La casa de Patricio y Carmen está en medio del campo, tras atravesar un camino escarpado de tierra, junto a unos invernaderos con los famosos parrales de Totana, y con vistas a la majestuosa Sierra Espuña. El reloj marca las 15.38 horas de este miércoles, la propiedad está atestada de amigos y familiares del matrimonio, pero nadie habla: el silencio reina en el ambiente y solo lo rompe algún llanto desgarrador por la muerte violenta de Claudia.
"Johan vino tres veces a mi casa: yo le veía como un chico bueno, pero ahora sé que no conocía cómo era por dentro de verdad el exnovio de Claudia", tal y como reflexiona Patricio, mientras se sienta en un poyete del patio, bajo la sombra de unos árboles, para ser entrevistado por EL ESPAÑOL. "A mi mujer se la han llevado al médico porque está fatal". El cabeza de familia habla con entereza, pero sus ojos delatan que lleva horas llorando porque le han arrebatado a su "querida hijita", de 17 años: la primera víctima mortal por violencia de género en 2022 en Murcia.
Este alfarero, de 43 años, no puede quitarse de la cabeza la buena impresión que le causó el entonces novio de su hija cuando se lo presentó. Parecía un chico "tranquilo" y "educado", cuyas características gafas de pasta proyectaban una imagen de formalidad. "Le conoció en el Instituto Juan de la Cierva de Totana porque los dos eran alumnos del centro y tenían amigos en común: Claudia estaba matriculada en Educación Secundaria Obligatoria y Johan en Bachillerato", resume Patricio.
Claudia era un torbellino, de 17 años, más apasionada por la moda que por los libros, con un rostro bellísimo fruto de las raíces de sus padres naturales de Ecuador. Johan también tenía los rasgos de sus progenitores, procedentes del mismo país, pero su personallidad era distinta: más callado y estudioso. Pasadas unas semanas de iniciar su relación, los dos adolescentes comenzaron a hacer pellas en el instituto para irse a solas o junto a otras parejas de amigos, a un piso, situado en la tercera planta de un bloque de la céntrica avenida de la Rambla de la Santa en Totana.
- ¿Qué sabe del noviazgo que mantenía Claudia con Johan?
- Ella estaba ilusionada: le hizo un regalo por el aniversario. Mi hija tuvo problemas con las faltas en el instituto porque fallaba mucho en clase porque se iba con su novio. Yo recuerdo que Claudia me decía: 'Papi, llevo tres meses con Jonan', 'papi, ya llevo seis meses...' Cuando iban camino de cumplir un año de relación me lo presentó y parecía un buen chico que era dos años mayor que ella. Cuando venía a mi casa se quedaban solos hablando en el patio o se iban a pasear por el campo: como puede hacer cualquier pareja.
El cabeza de familia empezó a confiar en el muchacho, de 19 años, a medida que fue tratando con él durante las visitas que hizo a su casa con Claudia. "Mi hija siempre ha sido una niña sonriente, amigable, no fumaba y no tomaba", resalta Patricio, sobre la buena conducta de la joven, excepto con los estudios. "En las reuniones familiares que hacíamos siempre era la primera en bailar: le encantaba la salsa".
Conforme el noviazgo iba avanzando, ese chico de gafas de intelectual, que parecía un 'pagafantas' que no había roto un plato en su vida y que logró graduarse en el Instituto Juan de la Cierva, comenzó a mostrar un lado de su personalidad más oscuro: "Era celoso, cuando hablaba por teléfono con mi hija acababan discutiendo, gritando y se insultaban".
- ¿Qué hizo usted?
- Pensé que eran tonterías de críos. Hace un mes, Claudia me dijo que se había enojado y que ya no estaba saliendo con Johan, pero no me explicó el motivo por el que dejaron de ser novios.
Ni el padre ni la madre de esta menor de edad dieron más trascendia a la ruptura que el final de un amor de tantos de la adolescencia. Además, Claudia, a sus 17 años, tenía toda la vida por delante y había conocido a un chico en Lorca, pero lo que no se imaginaban era que Johan, de 19 años, no había pasado página. "Ella quería dejarle y por eso la mató", sentencia Patricio, al que le invade la impotencia al recordar las últimas horas que pasó junto a Claudia. "Este martes, mi hija, mi mujer, y yo, nos fuimos por la mañana a Cartagena, a pasear, a ver tiendas...".
- ¿Usted presenció esa mañana algún comportamiento extraño en su hija o alguna discusión por teléfono con su exnovio?
- No noté nada raro en Cartagena. Después, regresamos a Totana, porque a las cuatro de la tarde mi hija tenía que recibir clases de refuerzo en una academia donde se había apuntado para terminar la ESO después de dejar de ir al instituto en diciembre. También se matriculó en un ciclo a distancia de Formación Profesional de Informática. A Claudia le gustaba esa profesión y yo la animé para que no dejase de formarse.
Patricio, y su esposa, Carmen, querían que sus tres hijos nacidos en España se labrasen un futuro para que no se deslomasen como hicieron ellos hace 22 años, cuando aterrizaron en Totana para trabajar de jornaleros agrícolas, de peones de almacenes... La menor hacía caso de esos consejos paternos y se apuntó al ciclo de FP tras dejar el Instituto Juan de la Cierva donde conoció a Johan, pero no había roto del todo con aquella etapa: todavía mantenía contacto con su exnovio. De hecho, el padre confirma que este martes "se vieron" y el encuentro se saldó a cuchilladas.
- ¿Cómo sabe que su hija vio a su expareja?
- Mi hijo mayor, Michael, se ocupó de llevarla en coche hasta la academia porque nosotros vivimos en el campo y cuando terminase las clases, a las ocho de la tarde, él se encargaría de ir a recogerla a casa de su tía. Cuando Michael fue a recoger a Claudia no estaba. Cuando me lo dijo, yo llamé varias veces a Claudia: su teléfono daba línea, pero no contestaba, y tampoco leía los mensajes de WhatsApp. Mi hija nunca desaparece sin decir nada, nos parecía muy extraño y comenzamos a buscarla. Llamamos a su pandilla y una amiga nos dijo que el martes se iba a ver con Johan.
EL ESPAÑOL ha podido saber por fuentes próximas a la investigación que el motivo de que la menor de edad no respondiese a las llamadas de su padre ni a sus mensajes era porque yacía muerta, en el interior del trastero número catorce, del bloque de pisos de la avenida de la Rambla de la Santa donde antaño se fugaba de clase para estar a solas con su chico. "Supuestamente fue acuchillada a las cinco de la tarde del martes", tal y como sostienen las citadas fuentes.
Una llamada inquietante
Patricio, su mujer, y su hijo, también rastrearon las redes sociales de Claudia para averiguar la identidad del chico al que había conocido en la vecina ciudad del Sol y del que no tenían ninguna referencia, con el objetivo de descartar que la menor hubiese aprovechado la excusa de la academia para marcharse de forma furtiva a verle. "Fuimos a Lorca a ver si mi hija estaba con ese amigo, le localizamos pero no estaba con él, entonces me puse a llamar a Johan". La desesperación familiar iba en aumento.
- ¿Pudo hablar con el exnovio de Claudia?
- Le llamé y no lo cogía. Le volví a telefonear y contestó. Le pregunté si había visto a mi hija y me esto respondió: 'No la veo ni conversamos desde hace tiempo'.
El cabeza de familia no se tragó esa excusa y llegada la medianoche denunció la desaparición de la adolescente, de 17 años, tanto a la Policía Local como a la Guardia Civil. Una patrulla policial, con la foto de Claudia que encabeza este reportaje, se ocupó de peinar puntos frecuentados por los jóvenes para hacer botellón, como el túnel de la Rambla de las Peras. "Llevaban desde la cuatro de la tarde sin ver a la menor y nunca se había fugado de casa, así que se le dio prioridad al caso", según las citadas fuentes.
Otro de los motivos -y sin duda el de mayor peso- por los que la búsqueda se prolongó durante la madrugada era un dato que aportó la familia al Instituto Armado: Claudia y Johan habían tenido problemas durante su relación sentimental. La menor de edad nunca había denunciado malos tratos, ni figuraba en el sistema de vigilancia VioGén para víctimas de violencia de género, pero una patrulla de la Guardia Civil se personó en el famoso piso de la avenida de la Rambla de la Santa para entrevistarse cara a cara con Jonan. Y el adolescente mintió, por segunda vez, valiéndose de esa imagen que proyeta de chico bueno: "Dijo que no sabía nada".
La angustia de los familiares crecía como una bola de nieve hasta que a la madre de Johan le pudieron los remordimientos y telefoneó a la Guardia Civil. La mujer, rota de dolor, le explicó a los agentes que su hijo le había confesado que el martes se había visto con Claudia y que le había hecho daño. El trágico desenlace se cofirmaba a las tres de la madrugada de este miércoles, cuando la Benemérita regresaba a la avenida de la Rambla de la Santa donde residía el sospechoso de la desaparición.
"La menor estaba encerrada en un trastero". Los agentes reclamaron la presencia de los bomberos del parque de Alhama de Murcia para poder acceder al interior de esta estancia, situada en el número catorce del garaje, y en las primeras pesquisas realizadas se convertían en tragedia los temores de los padres de Claudia: su exnovio, Johan, de 19 años, no solo estaba detrás de la desaparición de su querida hija, sino que supuestamente la había matado a cuchilladas por romper la relación.
"El cuerpo de la menor de edad presentaba signos de violencia, que parecen haber sido causados por un arma blanca", según indican a EL ESPAÑOL las citadas fuentes ligadas al caso. El Ministerio de Igualdad ha confirmado que Claudia es la tercera víctima mortal de violencia de género en lo que va de año en España y la número 1.129 desde que se recaban datos sobre esta funesta lacra social. Patricio enterrará este viernes a su chiquilla: "Solo quiero Justicia".