La sinuosa costa gallega encuentra en sus 1.498 kilómetros de litoral infinidad de rincones de gran belleza y singularidad como el mirador de la Costa da Morte que parece sacado de un capítulo de Juego de Tronos. Al menos por lo general, la geografía gallega destaca también por la presencia de numerosos cabos ―y faros― que se adentran en el mar formando abruptos acantilados, incluso algunos de los más altos de toda Europa. Una de estas extraordinarias lenguas de tierra sobre el mar conforma asimismo el límite natural que separa, o mezcla, las aguas del océano Atlántico (al oeste) con las del Cantábrico (al este). Y aunque es cierto que a día de hoy ese punto exacto no se encuentra del todo definido en el territorio, existe un consenso mayoritario que sitúa a Cabo Ortegal como ese lugar de unión entre ambos mundos marinos.
En ese sentido, el Cabo Ortegal, enmarcado en la localidad coruñesa de Cariño, constituye asimismo uno de los puntos más septentrionales de la España peninsular, o lo que es lo mismo, el lugar más al norte de la región. Así lo determinan al menos la Organización Hidrográfica Internacional y el Instituto Geográfico Nacional. Cabe destacar que en este debate abierto sobre la frontera marítima entre el Cantábrico y el Atlántico, otras voces señalan la Punta de Estaca de Bares, ubicada en el municipio de Mañón, como el auténtico kilómetro cero a la hora de hablar de líneas divisorias entre ambas masas de agua que bordean Galicia.
Cabo Ortegal, un enclave natural con siglos de historia
Considerado o no el punto de unión entre el Atlántico y el Cantábrico, el Cabo Ortegal puede presumir de ostentar otro gran título honorífico a sus espaldas y es que esta lengua de tierra alberga algunas de las rocas más antiguas de la Península Ibérica y del mundo ―concretamente las cuartas más remotas del planeta. Se trata de los tres pequeños islotes rocosos que se encuentran situados frente a la punta del faro y que son más conocidos con el nombre de Os Agullóns. Esto se sabe gracias a la presencia de granito negro o anfibolitas en su composición, situando su origen hace nada menos que 1.156 millones de años. Como curiosidad cabe destacar que tan sólo en países como Polonia, Canadá y Australia encontramos algunas rocas todavía más antiguas.
En las Rías Altas, Cabo Ortegal limita en su cara este con una zona de gran valor ecológico repleta de humedales, arenales y una enorme naturaleza autóctona entre las localidades de Cariño y Ortigueira. Si continúamos su trazado costero en esta misma dirección, a unos 50 kilómetros y muy cerca de la zona se encuentra el ya mencionado cabo más al norte de España, la Punta de Estaca de Bares. A pesar del dato, todavía son muchos hoy los que consideran a Ortegal el verdadero lugar de unión entre ambos mares gallegos. De hecho, de acuerdo con la Organización Hidrográfica Internacional y el Instituto Geográfico Nacional, Cabo Ortegal y su faro conforman la marca simbólica y divisoria de las aguas del océano Atlántico y el Cantábrico.
Estaca de Bares, el auténtico punto norte de Galicia
La Punta de Estaca de Bares sumerge su lengua de tierra sobre el mar para entrelazar las aguas del Atlántico con las del Cantábrico. Entonces, ¿tiene Galicia dos fronteras marítimas para separar ambas masas de agua? Lo cierto es que un panel informativo en este rincón del municipio de Mañón indica que Estaca de Bares es el kilómetro cero de las mismas. Lo que sí está claro, y para ello no existen discusiones, es que se trata del punto más al norte de la España peninsular. Este cabo se localiza en un enclave privilegiado con vistas a los escarpados acantilados que separan las rías de Ortigueira y O Barqueiro.
Es importante señalar que toda la zona en cuestión ha sido declarada de Interés Nacional debido a su enorme riqueza natural, paisajística y ornitológica, integrada incluso en la Red Natura 2000 como Lugar de Importancia Comunitaria (LIC) . Además, la Punta de Estaca de Bares alberga también entre sus límites un imponente faro que fue construido en el año 1949 y que en la actualidad constituye un mirador extraordinario sobre las Rías Altas. Ya sea o no el punto de unión entre el Atlántico y el Cantábrico, la panorámica desde este punto resulta de lo más espectacular y sólo por ello merece la pena su visita.