya tenía claro que no quería nada". La familia no dio más trascendencia a aquella ruptura que el final de un amor de tantos de la adolescencia. Además, Claudia pasadas unas semanas había conocido a un chico en Lorca. Estaba ilusionada con ese nuevo amigo y eso fue la puntilla para Johan: se obsesionó con la ruptura.
Este martes, de cuatro a ocho de la tarde, Claudia tenía que asistir a la academia donde recibía clases de refuerzo para acabar la ESO y Johan se conocía al dedillo las rutinas diarias de su 'ex'. De forma que supuestamente logró convencerla para que se vieran con la excusa de devolverle unas cosas y la condujo al trastero número 14 del bloque de la avenida Rambla de la Santa: al mismo lugar que durante un año fue el nido de amor de estos adolescentes españoles, de ascendencia ecuatoriana.
"Es un monstruo"
En el garaje se metían a hacerse arrumacos, tras hacer pellas en el instituto, y hasta allí llevó Johan a Claudia para vengarse por la ruptura, usando con contundencia un arma blanca. "Es un monstruo", aseguran fuentes de las Fuerzas de Seguridad. "Parece ser que le dio decenas de cuchilladas, más de cincuenta", según indican esas fuentes, en alusión al resultado de la primera inspección ocular del cuerpo de la joven cuando fue localizado en el trastero, bien entrada la madrugada de este miércoles.
La autopsia deberá precisar el número de cuchilladas y puñaladas que recibió la menor de edad a manos de su exnovio. Este viernes, entre insultos, Johan salió de los juzgados de Totana para meterse directo en un coche patrulla de la Guardia Civil que le condujo a prisión por este asesinato de violencia machista: el primero de 2022 en la Región de Murcia.
Riesgo de fuga
Todo apunta a que el adolescente no actuó fruto de un calentón, en el marco de una discusión con su expareja, sino que supuestamente tenía premeditado acabar con la vida de Claudia. Prueba de ello es que la titular del Juzgado de Instrucción número 3 de Totana, con competencias en violencia sobre la mujer, tras escuchar a Johan, ha acordado su ingreso en prisión por un delito de asesinato, con la agravante de género. La tipificación penal de ese delito incluye actuar con alevosía o ensañamiento.
Además, la confesión que hizo Johan a la Guardia Civil de poco le ha servido porque la juez ha ordenado su ingreso en prisión sin fianza, por riesgo de fuga, ante la gravedad de la pena a la que podría enfrentarse por asesinato: de 15 años en adelante.
En las diligencias se pone de manifiesto la frialdad de este chico con apariencia de intelectual, por sus gafas de pasta. Así lo demostró cuando mintió dos veces sobre el paradero de Claudia tras ser denunciada su desaparición. Primero lo hizo con Patricio, el padre de la menor, cuando este le llamó por teléfono preguntándole dónde estaba su hija y negó saber algo, siendo consciente de que llevaba horas muerta en el trastero de su edificio. 'No la veo ni conversamos desde hace tiempo', le dijo.
Después, volvió a mentir, cuando unos agentes de la Benemérita se presentaron en su casa y afirmó que no sabía nada de su expareja. De hecho, Johan solo se derrumbó tras verse presionado por las Fuerzas de Seguridad y por las llamadas de su exsuegro. Entonces, confesó los hechos a su madre: Paulina. Esta mujer se ocupó de llamar a la Guardia Civil y pedirles que regresaran al piso de la avenida Rambla de la Santa porque su hijo era el responsable de la desaparición de la adolescente.
"Le intentó pegar"
"Supongo que mi hermana trató de gestionar sola el problema", zanja con impotencia Michael, echando la vista atrás, y después de que los amigos de Claudia le hayan contado muchas cosas, demasiadas que no sabía la familia: "Me han dicho que una vez le levantó la mano y le intentó pegar estando los dos a solas".
Tras la ruptura del noviazgo también hubo episodios de presunto acoso que dibujan a una persona obsesionada con retomar la relación: Johan llamaba a Claudia a las once de la noche, a las tres de la madrugada...
- ¿Alguna vez su hermana le pidió ayuda?
- Michael: Hace dos semanas me di cuenta de que estaba empezando a agobiar a Claudia. Me envió un mensaje por Instagram pidiéndome ayuda porque no la dejaba irse y le había quitado el teléfono móvil. Ella había ido a la iglesia de Santiago el Mayor a las clases de catequismo para hacer la confirmación, era domingo, y él la encontró porque sabía su horario. Ella no quería hablar con él y se puso pesado. Cuando llegué le dije que la dejase en paz: la soltó y se marchó sin mirarnos a la cara.
A fecha 31 de enero de 2022, el Ministerio del Interior tiene contabilizados 836 casos de menores de edad que reciben protección en el Sistema VioGén: 288 tienen riesgo no apreciado; 360 riesgo bajo; 173 medio, y 15 alto. Claudia nunca estuvo en esa estadística porque no le dio importancia a la conducta de Johan, creyó que podía controlar la situación o simplemente jamás fue consciente de que la maltrataron durante un año. Este viernes, a las cinco de la tarde, en la iglesia de Santiago el Mayor, su familia, sus amigos, y los vecinos de Totana llorarán su perdida.