Seguro que nunca te has planteado cómo sería comer en la total oscuridad sin ver nada, incluso aunque sea de noche, sin que alumbre la luz de la luna. También, seguro que si te dicen de probarlo, al principio te gustaría pero cuando se acerca el momento, sentirías una especie de respeto y te bloquearías. A mí me pasó algo parecido, pero el pasado jueves por la noche decidí cenar allí y fue lo mejor que pude hacer. Incluso aún me cuesta encontrar palabras para describir la experiencia. Madrid alberga un sitio así, el restaurante Dans Le Noir ?, donde a través de estas cenas a oscuras pones a prueba tus sentidos y te sumerges en un viaje insólito y único.
Este peculiar lugar que está situado en Plaza del Biombo, 5 está catalogado como uno de los 10 restaurantes más originales del mundo. Un reconocimiento que no es para menos, porque este espacio además de ponerte a prueba, tiene el principal objetivo de empatizar con las personas invidentes y que se cambien los roles: aquí es una persona invidente la que te va a guiar y así, los que no tengamos esta condición, vamos a ponernos al mismo nivel que ellos.
Así nos lo contaba, Sixtine Tripier Rollin, la directora del restaurante madrileño que es de Francia y lleva ya cuatro años en España. Según llegamos al local, ella nos abrió la puerta muy amablemente. Empezamos tomando un café mientras observábamos la moderna estética del lugar. Allí también estaban tres trabajadoras muy amables que nos recibieron con mucha satisfacción y empezaron a contarnos por qué este lugar estaba lleno de magia.
Según la directora, este concepto de restaurante recibió influencias de diferentes cenas a oscuras que se hacían en Alemania durante los años 80 y 90 de forma más asociativa, para sensibilizar a los familiares de las personas ciegas. Más tarde, se empezó a hacer lo mismo en Francia. Y a partir de aquí, Eduard de Broglie monta esta cadena que ya está por todo el mundo.
En todo el mundo, ya son más de 11 establecimientos que llevan este nombre: Inglaterra, El Cairo, Francia…etc. En España antes había dos establecimientos, el de Barcelona, que abrió sus puertas en 2009, y el de Madrid, que lo hizo en 2017. No obstante, ahora solo queda uno porque el que se encontraba en Cataluña tuvo que cerrar debido a la pandemia.
Tras una charla distendida con Sixtine, aclara: "Los tres camareros fijos que trabajan aquí son invidentes pero los tres cocineros no". Además de esto, "todo el personal del local procede de países diferentes porque nuestra filosofía consiste en apostar por la multiculturalidad, la juventud y el crecimiento."
Comienza la experiencia
Di el último sorbo a mi café y nos levantamos para entrar por fin en la sala. Las chicas nos dieron unas recomendaciones antes de entrar: lavarse bien las manos, dejar en las taquillas los móviles, relojes y todo tipo de dispositivo que pudiese emitir luz y sobre todo disfrutar del momento. Sixtine decidió entrar con nosotros y nos recordó que debíamos ponernos en fila india sujetando el brazo izquierdo en el hombro de la persona que fuese delante hasta que estuviésemos dentro.
En ese momento, empecé a ponerme nerviosa, así que decidí cerrar los ojos y abrirlos, aunque no viese nada, cuando ya estuviese sentada. Tras pasar por las dos cortinas que separan la puerta de entrada a la sala, Sixtine nos guió hasta nuestro sitio, que encontramos gracias a los amagos que hicimos para tocar la silla.
Ya sentados, una música relajante suavizaba el ambiente. Empezábamos a ser conscientes de que estábamos en plena oscuridad y ni si quiera veíamos unos pequeños destellos de luz. Sixtine nos avisó antes que dentro, todos nuestros sentidos menos la vista se agudizarían y hablaríamos más alto. Y tenía razón, cuando empezamos a conversar subimos el tono de voz, para saber, de una forma psicológica, que no estábamos solos.
—Sixtine, ¿qué es lo que destacarías de esta experiencia?
—Más que una experiencia personal es humana. El primer propósito es la inclusión de las personas invidentes para que resalten sus capacidades y nos sintamos ahora como ellos se sienten todos los días. La gente va cambiando de roles: el que conoce esto a la perfección ahora es la persona ciega, por lo que esto supone un gran espacio para empatizar con ellos.
Obviamente, los que teníamos más limitaciones en este restaurante éramos nosotros. Y además de esto, Sixtine lo consideraba una metáfora del mundo en el que vivimos. “Es bueno salir de tu zona de confort. Aquí nos dejamos llevar sin controlar el tiempo, nos quitamos de distracciones dejando el móvil y las redes sociales y nos concentramos en este momento social que puede ser muy gratificante”.
Cuando estaba hablando Sixtine, exactamente no sabía dónde estaba sentada. Perdí un poco la dimensión de espacio-tiempo e incluso no sabía si el comedor era grande o pequeño. Esto se debía, a que, como resaltaba Sixtine, "al no ver nada, nos imaginamos en nuestra cabeza cómo son las cosas.". "Esta sala tiene una capacidad para 28 personas que suelen entrar en tres turnos."
También, nos dimos cuenta de que a oscuras nos quitamos, de alguna manera, los prejuicios de la gente e incluso de la comida. Sixtine sostiene que " al estar liberados de la omnipresencia de la vista, los prejuicios y las convenciones sociales, la comunicación, se vuelve más simple, auténtica y espontánea" Sin duda, la mente se abre y como pudimos comprobar ahí, la gente se suelta más.
Empezamos a cenar
Tras un buen rato hablando, Saman Farhadi, el jefe de camareros, llegó a sala para saludarnos y explicarnos cómo íbamos a comer. Saman era invidente y llevaba 5 años trabajando en este local, desde su apertura. Nació en Irán pero vino a España hace ya 26 años.
"Es una buena experiencia ver la reacción de la gente cuando esta aquí porque aparte de ponerse en nuestra piel, ves un cambio de roles. Realmente, así se dan cuenta de lo que vivimos". Así afirma Saman que se ha llevado en este sitio muchas anécdotas, por ejemplo: "Una cosa que me pregunta mucho la gente es si los cocineros son ciegos. En este restaurante no lo son, pero ¿qué pasaría si lo fuesen? Yo soy invidente y me hago la comida todos los días".
Otra anécdota que nos contó Sixtine es que "una vez un chico pidió matrimonio a su pareja en este restaurante. Fue muy emotivo porque todos los clientes les dieron la enhorabuena y se creó una unión, que igual con luz, no hubiese sido posible"
—Saman, ¿qué es lo que más te llama la atención de la gente cuando viene aquí?
—Muchos clientes al entrar aquí se dan cuenta de que usan la vista para todo. Por ejemplo, recuerdo que una vez vino una pareja y la chica me dijo “Acabo de decir a mi pareja que tiene hasta la voz bonita”. Y yo me reí, porque de esas cosas no nos damos cuenta antes.
El jefe de sala se retira un momento a la cocina y al volver nos sugiere que pongamos los cubiertos a un lado para que pueda ponernos los platos de comida en la mesa. Una vez puestos, nos avisa de que en el plato hay un cuenco con comida con una cucharita y al lado, otro tipo de comida.
Intento localizar como puedo el cuenco y cojo la cucharita. Saman me pide que le dé mi mano para coger la copa de vino que nos había preparado y lo pruebo. Realmente está exquisito aunque dudo si es blanco, tinto o rosado. Intentamos debatir lo que era entre mi compañero y yo y, aunque al principio pensamos que era tinto, al final nos pusimos de acuerdo en que era vino blanco.
Tras catarlo, intento meter la cucharita en el cuenco y pruebo una especie de puré con carné cuyo sabor se asemeja a Rabo de Toro, aunque no localizo exactamente lo que de verdad contiene. Detrás del cuenco, pruebo unos cachitos muy tiernos de lo que, por la textura, parecía ser bacalao pero tampoco estaba del todo segura. Cabe destacar que la comida, sin duda, estaba buenísima.
Sixtine y Saman no querían decirnos lo que estábamos comiendo y bebiendo ya que, preferían enseñárnoslo luego y así tendría más gracia. Además, ellos señalan que "Todos los menús son sorpresa y nadie sabe lo que va a comer antes de venir. Obviamente se apuntan las alergias y se preguntan intolerancias. Uno de los objetivos de este restaurante son que puedan saborear sin ver".
Todos los ingredientes que utilizan en el restaurante son frescos y todo está hecho de forma casera con una gran elaboración. Es una cocina sabrosa y refinada. Edwin Esteban Cuevas, al que conocimos después, es el chef del restaurante y suele preparar platos de temporada cada tres meses. Los menús tienen diferentes precios: desde 37,90 euros hasta 64,90 euros con diferentes tipos de degustaciones.
Terminamos de comer y Saman nos retira los platos. En menos de 10 minutos vuelve con otra sorpresa que olía muy bien pero sabía mucho mejor. Esta vez, tuvimos menos dudas, yo sabía que era un coulant por la forma y sabor que tenía, pero dude entre si era de chocolate negro o blanco.
Tras dejar los platos vacíos, procedimos a levantarnos con la ayuda de Saman para llevarnos de nuevo a la puerta de salida. Además, él mostró su satisfacción al darse cuenta de que la cena había salido muy bien, que no pasa en otras ocasiones. "A los clientes muchas veces se le caen las copas de vino al no verlas".
La verdad es que yo quería quedarme más tiempo porque estaba muy agusto hablando con ellos y le había cogido la satisfacción a estar a oscuras. En todo momento, la conversación fue super divertida y fluida. Incluso, en más de una ocasión, bromeamos con Saman sobre cómo nos le imaginábamos físicamente.
Tras salir de la sala oscura, parpadeamos varias veces al volver a ver luz que incluso nos hacía daño. Había pasado una hora desde que entramos y en mi cabeza parecía mucho menos. Sixtine, Saman y las chicas nos enseñaron lo que habíamos comido y acertamos en casi todo, aunque no con el vino ya que era blanco y nosotros, nos habíamos decantado porque era Tinto. "El 90% de la gente se confunde en la oscuridad sobre si lo que estan tomando es vino tinto, blanco y rosado". El coulant, por su parte, era de chocolate blanco.
Para finalizar, les preguntamos si alguna vez habían realizado otro tipo de actividades a oscuras, a lo que Sixtine contestó que antes del confinamiento sí que habían hecho talleres con niños y camareros o clases de fisioterapia. Además, cuando la situación epidemiológica lo permita, quieren seguir desarrollando todo tipo de proyectos.
Este lugar es una gran atracción para famosos. Son muchos los que han venido a este restaurante a probar esta experiencia como Cristian Gálvez en España o artistas internacionales como Katy Perry o Tom Cruise en otros restaurantes de Europa.
Después de haber estado aquí, pude entender porque las chicas decían que es una experiencia mágica. Y como afirmó Sixtine: "no es un sitio para venir todos los días" pero todo el mundo debería probarlo por lo menos una vez en la vida.
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