Sonsoles Ónega Salcedo (Madrid, 1977), como saben, es una presentadora de televisión. Y, desde 2018, la periodista presenta, cada día, el programa Ya es mediodía de Telecinco. Pero lejos de las cámaras a las que está acostumbrada desde que empezara a trabajar delante de ellas en 1999, la profesional cuenta ESPAÑOL que sus hábitos de consumo han ido variando a lo largo de los años. El punto de inflexión: 2016, el año en el que a su hijo menor, Gonzalo, le diagnosticaron diabetes de tipo 1 con cuatro años.
“La alimentación de los niños es la que condiciona mi cesta de la compra”, explica la periodista y madre de dos hijos, Yago y Gonzalo. Y, como se ha apuntado, por la enfermedad que padece el menor de ellos —también celíaco— es difícil o imposible ver en la casa de Sonsoles Ónega productos azucarados.
De hecho, la periodista reconoce a este diario que nunca compraría, por ejemplo, bollería industrial, porque “es absolutamente contraproducente para la salud y para las arterias”. Pero no sólo desvela esta información, sino que, a continuación, Sonsoles Ónega abre su nevera ESPAÑOL para contar qué compra, dónde lo hace y por qué.
Lo hace después de que Florentino Fernández (Flo), Joaquín Reyes, dos grandes del mundo de la comedia; Lydia Lozano, periodista y colaboradora del programa Sálvame; Melyssa Pinto, exconcursante de La isla de las tentaciones y; Raquel Sánchez Silva, presentadora de Maestros de la Costura, abrieran su frigorífico a este diario para contar qué comidas o bebidas nunca pueden faltar en sus hogares.
—Sonsoles, ¿qué relación tiene con su nevera?
—De soltera, muy mala porque siempre estaba vacía, por lo que no tenía ningún aliciente para abrirla. Luego, pasé por un periodo que supuso la gran conversión de mi nevera: fue cuando en 2016 a mi hijo le diagnosticaron diabetes tipo 1. Así que, en resumen, mi nevera y yo tenemos una relación de matrimonio aburrida —bromea la periodista.
—¿Qué hay siempre en su nevera y por qué?
Siempre tengo yogures. Los que suelo tener son de la marca (1), ya que son los que menos azúcar tienen. Igual hay de otra marca con aún menos, pero de los tradicionales de sabores que le gustan a los niños, estos son los más bajos en azúcares que he encontrado en el mercado.
Además, en mi nevera nunca faltan huevos, ya que son muy socorridos. También casi siempre tengo tomates (2), pues son muy prácticos. En realidad, creo que las mujeres que trabajamos solemos tener en la nevera alimentos que te solucionan una cena en un momento de pánico. No tanto entre semana, quizá, que lo tienes organizado, sino, por ejemplo, el domingo por la noche, que no sabes si abrir por decimoctava vez una lata de atún o hacer una tortilla francesa. Por ello, los huevos o el atún, por ejemplo, son productos que siempre están ahí.
—Ahora mismo, ¿qué más tiene en su frigorífico?
—Tengo muchas verduras e intento que sean las que pueda compartir en familia, es decir, que les gusten a mis hijos. Entonces, hay judías verdes porque es lo que mejor comen; hay calabacín, porque para los purés es muy socorrido; hay alcachofas, que se hacen fácil a la sartén y, en este caso, son de la marca de un amigo mío: Caprichos del Mediterráneo (3). Y, además, tengo limones, porque siempre desayuno con esta fruta.
También, como ves, en mi nevera hay hamburguesas (4), que son rápidas de hacer y contienen proteínas puras y buenas. O quesos (5), ya que en mi familia somos muy queseros. Estos son muy buenos porque no tienen gluten ni hidratos y, aunque son grasos, Gonzalo [su hijo] los puede comer.
Además, en mi nevera, ahora mismo, hay gazpacho (6), porque a mis mucho. Y tengo un de caldo de pollo de Gallina Blanca (7), ya que me gusta hacer cocido. Sin embargo, es raro que tenga este producto porque suelo preparar yo el caldo los domingos —con el propio cocido— y ya lo tengo para toda la semana.
—Y, Sonsoles, ¿qué bebidas tiene en su nevera?
Hay siempre leche (8)... en realidad, siempre tengo muchos lácteos. Y, ahora, hay unas (9). También suelo tener siempre una botella de champán fría, porque no sabes cuándo te va a surgir la necesidad de celebrar la vida. En este caso tengo el champán Juvé y Camps (10).
—¿Dónde suele comprar los productos de supermercado?
—En Mercadona, porque lo tengo cerca. Además, ellos han tenido una oferta muy amplia para celíacos. Y es que mi hijo, además de diabético, es celíaco, por lo que he buscado siempre muchos productos sin gluten. Sin embargo, ahora es verdad que los supermercados ofrecen de manera más generalizada estos productos sin gluten. Pero antes costaba más y Mercadona, como te contaba, ofrecía muchos productos especiales para celíacos. También recurro a un Supercor que tengo cerca de casa. Eso, respecto a los productos que son procesados o envasados. Por último, el pescado lo compro en la pescadería de El Corte Inglés.
—¿A dónde acude para comprar los demás productos?
—En Majadahonda [Madrid], que es donde vivo, hay una tienda de productos ecológicos . Me gusta ir y comprar en ella a causa de las particularidades que tiene mi hijo pequeño.
Pero para otros productos, como la carne, recurro a una carnicería de La Rioja llamada Maza. La he descubierto a través de los grupos de WhatsApp a raíz de la pandemia. El pollo, la carne picada y, en general, los productos cárnicos que consumimos son de ahí y están buenísimos. Hago los pedidos a esta carnicería de manera quincenal, ya que te mandan los productos envasados al vacío.
Pese a ello, no sé si es sólo por la pandemia, pero es verdad que en los últimos años los productores de alimentos frescos se han modernizado muchísimo. Te envían las cajas perfectamente e, incluso, llegas a establecer redes de confianza con los vendedores que te permiten no pagar en el momento, sino que puedes hacer un Bizum cuando puedes. Y, la verdad, que me gusta mucho recurrir a estos comercios porque es recuperar productos de lo más natural, que en la ciudad echamos de menos. No digo que no haya sitios donde se vendan, pero con lo complicada que es nuestra vida y el poco tiempo que tenemos, a veces, no tenemos tiempo para ir al mercado puro y duro.
—Sonsoles, ¿qué caprichos o dulces se compra?
—No soy muy de dulce, sino que soy más de caprichos salados. Y un capricho que me doy es acudir a la lonja de El Grove y comprar marisco. Reconozco que eso me encanta, pero tiene que haber una ocasión especial. Para ello, hay un pescador de confianza que también te lo manda a muy buen precio y te das un homenaje. Me encanta, pero lo hago menos de lo que quisiera… en realidad, hace un año y medio que no me doy ese capricho.
—¿Se le caducan los alimentos?
—A veces se me caducan. Lo que me pasa es que no soy muy talibana con la fecha de caducidad, ya que con el aspecto del producto puedes ver si se ha pasado o no. Aún así, suelo ser cuidadosa con la caducidad y procuro no tirar alimentos salvo que efectivamente estén pochos.
—Antes me dijo que prepara cocido los domingos, ¿le gusta cocinar? ¿Hace más platos?
—Me encanta cocinar, porque me relaja muchísimo. Me salen que te mueren los calamares en su tinta. El domingo pasado los comieron mis hijos, por ejemplo. Luego, como te dije, hago cocido; o una boloñesa que te mueres, aunque sé que tampoco tiene mucha historia. Las lentejitas también me salen bien…
Además, me encanta dejar macerando un día entero el atún o salmón frescos o congelados en aceite de sésamo y soja. Los corto en daditos y la maceración les da un sabor buenísimo. Y, por último, ya lo haces vuelta y vuelta en la plancha. Este es otro de mis platos que me salen bien; que son sanos; que es proteína pura y que te resuelven bien una cena, por ejemplo.
—¿Hay algún producto que no compraría nunca?
—Sin dar marcas, la bollería industrial, porque es absolutamente contraproducente para la salud y para las arterias. Además, genera adicción. Tú te tomas un bollo industrial y quieres 40. O, al menos yo, que tengo un cerebro absolutamente adictivo. Con lo cual evito este tipo de productos, sobre todo desde 2016, que es cuando cambió nuestra dieta de forma radical. Desde entonces, en casa no hay productos de bollería industrial.
—Sé que su hijo menor es diabético y por eso evita los productos azucarados, ¿qué tal lleva su hijo mayor esta situación?
—La batalla con los niños, en realidad, es una guerra eterna porque su entorno es dulce y azucarado. Entonces, es una lluvia fina permanente de explicar a mi hijo mayor que la alimentación de Gonzalo [el menor] es la correcta. Para él y para todos.
Esto no quiere decir que, algún día, abra la mano con mi hijo mayor porque si no lo hiciera estaría mintiendo, pero intento, en la medida de lo posible, que ese mensaje cale. es que, para mí, es un mensaje de salud pública y no un capricho personal. Ni siquiera una excentricidad, ya que creo que la alimentación de los niños debería tender a la de nuestros abuelos: cuanto más natural, mejor.
Pero insisto en que su universo es dulce; es procesado y está saturado de azúcar híper refinado y eso no contribuye en absoluto a la salud. Al contrario. En ese sentido, pienso que tardaremos unos años, pero se producirá una conclusión clínica de que una mala alimentación deriva en una enfermedad crónica.
—¿Cuál es el último producto que ha descubierto?
—Por la receta que que me gusta hacer ahora, he descubierto recientemente que el atún congelado de la marca Campos está buenísimo. También, últimamente, he descubierto las hamburguesas de la marca Finca de Santa Rosalía. Estos dos productos me gustan mucho.
—Haga una recomendación general a los consumidores.
—Mi recomendación general es que lean las etiquetas. Y si no entienden algún ingrediente, no compren el producto. Por ejemplo, jamás compraríamos en un mercadillo en España o de fuera un producto que no supiéramos lo que es, por lo que no se lo daríamos a nuestros hijos nunca. Con esto es lo mismo. Por ello, recomiendo que no se compren productos que no entienda con qué ingredientes se han hecho.
—Nomine a un personaje para próximas neveras.
—Me gustaría ver la nevera de Lara Álvarez, que es una compañera de esta cadena. Me consta que se cuida; que es sana y me gustaría saber qué compra para aprender.
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