El temor, en fin, existe. Cómo no. La ITV siempre llega entre temores. “Creo que tengo el coche bien –puede pensar cualquier conductor–, pero nunca se sabe”. El miedo está ahí cada año y en cada revisión. Mucho más de un tiempo a esta parte. El suspenso por exceso de emisiones contaminantes se ha sumado para quedarse al resto de casuísticas posibles. De hecho, un total de 1.355.508 vehículos no pasaron la inspección técnica por ese motivo en 2018, según AECA-ITV. ¿Y qué supone esto? Que, en muchos casos, toca ‘rascarse’ el bolsillo: el arreglo del turismo puede ir desde los 70 euros a los 500 en los casos más comunes.
Los datos son tan concluyentes como ejemplificadores. La ITV, en 2018, la pasaron más de 20 millones de vehículos en España. Un 20% del total no superaron la primera inspección. La gran mayoría, por fallos de alumbrado y señalización (24’9%); por ejes de neumáticos y suspensiones (20’1%); por exceso de emisiones contaminantes (16’2%); y por defectos en los frenos (13’3%). Es más, el número de transportes ‘sucios’ –que es la tercera causa de suspensos– creció en 180.000 con respecto a 2017, según datos de la AECA-ITV (Asociación Española de Entidades Colaboradoras de la Administración en la Inspección Técnica).
¿Cómo detectan el fallo en la ITV?
Los operarios de la ITV utilizan dos sistemas para medir las emisiones contaminantes. Por un lado, se miran los Euro 5 y Euro 6. “Conectamos una máquina electrónica que nos da unos códigos y que nos dice si está bien o mal”, explica Guillermo Magaz, director gerente de AECA-ITV, a EL ESPAÑOL. Y, por otra parte, los anteriores al Euro 4. “A estos lo que hacemos –prosigue– es meterle una sondita en el tubo de escape para ver cuánto sube”.
Un vehículo suspenso por exceso de emisiones contaminantes tiene un defecto grave. Es decir, tendrá dos meses para reparar la avería sin poder circular –salvo que sea para llevar el coche al taller– y volver a pasar la ITV. Con los defectos muy graves, recordemos, los turismos serán transportados por una grúa al taller.
A partir de ahí, toca esclarecer qué ha pasado. Las causas, a grandes rasgos, pueden ser tres: por falta de mantenimiento, por la válvula EGR o por los inyectores.
¿Cómo arreglo el problema y cuánto cuesta?
Los coches diésel son los que más suspenden en la ITV por exceso de emisiones contaminantes. “Lo primero que van a mirar en el taller es si se trata de un fallo de mantenimiento, si no hemos cambiado los filtros, etc. En ese caso, habría que cambiarlos y listo”, cuenta Arturo Miguel Rojo, técnico del RACE (Real Automóvil Club de España). Esta sería la avería más fácil y barata de solucionar: entre 60 y 70 euros de coste.
La segunda opción que suelen contemplar en un taller es que haya que cambiar la válvula EGR. “Esta lo que hace es recircular los gases que vienen quemados del motor. Es decir, manda los buenos para dentro y el resto para fuera. Es fundamental. Si no funciona correctamente, habría que cambiarla”, explica Miguel. Esto tendría un coste aún mayor y la factura se podría ir hasta los 300 euros.
Lo tercero que mirarían en el taller sería el fallo de alguno de los cuatro inyectores. “Sobre todo, de los coches que tienen 8, 10 o 12 años. Los inyectores, en estos casos, ya no trabajan con la misma precisión y lo que suelen hacer es meter más gasoil o gasolina”, añade Miguel. Esta avería sería la de mayor coste. Si, por ejemplo, tuvieran que cambiar dos, la ‘broma’ ascendería hasta los 500 euros.
La práctica más común, según reconocen los expertos consultados por EL ESPAÑOL, es salir a la carretera con el coche, echarle algún líquido que suba la temperatura y volver a pasar la revisión. De lo contrario, toca pagar la avería o cambiar de coche (se estima que 300.000 conductores deciden comprar uno nuevo o de segunda mano tras ser rechazados en la ITV).
¿Por qué crecen este tipo de suspensos?
No es casualidad que los suspensos por este motivo hayan crecido y que, en algunas comunidades autónomas (por ejemplo, Valencia) ya sean la segunda causa por la que más coches son rechazados. No, no es casual. “Responde, en primer lugar, a la preocupación de las administraciones por el medio ambiente; y, en segunda instancia, por la antigüedad del parque automovilístico español”, analiza, en conversación con este periódico, Guillermo Magaz. De hecho, la media de edad de los coches en España es de 12 años en 2019 y se prevé que crezca a 13 en 2020.
La vejez no sólo hace que crezcan los suspensos, sino también hace incrementar los accidentes: un 7% en los coches que tienen más de cinco años, según un informe de la Universidad Carlos III. Pero, aún así, hay muchos conductores que se resisten a pasar la ITV: un 20%. ¿Los motivos? La laxitud de las multas: 200 euros con una posible reducción a 100. Es decir, si pasar la ITV cuesta 40 euros, echen los cálculos. A muchos, obviamente, les sale rentable.
¿Cómo se soluciona esto? "Fomentando la compra de coches nuevos, pero no necesariamente de una tecnología. Tienen que convivir todos en el parqué automovilístico", finiquita Guillermo Magaz. Así, desde luego, habría menos suspensos. Y, sobre todo -y mucho más importante-, menos accidentes.