Moulauy L. llegó por primera vez a Mallorca en 2016 a bordo de una patera pero no se quedó ni viajó a la Península: regresó a su país. En ese momento, Baleares recibía pocos inmigrantes ilegales, pero Moulauy se dio cuenta de que el archipiélago podía ser la mejor vía de entrada al continente para sus compatriotas. Por eso volvió en otras tres expediciones patroneando las embarcaciones en 2018, 2020 y 2021.
Siempre regresaba a Argelia, bien expulsado, bien por sus propios medios. Pero este año, decidió instalarse en una casa okupa en Palma para formar una banda de delincuentes. El trato era sencillo: yo te pago el viaje desde Argelia o te lo dejo más barato y tú me lo devuelves robando para mí.
Jóvenes argelinos sin recursos, desesperados por encontrar una vida mejor en Europa, se embarcaban hasta Baleares y se quedaban en Palma delinquiendo para abonar su deuda. No tenían pericia porque nunca se habían dedicado a ello, pero les sobraba arrojo. Móviles, carteras, mochilas, bolsos… Cualquier descuido era aprovechado.
Pronto no bastó con aprovechar los despistes, porque Moulauy quería más. Así que empezaron los robos con violencia: puñetazos, martillos y armas blancas llamaron la atención de las autoridades, que llevaban meses detrás de la pista de esta banda que acaba de ser desarticulada después de cometer al menos 151 delitos en los últimos meses. Pero esto es sólo “la punta del iceberg”, según la Policía.
Operación Alssariq
La operación Alssariq (ladrón en árabe) se saldó con la detención de 13 personas, ocho esta semana y cinco en una fase anterior. Todos ellos, jóvenes de entre 20 y 28 años, han quedado en libertad con medidas cautelares. Salvo el cabecilla del grupo Moulauy, de 41 años, que ha ingresado en prisión.
El juez lo acusa de delitos contra el patrimonio, de favorecimiento de la inmigración ilegal y de trata de seres humanos con fines delictivos, ya que está confirmado que, por ejemplo, no le cobró el viaje a un menor en su último trayecto con la condición de que trabajase para él robando en Palma.
La Policía certificó que Moulauy cobraba entre 1.000 y 1.500 euros a los jóvenes migrantes por el trayecto en patera desde Dellys (Argelia) e incluso parece que permitía que algunos viajaran gratis con la condición de entregar un porcentaje de lo robado después en Palma.
Al llegar a la capital balear, Moulauy se instaló primero en la calle Lluís Martí y poco después en el número 63 de la calle Manacor, lugar conocido como la ‘casa de los horrores’.
Este bloque próximo al centro de la capital balear albergaba a migrantes ilegales, personas sin hogar y menores fugados de los centros del Instituto Mallorquín de Asuntos Sociales (IMAS). Allí, según ha podido corroborar la policía, se vendían mercancías robadas y droga, se ejercía la prostitución y, además, se cometieron presuntamente otros delitos como violaciones.
Una vez asentado en Palma, Moulauy contactó con una veintena de compatriotas, todos en situación irregular, y con varios menores fugados de centros de acogida.
Así creó en poco tiempo una amplia banda de delincuentes que se dedicaba a los hurtos por descuido en la zona centro de Palma, en la barriada de La Soledad (próxima a las casas ocupadas donde vivían los miembros de la banda, localizadas en el barrio de Pere Garau) y en las grandes arterias que rodean el casco histórico de la ciudad, conocidas como las Avenidas.
La sustracción de patinetes, móviles, bolsos o carteras llamó la atención de la Policía Nacional, que empezó a seguir la pista de estos pequeños hurtos. En pocos meses, la banda perfeccionó su labor para ampliar su territorio: llegó el verano y los hurtos se expandieron a zonas repletas de turistas como El Arenal, el Molinar o incluso Palmanova, que pertenece al municipio de Calvià.
Amenazas y menores
No sólo aumentó el número de sustracciones y el radio de acción de la banda, también empezó a crecer el nivel de violencia. Los delincuentes empezaron a usar armas blancas e incluso agredieron con un martillo a una víctima. El pasado 20 de septiembre, amenazaron con navajas a un hombre que trataba de ingresar dinero en metálico en un cajero y le rompieron el brazo tras golpearle con un cuchillo. A otra víctima, fueron a buscarla a casa para amenazarla con cuchillos y rociarle con un aerosol de pimienta después de que les denunciara. A un hombre.
Cuando los hurtos aumentaron, se extendieron a otras zonas y, sobre todo, mostraron mucha más violencia, los investigadores comenzaron a pensar que existía una organización estable que en muchos casos habría logrado perpetrar los hechos con impunidad, ya fuera por lograr llevar a cabo sus acciones sin dejar rastros, ya por la intimidación que causaban a sus víctimas.
Además de los miembros estables, la banda contaba con colaboradores ocasionales, muchos de ellos menores que se habían fugado de los centros de acogida presionados por los cabecillas de la organización para que cometiesen delitos por su cuenta y diesen un porcentaje a la banda. La Policía no tiene constancia de que hubiera vínculos previos en Argelia entre los detenidos.
Varios de los miembros de la banda están detrás del incendio que destruyó la ‘casa de los horrores’ cuando intentaban a robar a una de las residentes. Como el edificio de la calle Manacor se quedó vacío por las llamas, se pudo precintar definitivamente, lo que obligó a los delincuentes a repartirse por seis casas ocupadas del barrio de Pere Garau. Allí les fueron a buscar los agentes de la Policía Nacional para completar la segunda fase de la operación con la detención del cabecilla del grupo, su lugarteniente y seis personas más.
Este operativo culmina una larga investigación con un doble origen. Por un lado, los trabajados de la brigada de extranjería de la Policía Nacional para identificar a los responsables del constante tráfico de pateras desde Dellys (Argelia) a las costas del archipiélago.
Problema en Baleares
Cabe recordar que Baleares se ha consolidado en los últimos meses como una de las principales puertas de entrada a Europa para los emigrantes ilegales que llegan en barca desde Argelia. Sólo este pasado fin de semana arribaron al archipiélago más de 300 personas en más de 25 pateras y en lo que va de año han llegado a las Islas 148 embarcaciones con 2.129 inmigrantes.
Las autoridades nacionales y autonómicas niegan constantemente que Baleares tenga un problema, pero la Policía Nacional lleva meses quejándose de la falta de medios para atender a los migrantes, que han tenido que dormir incluso en las cocheras de las comisarías. Después de otros intentos fallidos de levantar un centro de acogida, se ha instalado en el antiguo cuartel de Son Tous un campamento provisional con tiendas de campaña para acoger migrantes.
El otro frente de la operación Alssariq lo ha desarrollado la comisaría de Distrito Centro de la Policía Nacional, con la colaboración del Grupo Operativo de Respuesta (GOR), por el incremento de delitos contra el patrimonio que se ha venido registrando durante el último año en una zona que abarcaba desde las Avenidas de Palma hasta la barriada de la Soledad, desde hurtos al descuido a robos con extrema violencia.
Las pesquisas policiales han permitido esclarecer 151 delitos y practicar 133 detenciones entre los moradores de las casas ocupadas, aunque se cree que esto es sólo “la punta del iceberg” y que el volumen de delitos perpetrado sería mucho mayor, algo que se está investigando en estos momentos.
De hecho, el caso sigue bajo secreto de sumario y las investigaciones por algunos de los numerosos hechos atribuidos a esta organización y sus colaboradores siguen abiertas. Por eso, se prevén nuevas detenciones en fechas próximas. Mientras tanto, todos los capturados pasaron a disposición judicial este miércoles, aunque solamente Moulauy ha dormido en la prisión de Palma. El resto han quedado en libertad con medidas cautelares.