El municipio ourensano de Celanova, en la Galicia interior, es una caja de sorpresas, rica en patrimonio artístico y natural. Aunque su principal reclamo es el Monasterio de San Salvador del s. X, entre los numerosos restos arqueológicos que aquí se encuentran destaca el yacimiento de Castromao, levantado en el s. V a.C. y que se mantuvo en pie hasta el s. II d.C, llegando a estar habitado más de mil años.
Su importancia reside en la riqueza documental que salió a la luz en las sucesivas excavaciones que han llevado a cabo en la zona los más prestigiosos arqueólogos gallegos. Algunas de las piezas aparecidas son el conocido como Trisquel calado de Castromao, figuras zoomorfas o monedas del siglo I, que se conservan en el Museo Arqueolóxico Provincial. Visitar este importante yacimiento supone adentrarse en la vida de los primeros asentamientos del noroeste peninsular de la Edad de Bronce.
Castromao, así es como se conoce al yacimiento, está situado en un monte sobre la población de Santa María de Castromao, a 2,5 km de la capital municipal, Celanova. Este monte llega a una altitud de 732 metros, no es de los más altos de Galicia, pero la panorámica que se divisa desde lo alto abarca varios kilómetros a la redonda, pudiendo contemplarse en su práctica extensión la comarca de Terras de Celanova y la Baixa Limia.
En su cima se asienta el recinto fortificado de la Edad de Hierro, muy característico del noroeste peninsular, en una etapa histórica conocida como Cultura Castreña. Las primeras noticias del yacimiento fueron dadas por Barros Sivelo en las “Antigüedades de Galicia” (1875), en donde lo identifica con el topónimo “Castra Mamuaria”.
Hay varios períodos constructivos en un castro que fue evolucionando desde sus primeros pobladores hasta la romanización: en la parte alta se conservan los restos de antiguas viviendas circulares, y en la zona baja del asentamiento destacan las formas rectangulares de las casas de estilo romano, construidas en el último período (s. I y II d.C.). De hecho es un castro muy influenciado por la romanización, ya que por sus inmendiaciones pasaba la Vía XVIII del itinerario Antonino que cruzaba el Val de Limia.
Todo el conjunto fortificado estaba rodeado por una gran zona amurallada y varios muros de contención en su parte superior, lo que provoca que la pendiente sea bastante escalonada, y otro muro en la zona inferior que lo circunda.
A lo largo de los años, Castromao ha sufrido varias excavaciones y estudios de catalogación arqueológica. En estos trabajos de campo se han encontrado restos de más de 70 estructuras habitacionales, materiales muy valiosos y representativos de la vida castreña, como cerámica, hachas de hierro y bronce, monedas y elementos arquitectónicos ornamentales, sobre todo en la prospección de 1965 llevada a cabo por M. García Rollán, gran impulsor del yacimiento.
Con posterioridad se hallaron vasijas cerámicas con más de sesenta monedas del s. I d.C. y una Tábula de Castromao o Tratado de Hospitalidad, datada en el año 132 d.C., esculturas zoomorfas en piedra, hornos de cerámica y un trisquel pétreo conocido como Trisquel calado de Castromao. Todos estos elementos se guardan en el Museo Arqueológico Provincial de Ourense.
Tanto su peculiar emplazamiento como los objetos allí encontrados confirman la importancia de Castromao como yacimiento arqueológico y, más que un castro, es considerado por sus estudiosos como un importante conjunto arqueológico.
En sus cercanías encontramos el puente romano de O Freixo, la Igrexa de Santa María de Castromao y el bello casco histórico de Celanova, donde admirar sus casas blasonadas o pasear por las calles y plazas de la villa, como la Plaza Mayor, centro de reunión vecinal, la Praza do Millo con sus característicos soportales o la dedicada a Curros Enríquez (Rúa Arriba), donde se encuentra la casa natal del poeta, oriundo de Celanova.
Emma Sexto