La caza de Julián, el asesino de Grindr: tres años perseguido por matar a un joven en Madrid
El Grupo V de Homicidios localiza en Argentina a un joven que mató a otro a puñaladas tras una cita hace tres años en Carabanchel.
4 septiembre, 2021 02:47Noticias relacionadas
El asesino, oculto en su guarida a miles de kilómetros de distancia, solía frecuentar la cafetería Ohana Cofee and Beer de un pequeño barrio, La Bombilla, de la localidad de San Miguel de Tucumán. Fue en esa ciudad de 600.000 habitantes ubicada al noroeste de Argentina, su tierra natal, donde se relajó y comenzó a vivir una nueva vida como si nada hubiera ocurrido. Los investigadores descubrieron esa rutina, y fue de ese modo como finalmente lograron apresarle.
El Grupo V de Homicidios de la Jefatura Superior de Policía Nacional en Madrid llegó a esa conclusión a través de un exhaustivo análisis de sus redes sociales y las de sus familiares. Dieron con él más de tres años después de asesinar en Madrid, de unas 50 puñaladas, a un joven con el que había quedado a través de Grindr. Después de matarle en su piso, huir de la escena del crimen, coger un avión y desaparecer para siempre de la ciudad.
Najuzaith Zahell Dias tenía 35 años cuando conoció por internet al hombre que le iba a matar, pero eso no lo sabía la primera vez que contactó con él. Él lo único que hizo fue quedar con un chico al que había conocido por Grindr, la aplicación de citas gays número uno en el mundo.
Encontró a este chico, le gustó su perfil y concertaron una cita. Quedaron en su piso de Carabanchel (Madrid). Después de ese día, 22 de febrero de 2018, nadie supo nada más de él.
Ahora, tras una laboriosa operación de más de tres años, la Policía Nacional, en colaboración con la Policía de Argentina han logrado detener en el país latinoamericano al conocido como 'asesino de Grindr'. El nombre: Julián Ovejero. 24 años en aquel entonces. Ahora 27. Nada en esta operación habría sido posible, apuntan fuentes de la investigación a EL ESPAÑOL, sin la estrecha colaboración de los agentes con la Fiscalía de Madrid y el Juzgado de Instrucción Nº 33 de la capital.
La cámara de seguridad
El cadáver de Najuzaith, 35 años, 'Naju' para los amigos, fue hallado el 24 de febrero de 2018 en su casa, situada en el número 2 de la calle Alejandro Sánchez en Carabanchel. Hacía días que nadie sabía nada de él y un amigo, preocupado por él, se acercó hasta el piso. Tras horas llamándole sin recibir respuesta, decidió avisar a un cerrajero y también a la policía. Le hallaron muerto sobre la cama del dormitorio.
Su cuerpo estaba cubierto de sangre y plagado de puñaladas. Unas 50, determinaron los forenses. La que acabó con su vida la localizaron en el cuello.
Antes de marcharse de la escena del crimen, el asesino procuró llevarse consigo el teléfono de la víctima. Más tarde se deshizo de él. Sin embargo, la Policía Nacional localizó tanto el ordenador como el móvil del trabajo del chico. Así fue como descubrieron que Najuzaith guardaba imágenes de los chicos con los que quedaba a través de Grindr. Cuando los agentes se pusieron manos a la obra para descubrir quién le había asesinado, hallaron en la galería del terminal la foto del asesino.
Todavía no sabían que era él, pero la persona que aparecía en esa imagen les iba a encajar, días después, con la que apareció en un fotograma de las cámaras de seguridad del exterior del edificio en el que se produjo el crimen.
En esa instantánea aparecía un joven saliendo del edificio en el que vivía Naju horas después de los hechos. Al analizarlas las dos se percataron de que ambos sujetos compartían la misma fisionomía. De que eran la misma persona. Pronto comprobaron que se llamaba Julián Ovejero, que figuraba como amigo en las redes sociales del fallecido, y que estaba en aquel entonces en Madrid estudiando interpretación. Y que, presumiblemente, podía tratarse del asesino.
El ADN en la escena del crimen
La imagen del asesino abandonando el edificio no era suficiente. La pista y el indicio no eran suficientes. Necesitaban más. Los investigadores, tal y como explican a EL ESPAÑOL, siguieron buscando pruebas. Con permiso del juzgado de Instrucción Número 33 de Madrid, consiguieron, junto con los agentes de la Policía Científica, una huella extraída del domicilio oficial del asesino.
Necesitaban cotejar ese perfil de ADN con otro que habían encontrado en la escena del crimen y que no pertenecía a la víctima. Ambos coincidieron. Ya tenían al autor de los hechos. Emitieron entonces una orden europea de detención y entrega. Con ella ha podido detenerle ahora la Policía de Argentina.
Para entonces el asesino ya se había marchado de España. El día 24 de febrero había cogido un avión desde el aeropuerto de Barajas. Su destino era Lima, Perú. Allí enganchó otro directo a su tierra natal, donde permanecía oculto desde aquel entonces hasta que ha sido detenido.
Informático de Puerto Rico
Ninguno de los vecinos se enteró de nada de lo que pasó aquel jueves de finales de febrero. Llevaba dos años viviendo en Carabanchel. Llegó una década atrás a España, procedente de Puerto Rico. Estudió ingenieria informática en la Universidad de Mayagüez, ciudad situada al oeste del país, abierta al mar Caribe.
Aunque llevaba años dedicado al mundo de los ordenadores, sus verdaderas pasiones eran el arte y la música. Cuando acabó la carrera en su país natal, acabó trasladándose a Madrid, donde estudió Diseño Gráfico en la Universidad Politécnica. Luego se quedó en el país para probar suerte. Salió bien.
En aquel momento trabajaba como ingeniero informático. Uno de sus antiguos compañeros le definía del siguiente modo. "Trabajador incansable y apasionado que tiene costumbre de cuidar hasta el último detalle".
El joven nació en el Barrio Tejas, del municipio costero de Yabucoa, en Puerto Rico. Desde que el joven apareció sin vida, su familia se puso manos a la obra para repatriar el cadáver como fuera. Pidieron colaboración a todos aquellos que pudieran aportar algo para llevar el cuerpo de vuelta a casa. Apenas 24 horas después de comenzar la recaudación, de lanzar el mensaje a las redes sociales, obtuvieron 15 mil dólares.
Su pasión por la música quedaba reflejada a la perfección en las decenas de vídeos que todavía se conservaban en su canal de Youtube. En ellos se podía advertir ver a un concentrado Najuzaith sentado a los teclados, manipulando el instrumento para que de él surgieran toda clase de sonidos.
A su muerte, su Facebook se convirtió en un espacio dedicado al homenaje para la víctima.