Enmarcada en el segmento noroeste del litoral gallego, la Costa da Morte conforma uno de los geodestinos gallegos con más encanto de todo el territorio. Se trata de un lugar repleto de contrastes entre el mar y la montaña, siendo el océano Atlántico el principal protagonista de un litoral salvaje y entrecortado dibujado entre unos paisajes de naturaleza agreste. Es precisamente en este rincón de la Costa da Morte, entre los municipios de Laxe y Vimianzo, por donde se extiende un itinerario mágico y lineal que esconde un curioso conjunto escultórico natural enclavado en lo más alto de cumbres como la de Pena dos Mouros, Pena Forcada, O Castelo, A Torre de Moa y A Gallada. La conocida como Ruta de los Penedos de Pasarela e Traba atraviesa un paraje excepcional y onírico formado rocas graníticas de grandes dimensiones que gracias al paso del tiempo y la erosión del viento han podido moldear todo tipo de curiosas siluetas zoomórficas y antropomórficas como las de un águila, un pato y hasta una esfinge humana.
La ruta en cuestión se adentra a lo largo de 6,5 kilómetros por el corazón de este curioso museo al aire libre que ocupa más de 200 hectáreas de masas forestales y naturaleza autóctona. Lo cierto es que estas esculturas pétreas llevan siglos despertando el interés de vecinos y visitantes, y, de hecho, ya en el año 1835 el Instituto Geológico y Minero de España declaró como Formas Singulares a estos penedos gallegos. Lo más curioso de todo sobre el conjunto de la Costa da Morte es que sus particulares formas han sido fuente de inspiración para poetas y literatos de la talla de Otero Pedrayo, Evaristo Martelo Paumán e incluso Eduardo Pondal. El último de los mencionados, bautizado como O bardo de Bergantiños, dedicó varios de sus versos a estos penedos y su morfología, como uno escrito en 1886 que decía algo así como: Penedos de Pasarela / cando vos vexo, penedos / suspiro de amor por ela.
Arte y naturaleza en plena Costa da Morte
Con vistas a los valles verdes y el horizonte marino que perfile el Atlántico en plena Costa da Morte, los penedos de Pasarela e Traba se encuentran integrados de forma natural con los paisajes que se extienden entre los límites de la comarca de Bergantiños y la Terra de Soneira. En este rincón coruñés se encuentra uno de los centros de arte más singulares de toda Galicia: barcas, animales e incluso siluetas humanas conforman este conjunto de penedos que, según las palabras del escritor Manuel Rivas, dejarían sin habla al propio Henry Moore y harían que Chillida dedicase su vida a otros oficios.
De hecho, el lugar que ocupa el conjunto escultórico fue declarado paisaxe protexida por la Xunta de Galicia ya en el año 2009, aunque resulta importante destacar que son varias las formaciones graníticas que en el presente se encuentran ocultas bajo la densa vegetación. Como curiosidad cabe también señalar que el imaginario pétreo escondido en estos bosques encuentra su origen a más de 24 kilómetros de profundidad durante la orogenia herciniana, un evento geológico de formación de masas de montañas que tuvo lugar debido al movimiento de las placas tectónicas sobre el manto terrestre a finales del Paleozoico.
En cualquier caso, esta ruta lineal entre Laxe y Vimianzo tiene como punto de partida el pueblo de Pasarela (donde se localiza el panel de inicio), si bien es cierto que existen otras vías de acceso a las diferentes rocas esparcidas por la zona. Si seguimos el trazado original, el sendero avanza desde el parque situado frente a la fábrica de madera en dirección a O Penedo para adentrarnos en las primeras pistas de tierra. Ya cerca del kilómetro dos de la ruta, uno de los primeros puntos de interés que encontrarán los senderistas serán las mámoas da Gándara da Barca, las cuales a pesar de encontrarse excavadas no son tan fáciles de divisar. Unos metros más adelante se encuentra el cruce de vías que nos conducirá hasta el Pico Gallas y las primeras formaciones rocosas, acompañadas en algunos casos de artísticos paneles informativos. A unos 234 metros de altitud sobre el nivel del mar, esta cumbre coruñesa nos descubre una sucesión de penedos como el de A Pedra da Barca, A Cachucha, A Ferida, O Cantor y O Camelo, y la llamada Pedra Multiforme (Águia o mano).
La ruta continúa ascendiendo después por una pista estrecha y en pendiente hasta los 274 metros, a un punto conocido como A Torre da Moa. En el trayecto de subida y los alrededores de esta zona descansan también las rocas de O Tiburón, O Fígado, O Pato, o la pintoresca dupla formada por el Coello y O Paiaso triste. Además, desde este enclave montañoso se obtiene una panorámica privilegiada con vistas de 360 grados del entorno del valle del rego do Vao, el arenal y la laguna de Traba y el Monte Chan. A continuación, la siguiente parada en el camino se encuentra en la Galla de Pena Forcada, un entorno en el que aparecen las siluetas de O Bolo y O Magrebí, A Osa, A Esfinxe-A Señora y el propio penedo bautizado con el nombre de Galla de Pena Forcada. Lo cierto es que el grueso de la ruta ofrece al visitante una enorme riqueza natural, paisajística e incluso cultural ―vinculada a la literatura, las leyendas y la tradición― digna de recorrer al menos una vez en la vida. Un recorrido, sin duda, para dejar volar la imaginación y descubrir el encanto natural de estos montes de la Costa da Morte.