Rincones de Galicia: Fervenza do Ézaro, la cascada más singular de Costa da Morte
Hay un lugar en Galicia donde tierra y mar se unen en perfecta sintonía al amparo del Monte Pindo. Es la Fervenza do Ézaro, una espectacular cascada en la que el río Xallas se precipita al mar ansioso, creando uno de los rincones más especiales de Costa da Morte.
28 diciembre, 2020 06:00Es uno de los puntos más visitados de Costa da Morte y protagonista de una de esas curiosidades de Galicia que nos gusta atesorar. La Fervenza do Ézaro se nutre del caudal del Xallas hasta su tramo final, en el que el río se arroja con fuerza al mar, formando un fenómeno poco usual: es el único río de Europa que desemboca en el mar en forma de cascada.
Los días de verano el pequeño pueblo de Ézaro, en el municipio coruñés de Dumbría, se llena hasta la bandera de visitantes, ávidos de contemplar la espléndida cascada. Pero es en invierno cuando el espectáculo natural se aprecia en todo su esplendor, pues el volumen del caudal aumenta debido a las frecuentes lluvias, convirtiendo los 40 metros de caída libre del Xallas en una auténtica cortina de agua humeante que se precipita monte abajo golpeando sin piedad las paredes del cañón al pie del Monte Pindo.
Pero ¿cómo llega hasta aquí el río Xallas? ¿Por qué decide morir en el mar transformado en singular cascada? Alimentado por los arroyos Vilamaior, Bazar y Castiñeiras, el río Xallas nace a 440 metros de altitud, en el Monte Castelo, justo entre los límites de Coristanco y Tordoia. Durante gran parte de su curso, de 64,5 km de longitud, se desliza suavemente sobre una superficie plana, atravesando bolsas de wolframio, antaño explotadas en las minas de Couso, próximas a Santa Comba. Va formando grandes meandros y divisiones hasta que se une a él otro río, el Abuín y, más tarde, el Beba.
Tras varias presas y represas, el último tramo del Xallas, de 155 metros, se convierte en el más peculiar, al desembocar en la cascada que nos ocupa, una de las más originales de España. Es tal su importancia que la cascada ya aparece documentada en 1724 y se dice de ella que se podía divisar desde varios kilómetros mar adentro.
En el curso del Xallas se han construido varias centrales hidroeléctricas. Una de ellas es la central de O Pindo, justo al pie de la cascada, que afea considerablemente el entorno y supone una de las intervenciones de la mano del hombre en la zona. Otras son los parques y zonas recreativas que la acompañan, muy cerca de nuestro punto de interés.
Aún así, hay que acercarse hasta la Fervenza do Ézaro y recorrer el último trayecto por sus pasarelas de madera para contemplar esta magnífica caída de agua desde cerca, ya que es como más impresiona. A continuación conviene ascender al Mirador do Ézaro, en una subida que recuerda a un duro puerto de montaña, no en vano ha formado parte de la Vuelta Ciclista a España, como atestigua el monumento que encontramos en su cima. El trayecto se hace del todo dificultoso, incluso en coche, pero nos permite disfrutar de una panorámica impactante que recuerda levemente a los fiordos noruegos.
Dejando aparte comparaciones innecesarias, las vistas desde el mirador apenas nos permiten intuir la cascada, pero sí apreciar el paisaje que la rodea, con el pueblo de Ézaro como fondo de postal, su pequeño muelle donde la brisa mece las embarcaciones de pesca y recreo, su bella playa abierta al Atlántico y parte del río Xallas, que al amerizar toma el nombre de río Ézaro, fundiéndose con el mar en cálido abrazo.
Algunas noches de verano tiene lugar un espectáculo de luces que hace de la cascada un lugar más mágico si cabe, amparada por el legendario Monte Pindo y bajo una cúpula estrellada, convirtiendo a este enclave de Costa da Morte en una de las visitas imprescindibles en cualquier viaje por tierras gallegas.
Emma Sexto