Compartir tiempo con animales puede resultar muy beneficioso y, de hecho, existen entidades que realizan actividades terapéuticas con su ayuda. Uno de estos programas es el que desarrolla la asociación "Perros y Letras R.E.A.D" en Galicia, que tiene por objetivo mejorar las habilidades lectoras y sociales de niños y niñas y también de adultos mediante la intervención de perros especialmente adiestrados para leer con ellos. Laura González es la coordinadora del programa en la provincia de A Coruña y destaca el impacto positivo que tiene también la actividad a nivel emocional.
La iniciativa vio la luz a finales de los años 90 en Estados Unidos bajo las siglas R.E.A.D (leer en inglés), como un programa de lectura asistida con perros. "Se implanta viendo que los niños que tenían mascotas en casa parecían tener una mayor facilidad para soltarse a leer y se observó que estos niños leían en voz alta a sus perros", relata González. Entonces se preguntaron que pasaría si llevaban a un perro a una biblioteca y "resultó que los niños querían ir a leerle al perro".
A España llega en 2012 de la mano de la presidenta de la asociación Elena Domínguez, y poco a poco se fue extiendo por el territorio hasta llegar a nueve provincias a nivel nacional. En el caso de Galicia, son dos equipos los que trabajan en distintos centros de la provincia de A Coruña.
En concreto: en varios centros educativos del municipio de Culleredo, así como en el Centro Ocupacional "A Escada", y en la biblioteca pública; en el Colegio de Educación Infantil de Vilarrodís; en el Centro Público Integrado de Miño; y en el centro penitenciario de Teixeiro.
El programa aprovecha el vínculo emocional que se establece entre el perro y los niños/as, que leen en voz alta para el animal, al tiempo que el perro reacciona a esa lectura con distintos gestos. "El programa funciona no solo a nivel de mejoras en lectura, sino también a nivel social, de autoestima, sobre todo. Los niños mejoran mucho en ese sentido", resalta González.
Para realizar esta labor se eligen perros "que sean equilibrados y muy tranquilos y que les guste mucho el contacto directo con las personas". "Son perros que siempre llegan felices a trabajar", asegura González.
"Ellos eligen qué le quieren leer al perro"
En Culleredo el programa se implantó hace ya cuatro años, en 2020, y en pleno estado de alarma, con el objetivo de ayudar tanto a las/os escolares del municipio como a personas con discapacidad intelectual a estimular sus habilidades lectoras y habilidades a nivel social. La actividad está financiada por el Ministerio de Cultura del Gobierno de España y el propio Concello.
Aunque en cada caso se trabaja de forma diferente, en los centros educativos es el departamento de Orientación el que se encarga de marcar los objetivos para cada menor, y las sesiones se realizan de manera individual. "En los coles juntamos a los niños y a la perrita en la biblioteca y ellos eligen qué quieren leerle y le leen en voz alta a la perra".
En caso de que se equivoquen o se pierdan en la lectura "la perra hace un gesto", detalla González. Por ejemplo, una de las perritas del equipo de A Coruña, Nala, "levanta la cabeza". Otros gestos les indican a los menores que expliquen una palabra o que resuman lo que han leído. Así mejora su comprensión lectora y capacidad de expresión en voz alta.
Además, el éxito de la actividad radica precisamente en que los menores saben que el animal no les va a juzgar: "La presencia del animal les tranquiliza, porque no se sienten juzgados si cometen un error", apunta.
En recuerdo de Nora
Hace tan solo unas semanas falleció a sus 11 años Nora, la perrita con la que González comenzó a trabajar a su llegada a la asociación. "Comenzó conmigo cuando tenía un año, y trabajó con muchos colectivos diferentes, empezó con niños con parálisis cerebral, adultos, también con mayores…", relata.
González conoció a Nora cuando tan solo era un cachorro y han pasado por muchos momentos juntas, por lo que se había generado un fuerte vínculo entre las dos y su fallecimiento ha sido muy duro para ella y también para todo el equipo, incluida Nala, la otra perrita que trabajaba a su lado y que ahora "se ha quedado un poco descolocada sin su referente". Por suerte, junto a ellas siguen Bárbara y su perra Dana.
"Era una perra guapísima, muy buena y muy sensible, y conectaba muy bien con todas las personas con la que trabajaba", rememora González, que resalta que estos animales se acaban convirtiendo en compañeros de vida, porque "pasamos muchas horas juntas".