Uno de los clásicos del otoño coruñés ya está a pleno rendimiento: el puesto de castañas de la calle Real. Su responsable, Sergio Gallego, es un trabajador incansable que comenzó con este negocio en 1963 y desde ese momento no ha habido pausa. Incluso cuando acaba la temporada de frío, toma el relevo con su oficio en Helados La Ibi, otro de sus negocios, y ambas ocupaciones forman parte de un "imperio familiar" del que vive él mismo, su mujer, hermanos e hijos.
Muchos recordáran de siempre el camión de helados en localizaciones como Riazor, la Torre o el Castillo de San Antón y Gallego entre risas reconoce que "casi he perdido la cuenta del tiempo que llevo con las castañas". A sus 79 años, es un hombre incombustible que aparentemente no piensa en retirarse, y aguanta como nadie las inclemencias del tiempo gallego como la intensa lluvia y viento cumpliendo estrictamente su horario cada día: de 16:00 a 22:00 horas.
Comenzó en este mundillo porque "algo había que hacer, trabajar para ganarse la vida" y cogió el relevo en el puesto de un amigo que se jubiló y al que ayudaba. "El auge de las castañas sigue igual que siempre, no se sabe como va a venir este año, de momento no ha caído mucho", explica, a la vez que concreta que siempre comienzo con el puesto a principios de octubre con sus característicos cucuruchos de 2,3,5 o 10 euros.
Su mujer, Pura Gómez, hoy colaboró en el arranque preparando en casa la selección de castañas y su hijo Gonzalo le ayudará al frente del puesto, como lleva haciendo desde hace aproximadamente una década.
Esperan que este año sea mejor que 2023, en el que describen la castaña como "mala y que no aguantaba más de dos días". Su materia prima la traen de Ourense y confían en que las abundantes lluvias de las últimas semanas hagan que no falte producto y sea de calidad.
"Compaginamos frío y calor, pero es algo esclavo, no hay fines de semana ni festivos"
Gonzalo Gallego lleva desde niño viviendo el día a día del puesto de castañas junto a sus padres: "Compaginamos frío y calor", afirma en referencia a los negocios familiares de las castañas y La Ibi. Al margen de la cara amable, que es el cariñoso trato de la gente, apunta que este oficio "es algo muy esclavo porque no hay fines de semana ni festivos y tienes que estar haga sol o llueva".
En todo este tiempo, como anécdotas recuerda desde mojarse y tener que ir a casa a cambiarse o famosos que acudieron a comprar castañas al puesto. Tiene en la retina sobre todo el día que el exdeportivista Songo'o apareció por el callejón próximo al puesto que da a la calle Real y la zona se revolucionó por completo.
"Estás todo el día en la calle y te pasa de todo", cuenta satisfecho, a la vez que confirma que "en A Coruña hay mucha cultura de castaña y de helado". "Si insistes en los productos acaban gustando", admite.
Sobre el futuro de las consideradas por muchos las castañas más famosas de la ciudad herculina, Gonzalo indica que "cuando mi padre quiera dejarlo lo hará" y asegura que el resto de la familia cogéran el testigo igual que han hecho con La Ibi, ampliándola recientemente con un establecimiento en La Marina que abrió sus puertas pocos años antes de la pandemia.