Jazz Filloa: cuna y reducto infranqueable de un género en A Coruña desde 1980
El jazz tiene su lugar de referencia en la rúa Cega del Orzán. Allí, Antonio y Alberto llevan 39 años haciendo de su pasión un negocio
26 julio, 2019 17:56Antonio Rodríguez y Alberto Mella tenían un sueño hace cuatro décadas. Su ambición era crear un espacio en el que el jazz, un género que mamaban desde jóvenes y con escasa presencia en la escena local, fuese el protagonista. Sin pensarlo demasiado, se tiraron a la piscina y abrieron en la rúa Cega (pero no sorda) el Jazz Filloa. 39 años después, este local es todo un referente.
Sin embargo, los comienzos no fueron sencillos. Hubo que batallar contra quienes pedían otros estilos musicales y para que las escasas formaciones de jazz tocasen aquí. Ahora, son estos conjuntos, muchos de ámbito nacional, los que telefonean a Antonio y Alberto para presentar sus últimos trabajos en el Jazz Filloa.
La consagración de este local pasó por momentos duros e incertidumbre, pero también por memorables directos de artistas consagrados a nivel mundial. Antonio nos abre las puertas de este prestigioso establecimiento y nos cuenta su origen, la historia y el futuro del Jazz Filloa.
39 años promocionando un estilo
¿Cómo surgió la idea de abrir el Jazz Filloa?
Alberto estudiaba Aparejadores y trabajaba de camarero. Yo era músico y también trabajaba en la hostelería. La idea surgió porque en A Coruña no había ningún local que diese cabida a este estilo de música. Nos pareció una buena idea y nos lanzamos.
¿En 1980 tenía el jazz tirón en A Coruña y Galicia?
A esa edad no nos planteábamos ese tipo de cosas. Queríamos hacerlo y lo hicimos.
¿De dónde viene el nombre de Jazz Filloa?
Yo tenía una banda que se llamaba Filloa Express. El nombre venía de una cadena de comida rápida de Londres. Estando allí con amigos, fuimos a un Pizza Express, donde ponían música jazz. Pensamos en trasladar aquello a Galicia y cambiamos la pizza por la filloa. El nombre del local deriva de aquello.
¿Cómo fueron esos primeros años de vida de Jazz Filloa?
Bien, porque tampoco había más locales de este estilo. No solo por la música. Hubo que pelear un poco con la gente que nos pedía otros estilos, pero aquí siempre pusimos jazz exclusivamente. En aquella época, otro que se parecía podría ser el Patacón, que ponía rock y pop, pero tenía un ambiente más cultural.
¿Y una vez asentados?
Traíamos lo que podíamos. Siempre quisimos tener música en directo. Al principio no era fácil traer músicos. En Galicia, quitando dos o tres, no había. Teníamos que llamar a grupos de Madrid. Ahora nos llaman ellos a nosotros para tocar aquí.
¿En algún momento se os quedó pequeño el local?
Hay momentos en los que se queda pequeño, pero la ciudad da lo que da. Hay días que tampoco se queda grande.
¿Habéis notado un repunte de la afición por el jazz desde que abristeis el local?
Ha habido de todo. Gente que viene a las actuaciones pero no a tomar algo y viceversa. Aquí la acústica no es mala y se puede hablar en grupo sin gritar, por eso muchos vienen sin haber concierto. Al fin y al cabo, somos un bar.
Imagino que también habría momentos duros.
Por supuesto. No por ser un bar temático. Como te decía antes, es un bar y la gente viene también a tomar algo. Ha influido mucho más la crisis y los cambios de hábito que provocó. También ha pasado que nuestra clientela habitual en muchas ocasiones no se ha renovado. Se han hecho mayores, han tenido hijos y han dejado de venir. Ahora los chavales prefieren hacer botellón porque no les da para más el bolsillo. También hay quienes siguen viniendo pese a todo.
¿Cuál fue el primer concierto del Jazz Filloa?
Lo dio un grupo local y el primero de fuera fueron Hot Club, de Madrid. Tampoco es que hubiese mucho donde escoger de aquella. En la capital había las cuatro vacas sagradas y poco más.
¿Hay alguna banda que actúe regularmente aquí?
No ha habido ninguna que haya repetido demasiado. En los últimos tiempos está Sumrrá, Marcos Pin, Paco Charlín. Pero en este mundillo la gente cambia mucho de banda. Van rotando de uno a otro según el estilo.
Sois también parte de la organización del + Que Jazz.
Entre el Garufa y nosotros lo organizamos, con las ayudas pertinentes de muchas entidades.
¿Qué tal es la relación con otros locales como el Garufa o la Mardi Gras que hacen algo parecido?
Muy buena, porque tampoco nos hacemos competencia. La Mardi tiene una programación más rockera y el Garufa una más ecléctica. El problema no es entre nosotros, sino nuestra relación con la ciudad. Es A Coruña quien nos mantiene abiertos y a veces da la sensación de que la música en vivo no interesa. Piensa que los precios que cobramos son de risa. Si sumas el aforo del Garufa, la Mardi y el Jazz Filloa, le estamos pidiendo a la ciudad unas 500 personas. Aquí hay 250.000 y en 12 kilómetros a la redonda otros tanto. Lo que pedimos es el 0,1%. Y el Jazz Filloa en particular el 0,01%. La ciudad a veces los da y a veces no. Eso sí, todo el mundo dice que no sabe vivir sin música. Yo les digo: "Defíname vivir, porque de música creo que no va a llegar a saber mucho".
¿Recuerdas algún concierto memorable?
Aquí hemos tenido a artistas muy importantes. ¿Algún concierto en particular? Pues claro. Gary Bartz, Steve Lacy, Al Foster… También hubo alguna jam session grandiosa.
¿Si pudieses escoger a alguien, a quién traerías?
Todo depende de cuanto estés dispuesto a gastar en ellos. Pero, por decir a alguien, Herbie Hancock o Wayne Shorter. Pero eso no es posible.
Hasta hace poco erais vecinos de Discos Portobello y Jaime Manso. ¿Cómo era vuestra relación?
Abrimos prácticamente a la vez. Fuimos buenos vecinos. Siempre te interesabas si faltaba unos días. El jazz no era lo que más cultivaba Portobello, pero a veces le comprábamos a él.
Es curioso que en una calle tan pequeña haya dos locales tan emblemáticos.
Casualidades de la época. Esta zona del Orzán estaba bastante deteriorada en los ochenta. Nosotros, Jaime y alguno más comenzó a revitalizar estas calles.
Tenéis una buena colección de discos. ¿Fue fácil conseguirla en A Coruña?
Se ha ido formando con los años. Antes de abrir el local tendríamos entre Alberto y yo unos 200 cada uno. Después fuimos ampliando la colección. Era difícil conseguirlos aquí. Hubo una época que comprábamos mucho por correo. En las tiendas de discos solía haber los clásicos del género, y esos ya los teníamos.
¿Celebraréis las cuatro décadas?
Sí, algo hay pensado. Haremos unos conciertos o alguna actuación especial. Haremos lo nuestro con algo más de intensidad. Piensa que estamos a unos meses de tener la edad para jubilarnos. Pero, en principio, tenemos pensado seguir.